Vivimos pariendo, por Gabriela Rojas

Esto que le voy a contar quizá parezca sorprendente, pero creo que es necesario: en el mundo exterior, fuera de las fronteras patrias es marzo de 2020 y estamos en el siglo XXI.
A veces es confuso para nosotros los venezolanos, en vista de que volvió la leña como sistema de cocina, las velas son artículo de primera necesidad, el agua hay que buscarla en las montañas o sacarla de los pozos y esas epidemias ya erradicadas como malaria, por ejemplo, están encabezando listas de mortalidad.
Pero aún así y con la anormalidad como forma de vida debo confesar que no pude dejar de sorprenderme al escuchar esta frase (y mucho más cargada de aquel orgullo):
¡A parir, pues, a parir! ¡Todas las mujeres a tener 6 hijos! ¡Que crezca la patria! ¡Música!”.
Hay cosas que no se deberían explicar porque como dice mi abuela –una mujer que nació en 1938 y tuvo 6 muchachos- a veces es gastar pólvora en zamuro, pero capaz y sirve de algo: las mujeres en el resto del mundo llevamos varios siglos luchando por lograr la autonomía económica, sexual, y en especial la reproductiva, porque ese pensamiento de que somos solo un útero que sirve como mano de obra paridora gratuita, es por decir lo menos, algo medieval.
Pero más allá de explicar el profundo machismo y pensamiento retrógrado que implica esa frase, me quiero detener en la realidad de un país que tiene la tasa más alta de embarazo en adolescentes de Latinoamérica, que es solo comparable con países de África, un récord nada atractivo considerando que todos los organismos internacionales de salud, economía y que realizan investigaciones sociales lo identifican como un pésimo indicador de desarrollo, que trae consigo un altísimo índice de deserción escolar para las niñas y las mujeres, sin contar que está asociado a la reproducción de la pobreza y la disminución de oportunidades para el ascenso social.
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Pero no tiene que creerme a mí y mucho menos cuando el gobierno se declaró “feminista” porque tiene un Ministerio de la Mujer que bien podría ilustrarle más datos al respecto, o puede preguntarle a muchas respetadas organizaciones y mujeres revolucionarias que tienen años en la lucha feminista.
El punto es que, como buena venezolana, vamos a hablar en criollo: yo he parido dos veces, ya le di dos hijas a la patria. ¡Bravo por mí! Pero en realidad en los últimos años, no fueron dos veces. Es que vivo pariendo.
Tuve que parir para encontrar el esquema completo de vacunas, aunque deberían estar garantizadas en el sistema público de salud. También me la paso pariendo para conseguir agua porque llevo tres años viviendo a punta de un racionamiento que me somete a una única e insuficiente hora de agua al día. La paridera por la comida, no se la quiero ni contar porque es agotadora y necesitaría un libro. Y ni decir lo que he parido para comprar útiles escolares y uniformes porque –a pesar de que soy una profesional con trabajo- un día me encontré frente a una tienda con la vergüenza de que no me alcanzaba el dinero para comprar los zapatos para que las muchachitas fueran a la escuela. Parece increíble ¿verdad?
Pero sin ánimos de conmover a nadie porque las paridoras no tenemos tiempo que perder, estoy segura de que muchas venezolanas aplaudirían si en vez de ser ruleteadas en las puertas de los hospitales para recibir a sus muchachos y sumar una, dos, tres, cuatro o seis bocas que alimentar pudieran acceder a métodos anticonceptivos baratos y seguros.
Muchas llorarían de felicidad si pueden volver a la escuela o a la universidad o sencillamente ir a trabajar tranquilas porque cuentan con casas de cuidado para sus bebés (un programa muy cuartorepublicano, por cierto) o si no tuvieran que dar dinero o hacer una vaca entre ellas con la poca comida que les llega en el Clap para que le puedan dar comida a sus hijos en los Simoncitos. Sin contar las que trabajan en la calle vendiendo lo que pueden con los hijos al lado, durmiendo, jugando y medio comiendo en las aceras.
Por eso no escucho la música cuando el llamado es a seguir pariendo. De parte de todas las venezolanas que día a día nos echamos los muchachos al costado, le digo: gracias por la oferta de repoblar la patria que se ha ido quedando sin hijos debido a la diáspora, pero las que estamos aquí ya vivimos literalmente pariendo.
Aquí le dejo un hilo pero no musical:
Atendí una madre hace poco, esta pariendo desde lo 14, tiene 28 años y lleva 7 niños.
Sufre violencia, sus hijos también. No tiene educación y si tiene ganas de ligarse las trompas. Una de sus niñas de 3 años casi se le muere de diarrea y vómito, además de desnutrición crónica.
— Daniela Ropero 🦋 (@DanielaRopero) March 3, 2020
A esta parturienta los milicianos adscritos al hospital Uyapar en Puerto Ordaz, no le permitieron entrar al mismo por lo cual parió en la maleza junto a la morgue pic.twitter.com/u4ddEQeL38
— Aura Rondón (@gordipeco) January 20, 2020
Mandar a las mujeres venezolanas « a parir cada una 6 hijos para la patria» no es más que promover la reproducción de la pobreza y la dependencia de la población.
— Magdymar León🌺 (@MagdymarLeon) March 4, 2020
#EllasMigran | "Carencias y vulneraciones a los derechos de las mujeres han empujado a muchas venezolanas embarazadas a migrar para traer a sus hijos en lugares seguros"
Vía @saludconlupa https://t.co/jYpBLpAeFW— Cepaz (@_CEPAZ) March 2, 2020