Verdad mata a video, por Teodoro Petkoff
Si algo demuestra el último cañonazo en la guerra de videos es cuán absolutamente indispensable es la creación de una Comisión de la Verdad. El MVR saboteó en la Asamblea Nacional la aprobación de la ley que daría piso político a tal comisión y desde entonces esta permanece engavetada en el Parlamento. Paralelamente, el gobierno y sus aparatos de desinformación lanzan videos cuyo contenido es irrelevante porque lo que cuenta es el propósito: envolver en una nube de confusión y de duda los hechos criminales del 11 de abril. El gobierno presenta videos y grabaciones telefónicas, la oposición también ha presentado los suyos; cada quien muestra una versión de los hechos pero lo que permanece oculto es precisamente la verdad. El pedacito de esta que se ha logrado sacar a la luz es el hecho totalmente incontrovertible de que los únicos acusados, ya algunos de ellos detenidos, por los crímenes de aquel día, son los siete llamados pistoleros de Puente Llaguno. Lo único contundente, indesmentible, es que hasta ahora no hay más presos ni acusados que siete militantes del MVR, capturados literalmente con las pistolas humeantes en la mano. Y ha sido precisamente la Fiscalía de Isaías Rodríguez la que ha adelantado esa investigación, lo cual ya de por sí desmentiría que esas averiguaciones estén «parcializadas». Como si no fuera suficiente, un concejal del bloque oficialista en el ayuntamiento de Libertador ha acusado también a funcionarios de la alcaldía, de los que Freddy Bernal se trajo consigo de la Policía Metropolitana, donde, como es sabido, fue comisario. En otras palabras, lo poco que se conoce de lo que ocurrió el 11 de abril apunta precisamente hacia el gobierno y su partido, no hacia la oposición. El hecho de que haya habido un golpe no exculpa a unos sujetos que dispararon a mansalva contra los manifestantes. La investigación de estos crímenes es lo que compete a la Comisión de la Verdad. Por ahora no hay sino indiciados, inocentes hasta tanto se demuestre su culpabilidad en un juicio. El cuadro general de lo ocurrido todavía está poco claro. De aquí la importancia de la Comisión de la Verdad. Y si algún punto debería ser central en el diálogo que podría darse en estos días es el que tiene que ver con la creación de tal instancia. Lo que temíamos, cuando insistimos en la necesidad de una investigación imparcial, es lo que viene ocurriendo. Los crímenes del 11A se han transformado en parte de la diatriba política y en factor de profundización de la división entre los venezolanos. Avanzar hacia una reconciliación será imposible si esa página no es pasada y los responsables de las muertes y lesiones castigados. De lo contrario, como viene ocurriendo, el 11A es un tumor que cada día se hincha más y el pus que segrega envenena nuestras vidas.