¿Votamos o no votamos?, por Gregorio Salazar
“Polvo cósmico” hubiera sido la expresión que el comandante galáctico, de no estar en los hervores perpetuos de la paila a la que ha sido con todo mérito confinado, daría al lamentable estado en que quedó la representación chavista en las recientes elecciones de la Federación de Centros Universitarios (FCU) de la Universidad de Los Andes (ULA).
Dicen los datos oficiales que las dos planchas de oposición obtuvieron en total el 91, 6 % de los votos, mientras la plancha chavista consiguió un escuálido 9,2 %, más de 6.000 contra 589, información que, por supuesto, usted no verá a través del apabullante aparataje mediático del que se ha apoderado abusiva y delincuencialmente el oficialismo y mucho menos en el festivo programa del mazo vociferando.
Es un resultado que se repetirá cada vez que se realicen elecciones limpias en cualquiera de las comunidades estudiantiles de nuestras universidades nacionales después de haberlas sometido al más inclemente cerco con la expresión intención de aniquilarlas, vista su rebeldía frente a las pretensiones hegemónicas del nazismo criollo.
Valga subrayar en ese insólito cometido la actitud de desafección y menosprecio de los principales actores del chavismo, al menos los pocos que llegaron a la universidad, hacia sus respectivas Alma Mater. Las ven morir de mengua con total indiferencia como respuesta a la rebeldía del movimiento estudiantil venezolano ante un régimen que los está dejando sin futuro, a ellos y a su patria.
Como todo venezolano sabe, en poco menos que polvo cósmico quedaría reducido el chavismo en cualquier elección nacional, legislativa, regional o presidencial, que se realice con las necesarias garantías de transparencia y confiabilidad.
Mil veces se ha repetido que ese es el verdadero campo de batalla que, por encima de los aspavientos y fanfarronadas de invencibilidad dichas del bigote para afuera, aterra a la jerarquía roja.
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La ruta hacia la conformación del CNE confiable que exige toda Venezuela está trágicamente bifurcada. Las dos expresiones de la Asamblea Nacional marchan, no puede ser de otra manera, sendas paralelas. La AN presidida por Guaidó reforzó esta semana el llamado para completar la integración del Comité de Postulaciones de candidatos a rectores del CNE que se había iniciado el año pasado. Por su parte, la directiva surgida de la Operación Alacrán y su generosa inoculación de ponzoña dolarizada, ya ha declarado la omisión legislativa para que sea el obsecuente TSJ de Maduro quien designe a la directiva del máximo organismo electoral.
Luce improbable que la AN de Guaidó negocie con Parra ni con el TSJ, tanto como que el escorpión yaracuyano termine por reconocer las presidencias de Guaidó. Entonces, con dos CNE sobre la mesa parece elemental cual tendrá los recursos, la plataforma tecnológica, el personal y la anuencia de la dictadura para realizar las elecciones legislativas. Frente a ello, la oposición del G-4, algunos de cuyos partidos han dejado clara su intención de seguir la vía electoral, ¿se mantendrá unida o algunos de ellos participarán contra viento y marea en los comicios legislativos que constitucionalmente tocan este año?
El panorama es demasiado complejo y ya está claro que otros sectores de oposición diferentes al G-4 sí serán de la partida cuando el nuevo CNE convoque, si no es que la constituyente espuria pero todopoderosa le gana de mano para enredar más el juego. Consecuencia inmediata sería el surgimiento de una nueva AN en manos del chavismo, pero sin reconocimiento internacional al igual que la que controlan ahora.
Guaidó, que aún no regresa de su exitosa gira internacional y que necesita que los apoyos reforzados fructifiquen en avances concretos para el cambio, ¿cómo mantendrán las dos presidencias que representa más allá del 2020? A su llegada al país, y en caso de que su entrada no sea traumática, encontrará sobre su mesa de trabajo la menuda tarea de decirle al grueso de la oposición venezolana cual es la ruta a seguir, cuestión en la que uno de sus principales aliados hasta ya se ha manifestado proclive a la ruta electoral, uniendo voto y protesta: Henrique Capriles Radonsky.