Vieja máxima aún vigente, por Rafael A. Sanabria M.
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«En política quien no olvida no vence
Quien no perdona no triunfa»
Cecilio Acosta
El 4 de febrero de 1855 la presidencia del país pasó nuevamente de José Gregorio Monagas a su hermano José Tadeo Monagas. Hubo actos y discursos en los que sobresalió Cecilio Acosta, quien acudió a felicitar por parte de la Universidad Central de Venezuela. Él expresó: «yo hablo es de la situación y no de los hombres, del porvenir y no del pasado. Para lo pasado, velo, en política quien no olvida no vence, quien no perdona no triunfa. La magnitud y la tolerancia son las grandes virtudes del gabinete. Flojos ya y sin fuerza los resortes de los partidos políticos, amellados los filos de los odios, sin crédito los apellidos de bando, diezmadas las poblaciones por la guerra, cansados los ánimos, yo no veo más que un pensamiento común: el pensamiento de la paz, una idea arraigada, la idea del progreso, un voto ferviente, el voto de la unión. Cómo náufragos salvados, los que antes nos saludábamos en el puerto de salida, nos abrazamos después al vernos juntos en la playa. Es más estrecho el abrazo, si esa playa es la playa del destierro».
Siglo y medio después recordamos la vieja frase. No es solo llamamiento a quienes gobiernan para que busquen el equilibrio sino también al sector opositor que pierden la visión de su objetivo, si es que ese objetivo es el bienestar del país.
Hablaba Acosta de destierro, hoy diríamos diáspora de venezolanos sobreviviendo en otros países. ¡Borremos la palabra odio de nuestros códigos! Las cicatrices deben sanar por el acendrado amor a esta patria que no es otra cosa que cielo, aire, clima, tierra y la paz inalterable del hogar, donde es tan dulce el sueño. En los hombres líderes de hoy están colocadas las esperanzas de Venezuela.
Hay un pueblo que quiere un libro en blanco para llenarlo de esas ideas y fomento que hacen florecer los campos, enriquecer los talleres y prosperar la sociedad. Estamos cansados de tanta discordia, hartos de la Venezuela fragmentada, queremos llegar por fin a la tierra de promisión. A la vuelta de la esquina está la nube de fuego que es esa juventud brillante que está en las escuelas, liceos y universidades, ella iluminará nuestra senda y dará sus frutos.
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La historia política de Venezuela es circular, cambian los nombres pero no los procedimientos, que se repiten una y otra vez. La mayoría de los líderes y caudillos lo han sido porque despiertan un sentimiento fácil y terrible como el fuego, favoreciendo la disputa sobre el acuerdo, como camino fácil en lugar del razonable argumento, y para saciar la propia revancha conducen a toda una nación por despeñaderos. Escudados en el recuerdo del ojo que, supuestamente, a alguno le sacaron, nos conducen a ser un país de tuertos. Seguimos repitiendo los mismos modelos de ayer, rivalidades entre caudillos, hoy rivalidades entre líderes políticos.
En 1958 hubo un deseado cambio de régimen, pero cometieron algunos errores por buscar la revancha. Las circunstancias cambian constantemente, el mundo avanza y el nuevo régimen no se mantuvo al paso, finalmente sufrimos un declive porque no se adaptaron al avance de la población. Luego, casi con el siglo se inició un nuevo régimen, cometiendo crasos errores por los «ajustes de cuenta» y también el nuevo régimen se quedó fosilizado en la permanente lucha contra fantasmas muertos.
Hoy nuevamente se vislumbra un cambio necesario y ya vemos a sus protagonistas afilando las uñas, unos para que nada cambie, cocinándonos en la desesperanza, y otros para arrollarlo todo, cacareando, lista en mano de las venganzas y supuestas deudas a cobrar, como si cambiar significa renunciar a la justicia clara y suficiente que ya está escrita, en favor de persecuciones y el «bochinche, bochinche» que ya acusara Miranda cuando lo llevaban a entregar a los españoles.
Cecilio Acosta le habló a Monagas y éste no le escuchó, de allí su fracaso. Después surgió la Revolución de Marzo y luego la Guerra Federal donde lucharon venezolanos contra venezolanos. ¿Será que los venezolanos de hoy romperán en una lucha unos contra otros? ¿Eso pretenden? ¿Es que la destrucción actual del país y el dolor clavado en cada venezolano aún no es suficiente?
Nelson Mandela al asumir la presidencia llevó como vicepresidente a quien de horrible manera, por décadas, le mantuvo preso. El quizá tenía una deuda personal que cobrar pero prevaleció el amor patrio. ¡Grande Mandela! En Chile, por sobre la constitución hecha por Pinochet y los miles de viles crímenes cometidos, iniciaron en paz una nueva era de reconstrucción del país. ¿Acaso no somos grandes los venezolanos? Creo que la gran mayoría, modestamente dicho, sí lo somos.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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