Visita escolar a Miraflores, por Beltrán Vallejo
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En la escuela de mi nativa Ciudad Bolívar fui participante, y con mucha frecuencia, de giras organizadas por mis maestros, que eran muy creativos en eso de realizar visitas a museos, lugares históricos y parques. Con esos docentes muy capacitados dichas jornadas se planteaban como unas actividades complementarias que incentivaban mi interés en los temas de estudio.
En el caso que les comento a continuación, en los términos de la pedagogía, pero de la infamia; el país ha sido informado de las recientes giras de algunos personajes de la politiquería que en caravana aceptaron golosos las invitaciones emanadas desde Miraflores donde fueron recibidos por un Nicolás bien sonriente y dicharachero.
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El pasado 2 de diciembre, Nicolás se reunió con la comandita de la denominada «Alianza Democrática». En el Salón Boyacá se acomodó esta «visita escolar» representada por el que usurpa la tarjeta de lo que alguna vez se llamó Copei, un tal Juan Carlos Alvarado. También se asomó el que usurpa la tarjeta de Acción Democrática, ese que imita ramplonamente a Carlos Andrés Pérez, el inefable Bernabé Gutiérrez; Luis Augusto Romero, el que le arrebató la tarjeta de Avanzada Progresista a Henry Falcón; y el otro secuestrador de tarjeta, el Luis Parra. No podía faltar los otros pícaros de José Brito y de Timoteo Zambrano, aunque faltó Kiko Bautista, por el «Partido Globovisión», y parece que también faltó el negro Claudio Fermín, porque genera una repugnancia tan insoportable hasta para el mismo Maduro.
Me dijeron que después estuvo Antonio Ecarri, el de la denominada Alianza Lápiz, quien al salir de la reunión quiso contarle al país una de vaquero expresando que habló con el hombre y llegaron ambos dos a un acuerdo para desarrollar un plan piloto para mejorar el PAE en las escuelas; y no contento con eso, el susodicho también le solicitó al gorilón que reincorporara a Venezuela en la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura. ¡Caramba! Dicen los observadores de dicho encuentro entre «Bolívar y Morillo» que Maduro lo miraba y lo escuchaba con mucha atención; y a todas sus exigencias, el mandamás de Miraflores, le decía: «sí y sí; aprobado y aprobado, y más antes hubiera venido señor Ecarri para que me iluminara con su sapiencia». Ecarri cree que el venezolano es pendejo.
Resulta que Maduro y esos «opositores» lograron «consensuarse y acordarse» para la realización de unas elecciones «libres, trasparentes y justas». O sea, para Maduro es más cómodo y se siente más feliz llegando a acuerdos con esas caricaturas de enemigos del régimen; él puede llegar a acuerdos con ese tipo de «oposición». Yo creo que buena parte de los venezolanos no somos ni bobos, ni tontos. El diseño de esas caricaturas de reuniones, y que con la «oposición mayoritaria», es tan burdo, tan bufo, que le hace un favor significativo al verdadero sector que es franco enemigo de este régimen o sultanato del ladronismo, del crimen político y del saqueo de una República.
Que no me salga ningún gafo queriendo hacer paralelismo entre este encuentro de Maduro con sus títeres y las reuniones que se dan en México entre el régimen y la oposición, porque estas últimas sí se plantean entre dos bloques en pugna en la lucha por el poder y enmarcadas en un contexto geopolítico también en confrontación entre democracia y autoritarismo cuyo epicentro es ahorita la guerra de Ucrania.
Venezuela tiene que estar consciente de que Maduro comenzó su sainete con sus títeres. «¡Qué comience la fiesta!», dijo él.
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