Venezuela: Un país sometido a la «verdad política», por Alexis Andarcia
Hace varias décadas,Hanna Arendt escribió varios textos sobre «la verdad» y la «mentira» en el discurso político. Desde entonces, mucho se ha indagado sobre las diferencias que existen entre la llamada «verdad fáctica » y lo que algunos dan en llamar la » verdad política «.
La primera,atiende a los hechos y la segunda, a una construcción quemide y calcula consecuencias y oportunidades,desde lo sucedido.
Así,ante un evento determinado,la evaluación para elaborar el discurso político, antes que abordar y atender, o subsanar el hecho, intenta un «control de daños”; con el objetivo, primario de distraer la atención, opacar o enredar el suceso, en el caso del señalado; para exponenciarlo, sobredimensionarlo, en cuanto le pueda sacar provecho, en un escenario determinado.
De ésta manera, la «verdad fáctica » es rodeada de tantas » verdades» como intereses hayan; incluso, hasta el límite de ser desaparecida. Bien por la cantidad de visiones, por los incisos de distracción o por someterla a la confrontación, es vaciada de interés público y destinada al olvido.
El mecanismo de la confrontación, en la política, es vital a tales fines; la realidad, termina por ser desbordada, borrada, cuando se logra que la sociedad se fatigue de tanta «sobreverdad».
No es un uso privativo de la política;también es utilizado por empresas y corporaciones; pero, puede decirse que, en la política, es consustancial.
En nuestro país,el régimen ha tenido éxito en ello. La verdad fáctica es una crisis económica,social,de salud y educación,degran magnitud; no obstante,la palestra de opinión pública es dominada por la confrontación,por la verdad política. Por un lado, el oficialismo habla de «guerra económica » y, por otro, la oposición debate sus visiones de cómo derrotar al régimen.
De lunes a lunes, de 6 a 12 y de 12 a 6…la realidad acontece, con hambre, miseria y muerte, mientras la «verdad política » ejerce el control.
Uno entiende que, desde un poder autoritario, establecido, con total control de los medios y las instituciones,sea lo normal. Lo que me preocupa y ocupa, es que la oposición,sucumbe y se somete a ella, reproduciendo el circuito.
Estamos sometidos a la «verdad política «; a los vaivenes y los problemas de la clase política. En un segundo plano ha quedado la crisis y su terrible cotidianidad, los ciudadanos y sus necesidades.
Los últimos días, nos han traído la última saga. El caso de los diputados opositores,supuestamente involucrados en actos de corrupción y de encubrimiento de personajes acusados de lavado de dinero, envuelve todo. Una vez más, el protagonismo está en la confrontación.
El régimen, aprovecha la oportunidad; también,los distintos factores de la división opositora. Así,generalizan, hacen del polvo lodo, sentencian, satanizan, en una lucha a muerte por establecer su «verdad política «.
Los partidos señalados por su parte,hacen el «control de daños».
La corrupción no tiene ideología.A sabiendas de ello, el régimen habla de «oposición corrupta». No todos los diputados están involucrados; pero, algunos opositores, intentando sacar ventaja, hablan de «AN corrompida» de «Guaidó cómplice «.
En fin, que, el régimen gana en su intento de reforzar la desesperanza y algunos opositores le dan una mano.
Antes que una política de «control de daños» la oposición debe ser ejemplarizante; quienes resulten involucrados en dichos actos, deben responder por ello;un mensaje claro, con una clara ambición de gobernar y sacar al país de la crisis, debe diseñarse con urgencia.