Virutas (Capriles, Francisco I, pandemia y elecciones), por Fernando Rodríguez
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1.Henrique Capriles habló. Un relativo largo tiempo después de la derrotada intentona de ir a elecciones aunque fuesen una carrera de obstáculos. Esos silencios parecen ser de su preferencia. Es una táctica lícita de algunos políticos después de una derrota el dejar que el tiempo atempere los efectos públicos de ésta. No sé si siempre rinde esos efectos, es posible que alguna vez.
En otras la gente razona: éste pone la torta y se va de vacaciones como si nada. Habría que ver en cada caso.
Pero lo cierto es que vino con una proposición muy extraña que es algo así como que Fedecámaras se coloque al frente de las transacciones con la dictadura. En todo caso que hable con los gringos para tratar de levantar las sanciones a cambio, me supongo, que por cuotas de decencia democrática. Bastante curioso que nuestros hombres de empresa, los que manejan el dinero, muy disminuidos por cierto, representen al martirizado pueblo venezolano, el 80% y más dicen las encuestas serias, como Encovi.
En el fondo pareciera que también se trata de torear a los partidos, ciertamente amilanados, pero que al fin y al cabo son la política existente. La idea sería robustecerlos y no asumir la peligrosa antipolítica, de tan oscuros antecedentes. Pero bueno habría que esperar que haga más extenso y detallado su discurso, ojalá no haya entre tanto otro prolongado silencio. Lo seguimos considerando un demócrata, ahora muy imaginativo, inventando inéditos caminos.
- Soy de los admiradores del papa Francisco. Y no se puede dejar de señalar sus dos últimas proezas ideológicas (sic). La primera la encíclica Todos hermanos, donde niega sin clemencia al liberalismo como solución a los problemas de nuestra apaleada humanidad presente. Sí, sirve para producir, pero no conduce a la igualdad y la justica social. Y esos principios están política y moralmente sobre la propiedad privada y el afán de lucro que la mueve. Así de sencillo y claro. Igualmente rechaza el populismo que produce monstruos de la más diversa especie, cosa que ya sabemos en carne propia. Y que Europa sufre en el ascenso del fascismo y el racismo, en ese profesor francés degollado por ejercer la libertad de cátedra justo a propósito de la libertad de expresión o en ese discurso histórico de Vox en el parlamento español, tan pero tan reaccionario que hasta los divorció del PP, “no somos como ustedes”. Para referirnos a sucesos sonados de estos días.
- El gobierno de facto venezolano al parecer ha decretado el próximo fin de la pandemia, ya las cifras de contagios hasta han bajado de los cuatrocientos y los muertos de 10. Somos un fenómeno mundial, mientras Europa se aterra ante la virulencia del segundo rebote y comienza a tomar medidas extremas, y gigantones como Estados Unidos y Brasil no salen del primero (hasta sus irresponsable patriarcas la han padecido personalmente) nosotros, ¿será por Bolívar o José Gregorio o Chávez?, abrimos playas y futuros vuelos y nos preparamos a un gran bonche navideño ya decretado, con todo y pernil, y sobre todo CON ELECCIONES parlamentarias. Esto choca frontalmente con los criterios científicos que siguen hablando de un crecimiento exponencial y que las cifras oficiales son grotescamente falsas, que son entre 5 y 10 veces mayores, similares a las dadas en el tercer boletín de la Academia y a las que nos comunican otros expertos. Y que van a ascender a los catorce mil casos diarios en los inmediatos meses de noviembre y diciembre. Lo cual nos pone en sintonía con nuestros países vecinos, ¿por qué tendríamos que ser una excepción?
Si esto es así, la alteración de las cifras no solo se deben al factor cierto de la caída de las ya muy deficientes y absolutamente insuficientes pruebas diarias y otras fallas de nuestro destruido sistema sanitario sino a una siniestra intención política, de promover la participación electoral en unas elecciones sin destino y a vender una imagen de un país feliz cuando está agónico en todas sus funciones, hasta las más primarias.
Pues bien esto es un crimen literalmente, muchos venezolanos van a morir por esta propaganda falaz y perversa. ¿Vio usted las fotos de prensa de las multitudes apiñadas en las puertas del Saime para buscar cédulas?, ¿Qué queda allí de la famosa e imprescindible “distanciamiento” para evitar el contagio?
De prolongar esta falsa imagen de salud colectiva lo que podemos lograr es algo parecido a un crimen realmente masivo. Cuídese pana, que a usted nadie lo cuida.
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