Y si regresa por rampa 4 ¿qué pasaría?, por Ángel Monagas
Sobran los análisis de la última gira del presidente Juan Gerardo Guaidó Márquez.
Para el momento de publicarse esta columna, probablemente más luces iluminen el camino de por dónde, cuándo y que hará al llegar.
Intento analizar el hecho político. Los “analistas” no somos iluminados ni adivinadores. Tampoco somos periodistas de investigación aunque pueden coexistir ambos.
El análisis especula, muchas veces sobre la base de hechos verificables, comprobados y la proyección de los mismos.
Muchos reciben datos. Tienen fuentes y cuando no, las inventan. De eso sobran pruebas. Uno se atrevió a asegurar la muerte de un líder y resultó falso. Enemistades, enfrentamientos y miles de ejemplos.
Una periodista que abandonó el quinto poder para hacer publicidad de figuras políticas, mal llamada vocería, se atrevió a asegurar que Donald Trump no había atendido o no se había reunido con Guaidó porque el primero estaba muy ocupado y luego se hizo público, su juego de Golf, quedando muy mal ante la opinión pública.
Yo nunca aseguré que tal evento no iba a ocurrir. Me limité a señalar que era “necesario” el encuentro para cambiar el perfil del resultado de la gira, sin cuya existencia, dejaba en traspiés al presidente Guaidó. Los voceros de Guaidó, aunque muchos hoy se ufanan de lo contrario, se dedicaron a justificar el presunto e inexistente “desaire” de Trump y resaltaban su ausencia como no válida e insuficiente para catalogar su “recorrido presidencial”.
Las dos reuniones con Trump ubican al presidente Guaidó en la mejor posición política desde que asumió el interinato.
No voy a especular cómo se logró porque cualesquiera haya sido el mecanismo, era válido. Hoy Guaidó vuelve a capitalizar políticamente la mayoría del país, tanto la interna como la externa.
Muchos vuelven a cantar “Apurate Guaidó que me quiero ir…”
El compromiso es muy grande. El reto es mayor. Algunos de sus voceros espero estén actuando en base a un plan. Es mucha la expectativa creada, eso es bueno, y potencialmente también es peligroso.
Leales siempre, traidores nunca
Sin embargo, hoy mi análisis no está basado en hechos o en informaciones de fuentes. No las tengo en este caso.
Hoy voy a soñar, quizá especular, en base a una frase y expresión usada comúnmente por Nicolás, Diosdado, Padrino López y muchos dirigentes de la dictadura: “Leales siempre, TRAIDORES nunca”.
Un viejo refrán señala “dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Desde el punto de vista psicológico, sucede cuando una persona se atribuye una virtud y paradójicamente no tarda en dar señales que contradicen eso mismo que pregona. En esta circunstancia, lo “promocionado” es algún rasgo o atributo que la persona se adjudica a sí misma, que tampoco sucede del todo, sobre los personajes mencionados. Diosdado no fue leal cuando traicionó la Constitución y Padrino tampoco. Maduro toda la vida ha sido comunista. Su actuación obedece a la escuela castrista donde “el fin justifica los medios”.
No siempre que una persona habla con orgullo acerca de lo que es o ha hecho es portadora de esta lógica. Lo que delata la existencia de ese mecanismo de presumir justamente de lo que se carece es el hecho de que hay “un plus” en tal actitud. Se enfatiza demasiado en ello y con demasiada frecuencia. Se tiene como bandera. Hay una exageración que resulta notoria. El destacado periodista y ensayista, del siglo XIX, Alphonse Karr decía: “Todo hombre tiene tres variedades de carácter: el que realmente tiene, el que aparenta y el que cree tener”.
En realidad, cuando los jerarcas chavista creen promover ciertas ideas o valores, utilizándose a sí mismos como modelo de ello, es una cruzada genuina. En el fondo, su intención no es tanto convencer a otros, como persuadirse a sí mismo de que esto es verdad. Todo el tiempo tratan de probar lo que pregonan con acciones y argumentos concretos. Presumes en exceso de lo que quisieras ser, pero no eres. Es un mecanismo de defensa. Se le conoce como “formación reactiva” y consiste en poner en marcha un comportamiento para eludir un deseo reprimido. En otras palabras, la persona desea algo que le parece censurable. Y para defenderse de ese impulso inconsciente comienza a actuar forzándose a hacer todo lo contrario.
Maduro está dispuesto a traicionar si con ello pudiera salvarse. Diosdado, varias veces lo ha hecho, si no me creen pregúntenle al general Carvajal y quizá Padrino es el más interesado, el que tiene más ahogado el grito. El problema es que ya no encuentra cómo ni quién le crea.
No puedo determinar el universo de los militares que están hartos de esta revolución y dispuestos a ejercer su función de policía constitucional, restableciendo el orden.
La oposición ha sido torpe tratando esta situación. Hemos más bien obligado a su radicalización en contra por simple mecanismo de autodefensa.
RAMPA 4
Es la rampa Presidencial y está ubicada justo frente a la pista 9. Heredera y sobreviviente del viejo aeropuerto. Mucho hermetismo en torno a ella. Mientras se activa, todas las demás pistas son cerradas.
¿Y si Guaidó regresa por ella? Hablo del nuevo y repotenciado Guaidó, al cual pudieron en esas reuniones con el presidente Trump, con otro cuya opinión es muy importante en materia de política internacional Mike Pence y con tantos otros personajes, seguramente lo curtieron de temas inexplicables para él, que nunca pensó o se imaginó.
Un Guaidó que llega ante unos supuestos “bravucones” que nunca se han atrevido a tocarlo y uno se pregunta ¿por qué?
Por menos de lo que a él se le atribuye hay más de 400 presos políticos.
¿Qué ocurre con la testosterona de la que presume Diosdado?
¿Desaparece cuando ve a Guaidó? O es simplemente el miedo al imperio, de lo cual señalan ellos lo contrario.
Pudiera ser que dentro de nuestras Fuerzas Armadas no hay un convencimiento suficiente de la majestad presidencial de Maduro.
Que la lealtad esté mirando el lado correcto de la historia y no el inventado en estos años de dictadura.
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Guaidó pudiera ser autorizado a ingresar por Rampa 4. Pudiera en paralelo dar un máximo de tiempo al usurpador para retirarse y permitir la transición y con ello la convocatoria a elecciones libres de presidente y parlamento.
Varios temas a decidir: elecciones, protestas masivas, etcétera.
Juan Gerardo Guaidó Márquez tiene una cita con el destino. Decida él, si no acude.
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