Virutas, por Fernando Rodríguez
1.-El contingente de observadores de la Europa Unida, comandados por Borrell –no olvidarlo para lo que sigue– deben andar algo confundidos. Lo primero es porque los sectores radicales le han atribuido al mentado muy alto funcionario el alcahuetear unas elecciones tramposas, obra del tirano más sancionado y desconocido del planeta. Y ellos, más de un centenar variopinto, serían sus dóciles ejecutores.
La verdad es que, aunque el canciller europeo tenga sus discretas afinidades con algunos de los adversarios de la tiranía, los más blandos, basta que toda la oposición más representativa haya aceptado participar en la competencia para que Borrell y su combo puedan participar, salvo de caer en aquello de ser más papista que el Papa. Y al parecer los Estados Unidos, el capo di capi, ha dicho que no ve inconvenientes con la observación, aunque habría que ver en ambos casos, la oposición venezolana más dura y Biden, con qué grado de pasión.
Ahora bien, resulta que, de pronto, el Partido Popular Español ha decidido no participar en tan abominable evento que no servirá sino para mayor gloria del despreciable tirano que lo convoca. Es un golpe inesperado y algo tardío que se puede sortear invocando que el PP es un partido muy reaccionario y opositor en España en toda circunstancia y hasta por algún nexo familiar en este caso. Pero golpe al fin.
Ahora bien, la cosa se complica mayormente por una razón más o menos escondida. El centro de la unidad opositora está constituido por dos partidos, por ahora secuestrados por la dictadura, Primero Justicia y Voluntad Popular, unificados a otros en una sola tarjeta. Para lo que nos interesa aquí PJ es enfáticamente pro voto y VP ha dicho que sí, pero con cara de perro, optando por buscar en el diálogo mexicano interrumpido una fecha de elecciones presidenciales que acaben de verdad con esta tragedia de más de dos décadas.
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Europa pareciera, en la medida que su diversidad lo permite, inclinarse mayormente por los votófilos y Biden y los suyos por el lado más tajante de Guaidó y VP. Esta divergencia emerge de vez en cuando, con sutileza y sin sutileza. Debe confundir mucho a los observadores.
Pero lo más curioso es que se suponía que Maduro era el más interesado en que Europa observara el proceso porque esto lo legitimaba en alguna medida ante la comunidad internacional, lo podría hacer menos siniestro. Eso no parecía estar en cuestión. Pero resulta que en esta semana el segundo hombre de la dictadura –¿segundo, seguro?– la emprendió contra la delegación acusándola de profanar la soberanía nacional, estar en contubernio con Juan Guaidó, tener ya un informe precocido y supuestamente negativo, intervenir en asuntos internos…en fin una banda de infiltrados destinados a demostrarnos que se comporta como si fuésemos su colonia.
¿Y entonces? ¿Para que los hicieron venir? . Y todavía podría pasar más. Probablemente después del evento. Buena vaina, canciller. Qué irán a decir los noruegos y otra gente seria.
2.-Yo siempre admiré la gesta de Ocariz en Petare. Ese señorito, rodeados de unos pocas panas, sembrando conciencia en el propio seno del pueblo, hasta hacerse, día a día, un liderazgo que terminaría en la alcaldía. Ahora que ha hecho ese gesto para lograr una unidad posiblemente ganadora recuerdo con admiración a aquel joven Quijote. ¿Y saben una cosa?, Puedo creer que de verdad su renuncia es más una generosidad ética que una jugada política. Al menos un compuesto legítimo de ambas cosas.
3.-¿Se estarán despertando las costumbres electoralistas de los venezolanos entumecidos desde hace varios años? ¿De ser así hasta una situación interesante podría emerger?, ¿Quién quita?
Fernando Rodríguez es filósofo. Exdirector de la Escuela de Filosofía de la UCV.
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