Vivir con las sombras o salir de la cueva, por Luis Ernesto Aparicio M.
La mayoría conocemos la famosa alegoría filosófica utilizada por Platón llamada La Cueva, en el libro VII de la República, desde donde intentaba ilustrar la naturaleza de la realidad y la búsqueda del conocimiento.
Esta metáfora representa la búsqueda del conocimiento y la comprensión filosófica. La cueva simboliza el mundo sensible y cambiante que percibimos a través de nuestros sentidos, mientras que el mundo exterior representa el reino de las ideas eternas e inmutables. La liberación de las cadenas y la salida de la cueva simbolizan la iluminación y el camino hacia el conocimiento verdadero.
Comienzo con esta famosa enseñanza de uno de los grandes filósofos que ha conocido la humanidad, no por capricho ni mucho menos por pretensión o alarde de filosofía. Lo hago en el intento de mostrar como en nuestra cotidianidad, sobre todo en la política, podríamos estar asumiendo percepciones limitadas que pueden impedirnos la compresión de la realidad.
Vayamos a un caso político –puede haber muchos– en concreto para ilustrar un poco mejor. En Venezuela, a raíz del descontento por los cuarenta y tantos años de democracia, pero mucho más en los últimos años de su existencia, la mayoría decidió buscar soluciones rápidas y que además incluyera alguna muestra de venganza, la cura de sus decepciones y reivindicación de sus aspiraciones.
Entre las sombras la búsqueda, como todos sabemos, concluyó con la aparición de Hugo Chávez como propuesta diferente, con un mensaje dirigido hacia la descuidada mayoría que se había levantado en las propias narices de los políticos de turno durante los años en los que duró la democracia.
Así, los venezolanos fueron conducidos por un líder que anunciaba cambios profundos para beneficiar a quienes estuvieron desasistidos por tantos años. En la siembra de su narrativa, siempre procuraba vincular sus propuestas con el espíritu de venganza, más que de cambio, puesto que estaba claro que era el deseo de esa mayoría que lo había llevado al poder.
El margen de los herederos de Chávez para que no ocurra con ellos lo que su líder encabezó, les ofrece una ventaja puesto que conocen la cueva y lejos de acercarse a la posibilidad de encontrar la luz fuera de ella, se encierran mucho más para hacer uso de las sombras que se proyectan.
Ahora bien, para quienes reclaman un cambio, el simple hecho de ver que los otros perdieron el gran apoyo inicial no debería ser utilizado como la señal de que todo se ha acabado y ahora toca a ellos asumir el papel del justiciero de turno, por lo que deben buscar y encontrar a una figura que represente sus deseos de ver al otro derrotado.
La solución no está en seleccionar a personas como una fuerza némesis, que, como Chávez, solo obedecen a su individualismo y a una supuesta figura de jefe máximo con la última palabra, encargado de condenar y ejecutar con sus propias manos; olvidando que ese fue el libreto que se utilizó antes de 1998 y durante todos estos veintitantos años de dictadura.
Los dirigentes del régimen saben que esa es una debilidad en quienes buscan un cambio, aunque los expertos digan que es una gran fortaleza y que debe seguirse al pie de la letra todo lo que indique el beneficiado por la mayoría que le encomienda esa, supuesta, tarea. No obstante, desde mi óptica, solo es un factor que fortalece el plan del régimen, que utiliza además, para así mantener más descoordinados a sus contrarios.
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Ciertamente, la de Venezuela es historia conocida o repetitiva, y ya debería dejar de serlo. A veces los ciudadanos, políticos u otras figuras pueden estar «encadenados» por sus propias limitaciones de percepción, egoísmos, influencias sesgadas o información incompleta, por lo que algunas decisiones políticas se toman basándose en «sombras en la pared» en lugar de una comprensión completa de la realidad.
Salir de la cueva política implica reconocer las limitaciones de nuestras percepciones y buscar una comprensión más completa de la realidad. La clave reside en superar las sombras del pasado y trabajar hacia un cambio coordinado y fundamentado. Al unir fuerzas con un enfoque claro y un liderazgo que promueva la iluminación colectiva, los ciudadanos podrán trascender las cadenas de la discordia y construir un futuro basado en la verdadera democracia y el respeto mutuo.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de Prensa de la MUD
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