¿Y ahora qué hacer?, por José R. López Padrino
Twitter: @jrlopezpadrino
Lo previsible se hizo realidad. El llamado a la abstención electoral por parte de sectores de la oposición le ha permitido al oficialismo tomar el control (90%) de la Asamblea Nacional (AN), con solo contar con un pírrico apoyo electoral (18%).
Los partidos opositores han justificado su postura abstencionista apelando a premisas antipolíticas e históricas como el que votar “es legitimar a la dictadura”, “es convalidar al régimen”, “se vota pero no se elije” y que “dictadura no sale con votos”. Olvidan estos falsarios que votar bajo un régimen autoritario es un acto de rebeldía, de expresión de libertad, no de sumisión o colaboracionismo.
Los resultados del 6D refrendan, una vez más, el descenso de la ya anémica base del PSUV (6.245.862 votos el 20M/2018 versus 4.321.975 votos el 6D/2020) en una campaña electoral desequilibrada caracterizada por el ventajismo, la amenaza y el chantaje. Ya lo había anunciado la Conferencia Episcopal: “El llamado a la abstención lleva a la inmovilización, al abandono de la acción política y a renunciar a mostrar las propias fuerzas”.
La abstención del 6D ha provocado la entrega de la AN al fascismo caribeño y, por ende, el fortalecimiento del proyecto autoritario-dominante. Vale recordar que la abstención del 2005 le permitió al proyecto facho-bolivariano aprobar leyes que consolidaron su hegemonía despótica-militar.
Es en este nuevo escenario convulso y contradictorio el gobierno interino ha recurrido a la figura de la continuidad administrativa a fin de extender las funciones administrativas de la AN después del 4E/2021. La controversial medida ha sido objeto de cuestionamientos por especialistas en la materia. El doctor Ricardo Combellas ha afirmado que la AN es un órgano constitucional y no administrativo, por ende, la continuidad administrativa no puede aplicarse en su caso. La implementación de esta normativa constituye una violación fragante de la Constitución nacional. Pero más allá de los aspectos jurídicos, la realidad es que la continuidad administrativa comprometerá el respaldo de la comunidad internacional dado su endeble y controversial base jurídica y provocará una agudización improductiva de la crisis política.
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La burbuja alucinante de la dirigencia opositora contrasta con la realidad del país:
i) Maduro sigue desde Miraflores imponiendo su proyecto hambreador-despótico-militar. Además, consolidó su posición grupal en el seno del facho-chavismo (ver composición de la AN).
ii) El facho-chavismo se apoderó de la AN. iii) El simbólico interinato acusa un franco agotamiento y deterioro político.
iv) La Consulta Popular resultó un fiasco, careció de observación internacional, de mecanismos transparentes de verificación y mucho menos de auditorias confiables. Su trascendencia se ha reducido a declaraciones pirotécnicas de sus organizadores y la redacción de una infausta misiva dirigida al señor Almagro en la cual se implora una “acción internacional” para liberar al país (entiéndase intervención militar).
v) Las sanciones económicas impuestas por los Estados Unidos han afectado mayormente al venezolano común, aumentado su nivel de penurias, pero no a la nomenclatura y oligarquía bolivariana que sigue importando desde el imperio lujosos vehículos y exquisiteces para sus extravagantes bodegones. Las compañías trasnacionales Chevron, Halliburton, Schlumberger, Baker Hughes y Weatherford International, gozan de buena salud y siguen operando sin contratiempos en el territorio nacional.
vi) La dolarización de la economía pulverizó la moneda nacional y disparó una inflación galopante.
vii) Los sectores populares, excluidos de los planes estratégicos opositores continúan sus manifestaciones callejeras en protesta por el colapso de los servicios públicos y la miseria que los devora.
Con el control de la AN el facho-chavismo aprobará prioritariamente su manoseado y perverso Estado Comunal.
Estado autoritario que eliminará el derecho al voto directo, universal y secreto para ser sustituido por elecciones de segundo y tercer grado mediante asambleas tumultuarias tuteladas por la pestilente bota militar. Estado que traería consigo un nuevo ordenamiento territorial, un mayor control cultural, educativo y económico, así como una profundización del andamiaje represivo. Pero, además, es muy probable que la AN oficialista le dé el piso jurídico a la Ley Antibloqueo —chapuza de la asamblea constituyente— y modifique el megaproyecto antinacional del Arco Minero del Orinoco a fin de facilitarte mayores ganancias a las trasnacionales que allí cometen el ecocidio del siglo XXI (Gold Reserve Inc (Canadá), CAMC Engineering (China), Barrick Gold Corporation (Canadá) Yankuang Group (China), Guaniamo Mining Company (EEUU), entre otras.
Los venezolanos estamos hartos de una dirigencia complaciente que aplaude y tolera las intromisiones de la Casa Blanca; injerencias que nunca tuvieron como objetivo la defensa principista de nuestros derechos humanos, sino las pretensiones reeleccionistas de mister Trump.
Recordemos que el inquilino ya saliente de la Casa Blanca es un ferviente admirador de Putin, Kim Jong-un, y Salmán bin Abdulaziz (entre otros), todos ellos sátrapas autoritarios con cuestionados historiales de respeto a los derechos humanos. Trump hizo circular videos que asociaban al candidato Biden con el mal llamado socialismo venezolano a fin de avivar temores y así poder captar el voto latino en la Florida. Su estrategia le funcionó exitosamente, pues ganó las elecciones en el estado de la Florida el pasado 3N. Además, la política intervencionista del mitómano de Trump ha dificultado la construcción y consolidación de una oposición política independiente de los dictámenes de Washington.
Al margen del inmediatismo expresado por la mayoría de la dirigencia opositora, el cambio político no es viable a corto plazo. Solo un proyecto de largo aliento que permita articular los intereses de vastos sectores sociales hará posible la derrota del nefasto facho-chavismo. Nuestro horizonte político debe estar orientado a reivindicar el voto como herramienta de lucha y agitación. No será una lucha por el todo o no nada, sino de conquista graduales del poder hasta lograr la victoria final.
Una oposición que renuncia a la vía electoral, a pesar de ser mayoría, y que apuesta a hipotéticos quiebres militares o invasiones extranjeras demuestra que solo sabe patrocinar derrotas e impulsar luchas estériles y dolorosas.
José Rafael López Padrino es Médico cirujano en la UNAM. Doctorado de la Clínica Mayo-Minnesota University.
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