Virutas, por Fernando Rodríguez
1. La cultura nacional desaparece día a día. Las universidades autónomas son degredos. Quedan dos o tres librerías, digamos que cultas y que traen escasos libros. Aquí no se publica casi, y buena parte de su oferta es de libros usados más o menos selectos, Hay libros de autores venezolanos publicados fuera que no llegan a Venezuela (sic).
¿Desde cuándo no va al cine, a una sala, digo, no Netflix, ese enorme basural con escasas excepciones? Carlos Oteyza me contaba en estos días del fracaso de la exhibición de su RR (Rómulo Resiste), un estupendo testimonio documental sobre Rómulo Betancourt, el nacimiento de la democracia, que otrora ha debido interesar a unos cuantos, como Cap 2 intentos. No existe la estructura mínima para poner a circular y promover un filme y la gente no quiere ir al cine. Todavía puede verse, véala
¿La cinemateca existe o algún museo tiene actividad? Le juro que no sé. Y mi vida toda transcurrió por esos lados de la Plaza de los Museos, hasta presidí por cinco años la Cinemateca. Y he oído de dos o tres exposiciones interesantes, de las cuales he visto una, estupenda de verdad, que es la de Mercedes Pardo en la Ascaso.
De la música no oigo convocatorias. Igualmente, del teatro. La prensa apenas le dedica lo que puede, muy poco, a la promoción. En el tiempo pasado, pasadísimo, había cuerpos enteros de algunos diarios dedicados a la cultura, amén de revistas y algunos medios. Sienta también usted este reporte de la desolación y acompañe a los heroicos esfuerzos de algunos venezolanos que todavía luchan porque el espíritu no muera, los hay y hay que loarlos.
2. ¿Va a haber una gran abstención en noviembre? Pareciera que sí. El rector Roberto Picón, a quien conviene una elección de alta concurrencia, habla del 50%, Leopoldo ya dijo que no vota y María Corina ni se diga, todo votante es un entregado o un engañado. No hay que olvidar los millones de migrantes que no votarán, en cinco 0 seis millones debe haber tres millones de votos o más. Un pequeño desastre para los dos bandos. Pero el argumento mayor que puede influir es que el gobierno sigue haciendo barbaridades y recibiendo amenazas operáticas venidas de su ominoso pasado, Saab o el Pollo, etc. Baduel martirizado, los presos políticos, los partidos formalmente descuartizados, etc. Asuntos que el gobernador de Apure o la alcaldesa de Boconó no van a modificar. Mucho menos los mochos de los concejos municipales y las asambleas. ¿Qué si yo voy a votar? El voto es secreto, amigo. Pero no, ya se lo diré, lo prometo.
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3. Dice un docto médico, José Felix Oletta, epidemiólogo, exministro de Salud, que el pico del coronavirus en que andamos, el mayor de toda nuestra pandemia según Julio Castro, debe ser unas diez veces mayor que lo que dicen las cifras gubernamentales y nada indica que va a cesar de crecer. Mucho menos con las medidas locas del gobierno, como decretar navideño el mes de noviembre, asunto ni siquiera cónsono con nuestras tradiciones, vulgar propaganda electoral. Y una desastrosa campaña de vacunación.
Y, agrego yo, abrir las escuelas que sí es asunto necesario, pero como ya se comienza a ver la asistencia es muy escasa, por la falta de mínimas condiciones sanitarias. Además de esa política de vacunación insensata, la tradicional miseria higiénica de nuestros centros educativos públicos crea un dilema trágico.
Ojalá y estos «me da la gana» de la dictadura no cuesten millares de vidas, como ha sucedido en tantas partes del planeta y aun en los países vecinos muy cercanos
Fernando Rodríguez es filósofo. Exdirector de la Escuela de Filosofía de la UCV.
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