Wagner en Venezuela, por Javier Ignacio Mayorca
La guerra en Ucrania ha servido para visibilizar las actividades de una corporación de mercenarios que alguna vez pisaron estas tierras
Twitter: @javiermayorca
Todo lo que suceda durante la guerra en Ucrania interesa a los venezolanos. Ciertamente, esto ocurre a miles de kilómetros de distancia. Pero aquí cabe referir ese lugar común según el cual con la globalización nada nos es ajeno. Más aún si se considera que en el bando agresor aparece la Rusia de Vladimir Putin, uno de los pocos aliados de Miraflores.
De allí que, el pasado fin de semana, mientras el autócrata de Moscú se tambaleaba, desde Caracas y Managua le enviaban palabras de aliento, en contraste con la actitud prudente, y hasta cierto punto expectante, de las principales democracias occidentales.
Son múltiples los aspectos que se podrían analizar en torno al devenir de esta conflagración, y desde una perspectiva «glocal», es decir, global y al mismo tiempo muy local. Por ejemplo, el rotundo fracaso de las armas utilizadas por las tropas rusas, desde los tanques T-72 (que aquí reemplazaron a la flota de AMX-30) hasta los blindados BMP80, pasando por la inoperancia de los sistemas misilísticos S300, con los que algún parlamentario amenazó con bombardear a Bogotá. Los ucranianos los han volado, incluso, utilizando drones de juguetería. Esa chatarra se verá de nuevo andando por Los Próceres, en julio.
También se podría revisar la imposibilidad de sacar cierto provecho del brinco que dieron los precios internacionales del crudo, cuando los rusos fueron sacados del juego comercial. En ambos tópicos –adquisiciones militares y comercio de hidrocarburos– el régimen venezolano pareciera haber apostado a perdedor. E insiste en eso.
Uno de los puntos más llamativos de lo que sucede en Ucrania es la participación abierta de una «compañía militar privada» (PMC, por sus siglas en inglés) en esta guerra de anexión. Se trata de Wagner, la empresa encabezada por Yevgeniy Viktorovich Prigozhin. Los lectores de este espacio quizá estén familiarizados con este nombre, pues desde 2020 se está advirtiendo sobre las andanzas de este grupo en territorios de Europa, África y, desde luego, en Venezuela.
Un informe presentado en septiembre de 2022 por Luis de la Corte Ibáñez ante el Instituto Español de Estudios Estratégicos precisa que Wagner ha actuado en veinte países, además de Rusia. No es la única compañía de mercenarios surgida de esos confines. Pero sí la primera en llegar a este territorio.
Esta presencia, indica el documento, fue respaldada con medios logísticos y de transporte del gobierno ruso. Los Wagner (como se refieren comúnmente a los mercenarios de esta corporación) fueron enviados «para dar protección al presidente Nicolás Maduro».
“Llegaron a Venezuela a bordo de dos aviones militares rusos, modelos Antonov AN124 e Ilyushin 62M”, precisa el reporte. Ese mismo año, las tropas de la compañía también estaban involucradas en combates en Libia, donde eran abastecidas en el terreno por aviones militares de carga rusos.
¿Por qué Wagner se interesaría en Venezuela? Para la ex integrante del grupo de trabajo sobre mercenarios y compañías privadas de seguridad de la Organización de Naciones Unidas, Lilian Bobea, podrían plantearse varias teorías, no del todo excluyentes. La primera, que el traslado de estos mercenarios a Caracas obedecía a una forma de proyección del poder por parte del régimen de Putin hacia Venezuela.
«Pero no diría que fue un favor (a Maduro). Wagner era del cuello de Putin. Pero a sus miembros también hay que darles comida y dejarlos hacer sus negocios», afirmó.
Bobea investigó durante tres años (2018-2021) las correrías del grupo de Prigozhin, e igualmente las de otros mercenarios que irrumpieron en el contexto latinoamericano, pues esa fue su área de interés. Desde luego, en sus reportes para la ONU también aparecen las menciones a Silvercorp, la compañía fundada por Jordan Goudreau que participó en la organización de la fallida operación Gedeón (mayo 2020). Pero esa es harina de otro costal. Además, sobre la corporación registrada en Miami corrió mucha información, mientras que Wagner no figuraba en el debate público. Y se calcula que en el país pudieron permanecer hasta 400 mercenarios rusos.
Wagner siempre estuvo cubierta con un manto de silencio, y eso dificultó el trabajo de los investigadores de la ONU, como Bobea. Según la experta y docente de la universidad de Bentley (Massachusets), uno de los efectos de la guerra en Ucrania ha sido la visibilización del grupo encabezado por Prigozhin. En parte, porque han sido mucho más efectivos y crueles que las tropas regulares enviadas desde Moscú. Y también, según Bobea, porque finalmente el antiguo ex convicto y «cocinero de Putin» reveló su agenda política.
