Y llegó la invitación, por Beltrán Vallejo
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Una buena parte del país está a la expectativa de que así sea, que llegue la invitación formal para Miraflores y con hora y fecha (digo Miraflores por decir un lugar).
Se trata de un complacido Nicolás Maduro con las palabras de Adán Celis, nuevo presidente de Fedecámaras, que en el momento de recibir su investidura cuestionó a las denominadas sanciones y pidió su fin. Esta expresión fue suficiente para alegrar a Maduro: «Yo aprovecho esta oportunidad para saludar esta declaración de Adán Celis, y también para felicitarlo porque acaba de ser electo como presidente de Fedecámaras. Espero reunirme con él cuando asuma su cargo y poder conversar sobre los planes económicos que se tienen para el país».
Por supuesto que esto indica que los tiempos de una Fedecámaras liderizando el golpe de Estado del 11 de abril del 2002, con el presidente del gremio en aquellos días, un Pedro Carmona Estanga, asumiendo un gobierno de facto y apresando al presidente Chávez, pues eso quedó muy atrás, como también es un pasado enterrado aquellas semanas del paro petrolero del 2003. Verdaderamente que esos días más bien se quieren olvidar, menos en las mentes de los acólitos del régimen porque para ellos significan victoria y venganza.
Por su parte, el señor Celis, hijo de otro líder empresarial muy renombrado de la cuarta República, ya venía haciendo importantes gestiones para abrir fronteras de Venezuela y recuperar espacios comerciales, como el hecho de ser protagonista de recientes reuniones con empresarios de Aruba para gestar la reapertura comerciar y de viajes hacia esa isla.
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Pero también recuerdo que hace unos años tenías más bien posturas duras de cuestionamiento hacia el modelo económico del madurismo, particularmente en el año 2019, uno de los peores años para el régimen por la inestabilidad política generada por la instalación reciente del gobierno interino, y por la aplicación por parte del gobierno de Donald Trump de la denominada táctica de «máxima presión» con el establecimiento de las duras sanciones contra Pdvsa y el cese de la venta de petróleo a los EEUU.
En aquellos días, Adán Celis le dijo a la prensa que «la única manera de recuperar la economía del país es dándole un giro radical a las políticas públicas para incentivar la producción nacional». Y también en ese dilemático año recalcó ante los medios noticiosos que «… al final todo termina en que tiene que haber un cambio de paradigma y de modelo económico, o si no vamos a seguir perdiendo empresas y empleos».
Por cierto, Adán Celis en el mes de junio de este 2023 habló de que para solventar la crisis acuciante de los servicios públicos en Venezuela se debe aplicar el «modelo Chevron» (que habrá querido decir con eso del «modelo Chevron»). Me imagino que le llevará esa propuesta a Maduro, se la explicará en detalle, y Nicolás le prestará atención sin pestañar.
Quizás también Celis le hablará de lo importante que sería la eliminación de por lo menos 130 leyes que tienen que ver con lo económico, entre ellas la «ley de precios justos»; eso lo dijo en una reunión empresarial en Lara el año pasado.
Pero el cuestionamiento a las sanciones por parte del nuevo presidente de Fedecámaras no es nuevo en ese sector de la élite empresarial. Ya es una exigencia colectiva desde hace rato, creo yo desde el año 2021, por parte de ese liderazgo gremial que viene planteando el levantamiento de esa política que le impide al país su cabal desenvolvimiento en el mundo financiero internacional y en el ámbito de las transacciones comerciales, y que ha ahogado a Pdvsa. Entonces, ¿por qué Maduro no los invitó antes?
Señores, este coqueteo ya tiene mucho tiempo realizándose. La élite empresarial de Fedecámaras quiere hacer negocios, así sea en dictadura, y punto. De manera que esa fulana invitación para conversar más bien se trata de una charla entre élites y entre amigotes.
Pero no voy a hacer de aguas fiesta; ojalá que algo de esa conversación chispee de bueno para las mayorías del país, para los pobres, para los jóvenes desempleados, para los agricultores, para los pescadores, para los universitarios, para las amas de casa. Es un ojalá muy salpicado de incertidumbre en una nación que más bien es para hacer fiesta con negocios sucios con un Estado corrupto, o para realizar el extractivismo más salvaje como el que se hace en Guayana, en la zona minera.
No quisiera en verdad convencerme de que esto es lo mismo de todos estos años: azuquita para el capitalista rapaz, así después salgan vinculados varios de ellos a escándalos de corrupción como el que tiene como eje al desaparecido Tareck El Aissami, y palo y cárcel para los dirigentes sindicales y luchadores sociales, y extinción de las contrataciones colectivas, muerte del salario y hostigamiento para la clase trabajadora, a quien nunca invita Maduro, el presidente «obrero», a conversar.
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