Violencia electoral, por Jesús Elorza
Twitter: @jesuselorza
El sector deportivo venezolano fue estremecido al conocerse la noticia del atentado contra un dirigente deportivo. Entrenadores, atletas y dirigentes se preguntaban sobre las causas que pudieron dar origen a ese lamentable hecho.
Unos llegaron a pensar que lo acontecido no pasaba de ser un atraco al que nos tiene acostumbrado el hampa. Otros pensaban que a lo mejor todo fue producto de una simple discusión y de allí pasaron a violentarse los participantes.
Pero al enterarse de que el dirigente de la Federación Venezolana de Deportes Acuáticos, Ender Luzardo, al salir de una reunión en el Instituto Nacional de Deporte, fue interceptado por un motociclista que, pistola en mano, lo encañonó y colocándole el arma en su cabeza, lo increpó diciéndole «Mira mamague…te vamos a quebrar si sigues metido en las elecciones de la natación. Renuncia a la federación sino te partimos ese cu…Ya sabemos dónde tú te quedas aquí en Caracas y también tenemos precisados la dirección de tus pures. Mejor quédate en Barquisimeto porque si sigues echando vainas en las elecciones de la federación eres hombre muerto».
El pensamiento generalizado en todo el sector deportivo fue el de considerar que se estaba en presencia de una escalada de la violencia en el marco de las elecciones federativas. El escatológico lenguaje del sicario no dejaba lugar a dudas.
El objetivo de la amenaza de muerte era electoral, para amedrentar al dirigente y lograr que se retirara del proceso eleccionario de la federación. Tocará a los organismos policiales la identificación plena del pistolero y del autor o los autores intelectuales de este acontecimiento criminal.
Anteriormente, en el calor de los procesos electorales federativos, las discusiones solo llegaban a alcanzar empujones o mentadas de madre, pero no se iba más allá. Pero con el tiempo, la violencia electoral fue elevando su intensidad y fuimos testigos de cercos presupuestarios, entregas discriminadas de providencias administrativas y maletinazos para la compra de apoyos y votos que hicieran posible alcanzar la presidencia de una federación o el Comité Olímpico. Mas adelante, se impuso un cerco jurídico para anular o intervenir a las federaciones que no estuviesen de acuerdo con el régimen.
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También en la escalada de la violencia electoral se hizo presente “el secuestro” y allí está el lamentable caso del dirigente deportivo Miguel Obando, a quien siendo aspirante a la Federación de Karate Do, el día 19 de septiembre de 2021, le secuestraron su hijo y el mensaje de los malandros fue “dile a tú papá que se pire del país o lo chuleteamos». Policialmente el caso sigue sin resolverse.
Destaca también en este historial de violencia, las palabras de un dirigente olímpico que en una conversación dijo: «tengo una pistola en mi escritorio pa’ caerle a tiros a los que estén en contra nuestra”. Con razón este triste personaje es conocido en el medio deportivo como «el pistolero olímpico».
En síntesis, se puede señalar que la violencia electoral en el sector deportivo es producto fundamentalmente del deseo de tener el control del sector federativo u olímpico y la confrontación se agudiza porque los contendientes representan a instituciones como el Ministerio del Deporte, el IND y el Comité Olímpico Venezolano, quienes en su política de perpetuarse en el poder buscan tener el control de los votos federativos. Por ello, se hace imperativo que se abra una averiguación policial sobre el sicariato, para erradicar este flagelo que hoy afecta al sector deportivo.
El deporte en su conjunto, demanda de la Fiscalía General de la República una investigación sobre estos hechos, para determinar las responsabilidades penales de los autores materiales e intelectuales.
Jesús Elorza es Licenciado en Educación, profesor en la UPEL
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