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Venezuela y el riesgo de la anomia, por Rafael Uzcátegui



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Venezuela y el riesgo de la anomia
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Rafael Uzcátegui | @fanzinero | junio 11, 2025

X: @fanzinero


Los sociólogos, expertos en inventar palabras complicadas, crearon el término «anomia» para describir una situación social caracterizada por la pérdida, debilitamiento o contradicción de las normas y valores colectivos, generando desorientación, frustración e inestabilidad tanto en individuos como en comunidades. Diferentes signos indican que Venezuela pudiera profundizar su conflicto bajo un estado profundamente anómico, dada la pérdida de referentes tanto en el gobierno como en la oposición. Las consecuencias pudieran ser trágicas e irreversibles.

Desde el 28 de julio de 2024 una crisis moral recorre el chavismo, un movimiento que se proyectó a sí mismo como salvador de la humanidad y que terminó por expulsar de manera forzada a 9 millones de venezolanos y realizar un fraude electoral, donde una diferencia de 4 millones de votos –más que los votos recibidos por el candidato oficialista– exigía un cambio en el país.

No toda la coalición dominante son los Diosdado Cabello o los Rodríguez, dispuestos a hacer cualquier cosa por mantener el poder. Si tomamos como cierta la cifra de 3 millones de votos en presidenciales por Nicolás Maduro, podemos imaginar que como coalición hay diferentes sectores en su seno, incluyendo aquellos que creyeron a pie juntillas en el catecismo bolivariano.

Aunque como grupo sigan siendo eficaces en la simulación, Nicolás Maduro tiene una severa grieta a su autoridad dentro del universo bolivariano. A lo interno, se sabe perfectamente que perdió por paliza y que malbarató el capital electoral que alguna vez hizo imbatible a Hugo Chávez. Max Weber planteaba que la autoridad legítima se sostiene por creencias compartidas sobre su validez (racional-legal, tradicional o carismática). Si el referente rompe las reglas, la fuente de esa legitimidad se resquebraja.

Para Pierre Bourdieu los líderes tienen un «capital simbólico», basado en el reconocimiento social. Al violar normas, pierden ese capital, y con él, su capacidad de ejercer influencia. Que Diosdado Cabello esté ganando espacios dentro del chavismo no sólo debe entenderse a partir del uso de la coerción o de la fuerza.

No obstante, el derrumbe de los referentes no es exclusivo del campo bolivariano. Las elecciones regionales del 25 de mayo revelaron que sectores de la oposición también pueden transgredir abiertamente las normas que dicen defender. Los resultados electorales dieron un número limitado de curules nacionales a la oposición, quienes de manera sorpresiva obtuvieron finalmente 17 cargos, que no corresponden con la votación obtenida, con los sufragios a su favor emitidos por los ciudadanos. Quienes terminan de enterrar el voto como expresión de la soberanía popular fueron justamente los que más decían defenderla. Y la gente, que no es tonta, se da cuenta del desagravio.

La degradación de la acción política es apenas una parte de la contradicción del discurso que pretende ser hegemónico y la realidad. El colapso de las normas morales compartidas se suma a la violencia estructural, la disfuncionalidad de las instituciones y la sospecha social generalizada. Nuestro país ofrece un caso claro de cómo, bajo una prolongada crisis política y económica combinada con autoritarismo, se descomponen las normas colectivas y se instala una cultura de sobrevivencia, ilegalidad y desconfianza.

Cuando una sociedad se vuelve anómica, entra en un estado de desorganización profunda donde las normas sociales que regulaban el comportamiento dejan de ser claras, efectivas o creíbles. Esto tiene consecuencias psicológicas, sociales y políticas graves, tanto para las personas como para las instituciones.

¿Qué pasa cuando una sociedad se vuelve anómica?

La literatura especializada establece varias consecuencias:

1) Desorientación individual: Las personas pierden puntos de referencia éticos y sociales, dejan de distinguir entre lo correcto y lo incorrecto, qué esperar de los demás o cómo actuar. Por ejemplo, se intensifican la ansiedad, frustración y sensación de vacío. También, puede aumentar la tasa de suicidio, la apatía o el cinismo generalizado.

2) Se rompe el tejido social: Las relaciones de confianza a nivel comunitario se deterioran, la solidaridad disminuye, prevaleciendo el «sálvese quien pueda».

3) Debilitamiento o colapso institucional: Las leyes ya no se cumplen ni se respetan, incluso por quienes deben hacerlas valer. Las instituciones pierden legitimidad, y se perciben como espacios corruptos o inútiles. Aumenta la informalidad, el «arreglo por fuera», la justicia por mano propia o el silencio cómplice.

4) Normalización de lo ilegal o violento: Prácticas antes inaceptables se vuelven «parte de la vida cotidiana». Se justifica la violencia, la exclusión o la trampa como formas de sobrevivencia. El crimen organizado comienza a regular la vida de territorios, y muchas personas prefieren este «orden» al estatal.

5) Desmoralización colectiva: Se masifica la idea de que nada puede cambiar. La esperanza se desvanece. Valores como la empatía, el servicio público y la integridad dejan de tener valor social.

Podemos sugerir como hipótesis que síntomas como la extorsión generalizada de funcionarios o el aumento de la tasa de suicidios nos alertan sobre el avance de esta dimensión entre nosotros.

Salir de la situación de anomia es posible, pero requiere esfuerzos importantes para restaurar legitimidad en normas y autoridades, reconstruir el tejido social desde lo local y comunitario, reactivar la conciencia crítica y la participación ciudadana y, finalmente, crear proyectos colectivos con sentido, donde valga la pena confiar y colaborar.

En Venezuela el desafío no es sólo un cambio de gobierno, sino el restablecer un proyecto de país que reimpulse principios y valores que garanticen derechos para todos.

*Lea también: Silencio, por Roberto Patiño

 

Rafael Uzcátegui es sociólogo y codirector de Laboratorio de Paz. Actualmente vinculado a Gobierno y Análisis Político (Gapac) dentro de la línea de investigación «Activismo versus cooperación autoritaria en espacios cívicos restringidos»

 TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo

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