Victoria chimba del heredero, por Teodoro Petkoff
Supuestamente ganó Nicolás Maduro. Es, por ahora, el presidente de Venezuela hasta enero del año 2019. Hoy más que nunca se demostró que el país está dividido en dos mitades iguales. La diferencia fue apenas de 1,59%, victoria pírrica dado el uso abusivo, descarado, bochornoso de los recursos públicos a favor de la candidatura de Nicolás Maduro. Y que permite afirmar que, sumadas las denuncias de Capriles sobre los abusos y desmanes en el acto mismo de los comicios, que es otra la auténtica mayoría popular que indican los números del CNE.
La alcahuetería del Consejo Nacional Electoral le dio mayor fuerza todavía a ese ventajismo. El ente comicial, sus cuatro rectoras, olvidaron su función de árbitro y actuaron, como ha venido ocurriendo en los últimos procesos electorales, descaradamente a favor del candidato gobiernero. Legitimidad por la cual, desde ayer, habrá de luchar sin sosiego. Ya que no tomó prácticamente ninguna decisión para evitar las violaciones a la normativa electoral que el mismo ente comicial ha dictado. Los militantes del PSUV hicieron lo que les dio la gana en una parte importante de los centros de votación. Apenas el Plan República tomó algunas acciones.
De otra parte se abre un nuevo período nacional que se anuncia muy difícil desde el punto de vista económico y social, con un presidente que no pareciera tener las mínimas destrezas suficientes para afrontarlo. Estas dificultades no son producto de la casualidad, sino consecuencias de las políticas aplicadas por el fallecido presidente Hugo Chávez, quien lega a sus herederos una deuda pública y externa astronómica, un déficit fiscal de 15%, un aparato productivo severamente lesionado y una inflación que sigue siendo record mundial.
El deterioro de los servicios públicos es alarmante, la seguridad social prácticamente inexistente, la vida está en manos de un hampa desatada que ha contado con la incapacidad y la alcahuetería del Gobierno. La corrupción administrativa es ya legendaria y su impunidad escandalosa.
La moral pública ha llegado a niveles del disparate sistemático, la podredumbre ideológica y un lamentable deterioro de las instituciones públicas. Pobre Venezuela.
Obviamente con esa victoria de mierda, como diría Chávez, y un país fracturado y enfermo de muchos males no queda sino seguir luchando por la ansiada democracia decente y una real perspectiva de modernidad y progreso. Desde hoy mismo.