Ya basta de inercia y de esperar milagros, por Beltrán Vallejo
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En Venezuela debiera estar arreciando una campaña por la vacunación masiva, sin corrupción, con un plan idóneo y sin la chapuza de vacunar primero a la élite en el poder; sin embargo, lamentablemente, ahora el foco es la conformación de un CNE que no es el meollo del asunto democrático ni la alternativa de solución del drama social ni el mecanismo para superar el abismo económico que vive la nación. En relación a eso, también es lamentable que la deliberación sobre ese organismo sea tan desdibujada.
Yo sí les digo a mis lectores que estoy cansado de tanta inercia social y política y de tanta vaciedad de propuestas, vaciedad de mensajes, vaciedad de conocimientos y de tantas carencias éticas en lo que llaman liderazgo opositor «institucional», para no hablar del que llaman «alacrán» (del liderazgo madurista ni hago mención porque eso está en los «bajos fondos»). Igualmente estoy hasta la coronilla de esperar milagros, ya vengan de Washington, de la UE, de Moscú o de Beijing.
Pero, es evidente que hay un hecho político en puertas que el régimen está elaborando, y aparece este CNE dentro de un proceso histórico donde los actos electorales que antes eran poco competitivos y corruptos, ahora simplemente no existen en este país. En Venezuela solo hay verbenas de sufragio, como las que hace Putin en Rusia.
Sin embargo, la respuesta ante eso no puede ser más inercia y más esperar milagros; no puede ser más falta de liderazgo; no puede ser más pantallería; no puede ser más parapeto mediático; no puede ser más irrealidad; y no puede ser que el centro de la toma de decisiones del G4 siga encapsulado en Washington, en Bogotá o en Madrid. El centro de la toma de decisiones debiera estar en la organización popular sobre las calles del país con covid o sin covid, en la construcción de tejido social y político, en la gestación de una conciencia de lucha colectiva que desplace la sumisión, la resignación, el individualismo, el miedo, el apocamiento y la anomia social en una Venezuela que está de rodillas ante Nicolás Maduro y su pandilla.
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Dice Guaidó que desde una gobernación no se puede enfrentar a Maduro; pues tampoco ha podido él desde su virtualidad como gobierno. ¿No se da cuenta Guaidó de que no tiene calle desde hace dos años, desde la patética madrugada del 30 de abril del 2019? No puede imperar la excusa del coronavirus porque en una gran cantidad de países con virus más fuerte y con dictaduras la gente hace política, protesta y se organiza.
Pero es que tampoco ha podido EE. UU. con el chavomadurismo, y vean que no pudo Bush hijo, ni Obama ni Trump. Y no ha podido tampoco la UE, que es una institucionalidad internacional hasta humillada por un tiranuelo asiático como es el turco Erdogan. Todo esto nos dice que la clave está en el hacer del propio pueblo venezolano para resistir y derrocar a la tiranía.
Capriles dice que eso del nuevo CNE es un «gran paso». Ese pasito «tun-tun», el pasito para adelante y uno para atrás, el del borracho, lo plantea este señor cándido e inestable. Lo que sí rescato de su frase es lo dicho por el poema: «caminante no hay camino, se hace camino al andar».
El pueblo venezolano debe evitar el voluntarismo y el espejismo que impiden la reactivación de su lucha por la democracia. Con o sin CNE confiable, el pueblo debe erguirse y reanimarse para andar por el sendero realista y constructivo de la lucha.
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