Vueltos un currículo, por Teodoro Petkoff
Comienzan a asomarse aspectos parciales del llamado «currículo bolivariano», esto es, del proyecto orientado a la implantación, en los tres niveles básicos de la educación (inicial, primaria y secundaria) de un conjunto de temas supuestamente dirigidos a la formación ciudadana de los alumnos.
Sin embargo, de lo poco que hemos podido ver en el programa correspondiente a bachillerato, lo que menos puede salir de ese esperpento es un ciudadano pensante y con amplitud de criterio. No se oculta la intención de proporcionar al alumno una visión de la historia, de la política y de las instituciones republicanas, claramente sesgada y distorsionada por los intereses políticos del oficialismo, con el objetivo de que al final de años de educación básica, el alumno tenga en la cabeza una versión «oficial», ya banalizada por la repetición, de la historia política de su país ajustada al proyecto político chavista. La idea no es formar ciudadanos sino partidarios; zombies políticos dispuestos a todas las obediencias. Desde luego, no es el chavismo el primer y único movimiento político que ha cedido a la tentación de control social vía la escuela. De la futilidad de ese esfuerzo da cuenta, sin embargo, el fracaso de las diferentes experiencias totalitarias habidas. No hay nada más indomable que el espíritu humano y la historia enseña que es imposible cuadricular los cerebros indefinidamente. Pero, también es verdad que antes de desplomarse, los experimentos totalitarios dejaron un legado sangriento y sanguinario de su paso por la historia.
A esta tentativa de diseñar un modelo de «pensamiento único» hay que salirle al paso. Es visible que el «currículo bolivariano» ya estaba redactado desde mucho antes del referéndum constitucional, en el cual el oficialismo daba por descontada su victoria, a partir de la cual planeaba poner en marcha la aplanadora dizque «socialista». Sin embargo, la derrota no clausuró el proyecto.
Despreciando olímpicamente el veredicto popular del 2D, el Gobierno insiste en impulsar un aspecto tan capital como el control ideológico de la educación. Apenas tres meses después del 2D ya el país tendrá que trenzarse de nuevo en otra batalla por la defensa de la democracia.
El oficialismo sabe que ese es un debate crucial, por eso el inefable «currículo bolivariano» no es abierto a la discusión pública y se dosifica cuidadosamente su divulgación. Se le quiere hacer ver como asunto exclusivo de maestros y profesores. Desde luego que a estos atañe más que a nadie, pero nos compete a todos. Por eso es indispensable que el país tenga conocimiento pleno de lo que está en juego. La divulgación amplia y profusa del «currículo bolivariano», tal como ocurrió con el proyecto de reforma constitucional, es una condición necesaria para derrotarlo.