Voz venezolana: en colombiano, en venezolano, por Gonzalo Oliveros
Twitter: @barraplural
Imagínese el lector que es dueño de un restaurante en cualquier lugar de Venezuela y que a él llega una familia colombiana. Luego de atenderle debidamente y consumir como corresponde, cuando el mesero le pregunta al jefe de familia si desea algo más, éste le responde “regáleme la cuenta”.
En condiciones normales, ese mesero regresará a la caja, le repetirá al dueño del restaurante el pedimento y éste, obviamente, reaccionará no de muy buenas pulgas, dado que la solicitud, en nuestro país, implica una cosa distinta a la que pretendía el comensal. Para nosotros, eso significa que no se cobrara lo consumido, que se lo regalara, en tanto que el visitante solo habría pedido el monto a pagar.
La anécdota es propicia para rescatar, entre otras muchas cosas, algo que se afirmó el día de ayer, en un coloquio organizado por la Revista Semana y su proyecto de Migración Venezuela en el cual tuve el privilegio de acompañar como panelista al Director de Migración Colombia Juan Francisco Espinoza, al senador Antonio Sanguino del Partido Verde- y a la investigadora de la prestigiosa Universidad del Rosario María Clara Robayo.
El Director de Migración Colombia señaló que una de actividades que están realizando es la de venezolanizar las preguntas de las encuestas que a nosotros en el país se nos hace a los fines de facilitar la comprensión de las mismas, práctica esta que ya sabemos se está implementando.
En efecto, uno de los integrantes de la Fundación 2 Países en la cual participamos honoríficamente, fue contratado para hacer ese trabajo por una organización internacional, lo que, sin duda, redundará en beneficio de todos.
El tema, aunque se crea superfluo, no lo es.
Mi primer viaje a Colombia fue por asuntos de trabajo a Barranquilla, allá por el año 99. Resuelto el problema motivo de nuestra venida, decidimos conocer la quinta San Pedro Alejandrino en Santa Marta y un taxi del hotel nos trasladó hacia esa ciudad. El trayecto fue abortado porque luego de pasar más de dos horas detenidos en la carretera visto “que una mula se había volcado” decidimos retornar y conocer Cartagena.
Pasé buena parte del tiempo que estuvimos varados, tratando de comprender como una mula se volcaba, hasta que, si mal no recuerdo gracias al taxista, entendí que lo que en Colombia llaman “mula” es para nosotros una gandola.
Si en dos cosas tan simples y naturales como esas tenemos diferencias de conceptos, resulta obvio que, encontrándonos en este país que nos ha recibido más de un millón setecientos mil venezolanos – con expectativa de aumento – sea lo natural que, en política de doble vía, Colombia utilice nuestro léxico y nosotros conozcamos el local. Así, no solo nos enriqueceremos lingüísticamente de manera recíproca, sino que las decisiones podrán ajustarse adecuadamente a lo que pensamos.
Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia
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