Vidas y comidas en jaque por extenso apagón nacional

La normalidad no existe cuando hay apagón, y si es el más extenso en la historia de Venezuela el asunto es peor. Se pierden vidas, pero también comida en un país en el que cada bocado es cada vez más un lujo
Katherine Prays vive en Caracas y, con dolor, admite haber perdido comida. En un país con escasez de alimentos superior a 60% y con el 94% de los hogares venezolanos, según Encovi, sin ingresos suficientes para poder pagar la canasta alimentaria básica, ella vio cómo lo que tenía en su refrigerador se pudrió. La electricidad que se fue a las 4:50 del jueves no volvió por su zona hasta pasadas 23 horas.
En ese tiempo, Katherine no pudo comprar hielo por no tener efectivo, pues los datáfonos estaban apagados también. «A mis hijos les di a temperatura ambiente algo de lo último que pude cocinar: arroz y carne. No tenía más nada. El resto de la comida se fue perdiendo porque mi cocina es eléctrica, como la de todos mis vecinos. No tengo familiares en Venezuela a dónde acudir, pues emigraron». El viernes en la noche pudo abastecerse de algunas chucherías y leche, su desayuno para el sábado. El resto del día sería improvisar, pues a mediodía volvió a irse la electricidad en un nuevo apagón nacional.
Argelia Ramos lo vivió peor. Su hijo es asmático y cuando tuvo un ataque respiratorio no pudieron encender el nebulizador doméstico. Trataron de calmarlo para que poco a poco pudiera respirar mejor, pero fue inútil. Fue asistido utilizando técnicas manuales con medicamentos antialérgicos y de tipo Aero Chamber pediátrico, hasta que pudieron conectar el nebulizador doméstico durante las apenas dos horas en que volvieron a ver luz. De haber tenido que acudir a un hospital, quizá lo hubieran encontrado sin luz.
Según la ONG Médicos por la Salud, conformado por trabajadores públicos de todo el país, solo el 52% de los hospitales con planta de electricidad pudieron operarlas. En algunos casos, como en el hospital Domingo Luciani de Caracas, hubo que intentar prenderla hasta cuatro veces hasta que por fin se activó. Cuando se va la luz, como ha ocurrido allí tres veces desde el jueves hasta este sábado, el suministro alternativo puede tardar hasta tres horas para estar disponible. Y es uno de los centros privilegiados.
A mediodía de este sábado, se contabilizaban 13 personas fallecidas en el Hospital Manuel Núñez Tovar de Maturín, en Monagas, por razones adjudicables a los apagones. Otra víctima se registró en el Hospital de Niños J.M. de los Ríos, en Caracas. Y los gremios de la salud trabajaban para confirmar otras dos muertes ocurridas en el país. La tarea era harto complicada porque la electricidad y la disponibilidad de comunicaciones telefónicas en las regiones del interior del país es muy precaria. Había estados completos, como Lara, Zulia, Trujillo, Portuguesa y Barinas, que continuaban a oscuras luego de más de 40 horas.
Una enfermera del hospital Domingo Luciani no había querido abandonar su puesto de trabajo. «Ya llevo más de 16 horas seguidas aquí, pues afortunadamente hay luz. Aquí han llegado pacientes de toda Caracas y de zonas aledañas donde no pueden ser atendidos. Entonces nos ha tocado muy duro. Yo no me quiero ir hasta que no tenga un buen relevo, pero mis compañeros no han podido llegar bien pues no hay Metro ni transporte público, y siguen los apagones», contó la enfermera Roselia Matos. En su casa la esperaba un refrigerador con comida descompuesta. «Sé que en mi casa no ha habido luz desde el jueves porque mis vecinos me han contado. Pero ni modo, prefiero quedarme atendiendo gente aquí que correr a salvaguardar dos pollos crudos».
Pasadas las 11.30 de la mañana del sábado volvió a irse la luz. El gobierno trataba de poner a operar las plantas generadoras pero, explicaron trabajadores de la empresa estatal de energía, «sin el sistema de 765 kilovatios será muy difícil. La escasa demanda que se había podido recuperar en la Gran Caracas debe provenir del sistema a 400 kV que también viene de Guri -donde se generó la falla el jueves- pero de las pocas unidades que deben estar operativas allá».
El sistema eléctrico venezolano tiene grandes líneas de 765 KV que distribuyen energía a 65% del país, el resto se alimenta de generación termoeléctrica descentralizada. Pero el colapso eléctrico es tan profundo que ninguno de los sistemas pudo volver a activarse plenamente más de 40 horas después del primer incidente. «Hasta que no logren restablecer el sistema de 765 KV vamos a estar en serios problemas, expuestos a un importante racionamiento de carga y a reiteradas interrupciones de servicio en todo el país», detalló el ingeniero de Corpoelec, resguardando su identidad.
Entretanto, el gobierno nacional decía que se había recuperado ya 70% del servicio eléctrico a escala nacional. Pero pocos podían enterarse de los avances, pues incluso la conectividad a internet cayó en 96% en todo el país, según reporte del observatorio internacional NetBlocks.