Virutas, por Fernando Rodríguez

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- El mundo se acomodaría bastante si uno de los factores mayores de poder, la presidencia del primer imperio mundial, pasase a otras manos que la de ese rinoceronte sin sesos y sin moral que hoy la detenta. Todo se modificaría para bien en diferentes medidas, desde el cambio climático, a la estabilidad de las relaciones comerciales mundiales, a las amenazas bélicas o el trato con minorías y migrantes, por ejemplo. Hasta la salud de la verdad, tan afectada por el más poderoso mentiroso del planeta, que abunda en falsedades diariamente, ya van miles según el Washington Post. Hoy todo parece que va a ser así ya que las encuestas le dan a los demócratas más el 10% de ventaja a pocas semanas del evento electoral. Mucha gente que quiere su salida se muestra escéptica y hasta puede opinar que Trump va a ganar. Esto es un reflejo bastante primitivo que proviene de la elección anterior en que nadie sensato podía pensar que el hipopótamo iba a ganar y gano. ¿Por qué ahora no? Simplemente porque nada obliga a que las cosas que sucedieran una vez se repitan. Pero bueno los humanos solemos movernos también por esos miedos irracionales.
Una subespecie interesante es la de los venezolanos que quieren que gane el tipejo, así el mundo se enferme gravemente, porque es nuestro patrón y quien nos ayudará a salir de nuestro monstruito local y su tribu que tanto dolor y miseria nos ha traído.
Tanto que ya no nos reconocemos en los espejos, no, no somos los venezolanos que ayer fuimos, somos sus sombras o sus sobras. Pues habría que recordar que nada muy efectivo hizo en estos cuatros años, ya que la pandilla local sigue allí sin mayores amenazas inmediatas y visible. Y el país se desangra día a día entre otras cosas por el agregado a las mutilaciones chavistas esenciales unas sanciones que no acaban de probar sus efectos exterminadores de ratas y cucarachas y si han reforzado el sufrimiento generalizado.
Yo apostaría a una política más reflexiva y sensata de los demócratas, menos demagógica y exhibicionista, que no anuncie a cada rato la caída inminente del tiranuelo criollo, y realmente ayude a lograr la libertad deseada por todos los venezolanos decentes.
- 2. Sobre todo los vulnerables, yo soy hipervulnerable según mi médico (viejo, diabético, hipertenso, fumador bravo de medio siglo…) leemos con cierta angustia la hora en que la vacuna venga a liberarnos de nuestros encierros. Un consuelo es que seremos de los primeros, después del personal sanitario, en obtener la inmunización. Eso parece adquirido. El problema es la fecha y allí si hay polisemia. A fines de año, en el primer trimestre, en el verano nórdico, quién sabe cuándo…Yo he decidido no leer más al respecto. Más vale pensar que esta prisión será perpetua y obtener como un don precioso y gratuito el recorte de la pena. Es una actitud poco racional, pero qué diablos.
- 3. A mí me vino en estos días la idea de a cuantos hemos olvidado que han sido figuras del gobierno y la oposición. Seres estelares de un momento que desaparecieron y nos olvidamos casi por completo de ellos. Me vino a la cabeza contemplando la foto del general Raúl Salazar, con motivo de su deceso. La vi un rato, claro que sí, pero cuándo, cómo. Mi mujer ayudando, y sin Gooogle, reconstruimos bastante. Sobre todo el sentimiento de que confiábamos algo en que ese ministro de la defensa, a un tiempo serio y gentil, ponderado, podría ser el hombre que le metiera las cabras en el corral al tenientillo parlanchín y pendenciero, No fue así pero terminó por cansarse de hacerse cómplice de tanta vejación de sus fuerzas armadas y se retiró con dignidad. Punto para la casa.
Ya algo similar, pero más expedito, nos había sucedido con el general Eructo de furtiva aparición después de años en la oscuridad. Pero empezamos a darle vueltas a nombres otrora muy sonoros y ahora en la mayor oscuridad. ¿Se fueron?, ¿murieron?, ¿volverán alguna vez? La revolución se traga a sus hijos, al menos los borra y de paso a los que la combaten también. Que largos estos años, cuantos acontecimientos truculentos y aspaventosos y cuantos caídos o idos.
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