Voces de la muerte, por Juan Vicente Gómez
La cobertura periodística sobre el supuesto enfrentamiento entre un grupo de delincuentes y agentes del FAES este sábado en Fuerte Tiuna dejó en evidencia algunos de los vicios comunes que “contaminan” las crónicas de sucesos cuando los mediadores informativos copian la jerga policial y reproducen prejuicios con los términos empleados en el relato de los hechos.
El verbo “abatir” suele resultar sospechoso en Venezuela cuando se asocia a acciones de los cuerpos de seguridad del estado. Frecuentemente es utilizado para mitigar brutalidad o uso excesivo de la fuerza. Si un titular señala que las “FAES abatieron a 8 presuntos delincuentes en Fuerte Tiuna” muchos lectores tendrán la tendencia de “justificar” lo sucedido sin reparar demasiado en los pormenores del hecho.
Las FAES se han constituido, en la práctica, en escuadrones de la muerte que aplican ejecuciones extrajudiciales a mansalva. La actuación del sábado ratifica esa tendencia, ingresaron a los edificios conocidos como “Los Rusos” para “desmantelar bandas que distribuyen droga y dirigen robos y hurtos de vehículos”, incurriendo en asesinatos alegando “enfrentamientos desde las personas que se resistían al arresto.”
Abatir nunca puede significar lo mismo que asesinar. Incluso si se tratase de presuntos delincuentes, las personas perseguidas en una incursión como la del sábado todavía tendrían derecho a ser enjuiciadas bajo el “debido proceso” en vez de ser ultimadas en el sitio bajo la premisa de “haberse resistido contra la autoridad.”
Iván Ramón Rojas Riera quedó reseñado como “uno de los azotes que mataron esa madrugada” y su esposa reclamaba no sólo su cadáver en la morgue, sino también explicaciones a las autoridades para que le demostraran pruebas que lo implicaban con los supuestos grupos delictivos del sector. “Nosotros ni siquiera vivimos en esa zona, relató, y la presencia de Iván en Los Rusos fue una mera coincidencia ese día.”
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Hay otro dato que resulta “sospechoso” sobre el presunto enfrentamiento de la Brigada del FAES con el grupo de personas asesinada en Fuerte Tiuna: ningún policía resultó herido. Aquello semejó una “intervención quirúrgica”. Abrieron, “extirparon el tumor”, y se fueron sin un rasguño, sin huellas de la supuesta resistencia de la que fueron objeto. El parte policial reportó armas, municiones, 4 artefactos explosivos, drogas y dos carros solicitados por robo, todo muy coherente con “la escena del crimen”, un tinglao bien montado para “justificar” el exterminio.
Palabra final: masacre. Los periodistas que se ocupan de la fuente de sucesos con enfoque en derechos humanos utilizan el término “masacre” cuando el asesinato se produce sobre un grupo de personas. Lo de Fuerte Tiuna claramente se ubica dentro de este renglón, otro triste registro entre las voces de la muerte.