Al analizar la pasantía de Wagner por Venezuela, la pregunta recurrente fue cómo es que el presidente de un país en bancarrota se permitiría el lujo de traer un batallón desde los confines euroasiáticos, para resguardarse junto a su círculo íntimo.
*Lea también: Maduro llama «terroristas» al Grupo Wagner ruso que supuestamente usó en 2019
Frente a ello, Bobea confesó no disponer de una respuesta precisa. Sin embargo, encontró cierta analogía con lo ocurrido en países africanos donde los Wagner también hicieron de las suyas, por encomienda del Kremlin.
«Podrían tener concesiones para la explotación de minas o petróleo. Alguna actividad extractiva. Sería como un pago en especias», afirmó.
Pero los Wagner no han sido los únicos mercenarios que han contado con anuencia oficial para operar en el país. En diciembre de 2021, miembros de Vegacy Strategic Services brindaron cursos de instrucción para la constitución de las llamadas unidades de reacción rápidas (URRAs) de la Guardia Nacional, que luego han actuado en operaciones como Autana y Escudo Bolivariano.
Hay un debate sobre quién es el verdadero propietario de Vegacy en la actualidad. Esta firma fue registrada en Chipre y su principal representante fue Anatoli Smolin. En 2018 fue disuelta formalmente, aunque continuó operando en distintos teatros de conflicto como Siria, donde también estaban los Wagner.
«Estas son empresas totalmente desreguladas, que además suelen subcontratar ciertos servicios con otras empresas en cada localidad. De allí que no haya forma de saber quién es el responsable del daño que causen. (…) No tienen controles internos ni externos», advirtió la investigadora.
Al terminar la conversación con Bobea, el Departamento del Tesoro de EEUU emitía nuevas sanciones contra cuatro empresas ligadas a la red de Prigozhin, el jefe máximo de Wagner. Las compañías, precisamente, se dedican a la extracción y el comercio internacional de oro en países subsaharianos.
El conflicto en Ucrania interesa a los venezolanos.
Breves
-El 15 de junio, la senadora boliviana Andrea Barrientos presentó ante la fiscalía de su país una denuncia penal, para solicitar que se investigue quiénes facilitaron la entrada de por lo menos 65 militares venezolanos. Según la parlamentaria, en este caso estarían ante el delito de emisión de resoluciones contrarias a la Constitución de ese país, puesto que ese grupo fue recibido sin contar con la venia parlamentaria. En una primera reacción, el ministro de la Defensa boliviano Eduardo Novillo argumentó que los efectivos castrenses venezolanos fueron con fines académicos y sin portar armas. Con ello, confirmó que el contingente estuvo en la república plurinacional. Una fuente militar venezolana precisó que una parte de este grupo se trasladó en un jet de Conviasa (vuelo 504), que despegó de Maiquetía el 9 de junio con destino al aeropuerto Viru de Santa Cruz de la Sierra. Una parte regresaría el 20 de junio. Los visitantes dejaron constancia gráfica de su presencia, el 18 de junio, cuando permanecían en el colegio militar del Ejército Boliviano coronel Víctor Hugo Villarroel, una instalación ubicada en La Paz. De manera que la denuncia de la parlamentaria fue dada a conocer mientras ellos estaban allá. La bancada opositora exige además confirmar si los miembros de la FANB estuvieron en ese país anteriormente, en las mismas condiciones.
-El 15 de junio, el comandante general del Ejército, mayor general Félix Osorio, remitió una orden general en la que se somete a consejo de investigación a 3099 efectivos de ese componente castrense, que habrían incurrido en «permanencia no autorizada y sin justificación fuera de la unidad, establecimiento o instalación militar», según lo indicado en la Ley de Disciplina Militar. En otras palabras, casi tres mil cien efectivos de tropa serán excluidos de la Fuerza Armada, por haberse ausentado de sus puestos. Anteriormente, esto se llamaba deserción. De hecho, es un delito tipificado en el Código Orgánico de Justicia Militar. Pero son tantos casos que resulta prácticamente imposible procesarlos en su totalidad. Para refrendar las expulsiones, Orosio designó a los miembros de un consejo disciplinario encabezado por el general de brigada Nelson Simón Tovar Moreno, e integrado por otros cuatro oficiales y un efectivo de tropa profesional. El documento con los nombres de los expulsables tiene 96 páginas. Este fue el prólogo del Día del Ejército.
Javier Ignacio Mayorca es periodista especializado en criminalística. Consultor. Miembro Observatorio Venezolano del Crimen Organizado.