Víctor Hugo y las primarias, por Julio Castillo Sagarzazu
Twitter: @juliocasagar
Decía Víctor Hugo que «no hay nada más poderoso que una idea a la que ha llegado su momento». Justamente, eso es lo que ha estado sucediendo con la propuesta de unas primarias para escoger un candidato presidencial de la oposición a unas eventuales elecciones en el 2024.
En la política ocurre como en la física: los cuerpos más grandes suelen atraer a los más pequeños y la opción de las primarias fue prevaleciendo, sentido común mediante, al punto que ya la mayoría de los factores democráticos, la admiten como la fórmula más lógica y la procedente para dilucidar la opción opositora.
Ahora bien, el mandado no está hecho nada más que con esto. Aun, sobre las primarias revolotean muchas incertidumbres y amenazas. La primera de todas es que el régimen aún tiene mecanismos para sabotearlas o desnaturalizarlas. En este sentido, el abanico es inmenso: Puede adelantar las elecciones para que no dé tiempo a realizarlas; puede infiltrarlas para que no haya acuerdos sobres sus condiciones; puede inhabilitar candidatos o irse directamente al «Ortegazo», apresarlos y deportarlos o cualquier otra barrabasada similar.
Lo que si es cierto, es que evitar unas primarias exitosas pasa a ser, para ellos, un objetivo de vida o muerte. Teniendo todas estas opciones a la mano, lo que sí sabemos es que no se quedaran indiferentes ante esta amenaza latente.
Esta realidad a lo que nos compele es a que las primarias no solo debemos hacerlas, sino que debemos hacerlas bien.
¿Qué significa hacerlas bien? Pues, en primer lugar, tratar que el chavismo, no pueda o le cueste mucho políticamente, implementar cualquiera de las opciones señaladas arriba, pero también a que este acto se convierta en un acto de rebeldía ciudadana; en una revolución para retomar el voto como un arma de los hombres y mujeres libres. Esta tendencia se ha venido ya reflejando en las encuestas. En efecto, la intención de voto de los venezolanos ha venido aumentando y, sorprendentemente, más allá de la desafección a los partidos (que ya es vieja) también aumenta la intención de participar en las primarias. Tenemos entonces la obligación de proteger esta iniciativa de la mejor manera posible.
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En este terreno, de arropar las primarias de legitimidad, se está planteando un debate que no es secundario. Se trata del grado de participación del CNE en su organización.
Probablemente el mejor método para abordar este debate sería el de tratar de definir en qué cosas la Comisión Nacional de Primarias no debe perder la rectoría y conducción del proceso. Las ideas que siguen son de la exclusiva cosecha de quien esto escribe:
- La localización de los centros de votación, no debe estar en manos del CNE. Si así fuera el chavismo podría escoger sitios donde se les haga más fácil movilizar su militancia para influir en los resultados y quitarlos de aquellos donde la oposición ha sido históricamente más votada.
- Ningún dispositivo que esté conectado en línea o que envíe data a ser totalizada fuera de la mesa debería ser aceptado tampoco. Esto quitaría a la CNP la facultad del conteo de los votos, propiciando la posibilidad de resultados incongruentes y pondría en las manos del CNE la totalización de las actas.
- El registro electoral debe estar en posesión tanto de la CNP, como de los candidatos para que pueda ser auditado con suficiente antelación. Recordemos que este ha sido uno de los más controvertidos temas del sistema electoral venezolano.
- La identidad del votante debe ser preservada y los cuadernos de votación puestos a resguardo y destruidos, luego de que los candidatos hayan aceptado los resultados y se hayan vencido los lapsos de revisión.
- La votación de los venezolanos en el exterior no debería limitarse a las capacidades logísticas y consulares del estado. El acto de las primarias es un acto ciudadano y las formas del voto en el exterior deberían concebirse, con la tecnología segura disponible, como un acto universal en el que se permita expresarse a cualquier compatriota aunque no esté cerca de un consulado.
Ninguna exigencia en este debate debe ser estigmatizada como una intención de «enredar» las cosas o interpretada como una presión a la CNP. Es un debate que debe abrirse democráticamente.
De los candidatos inscritos, varios han manifestado observaciones y la Comisión de Primarias debería tomar nota y abrir un cauce para discutir esos temas.
También deberíamos señalar que una campaña contra toda observación y contra este debate no es democrática. Valdría la pena considerar que los candidatos actúan de buena fe cuando lo hacen y entender que quienes están mejor colocados en las preferencias de los electores, son los menos interesados en entorpecer el proceso.
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Los demócratas venezolanos deberíamos felicitarnos del calor ciudadano y popular que esta iniciativa está tomando y prepararnos para el ataque que vendrá desde fuera. Tener listos acuerdos de mutuo respeto en la campaña y a los resultados y apuntar a buscar los mecanismos de gobernabilidad para un país que puede entrar en una transición tan fascinante, como peligrosa.
Julio Castillo Sagarzazu es maestro.
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