¡Ya basta, Trinidad!, por Beltrán Vallejo
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El crimen cometido en alta mal contra una embarcación de 20 migrantes venezolanos que zarpó de Tucupita con destino a Trinidad y Tobago ha levantado una ola de indignación nacional. Sobre esa situación, hasta organismos internacionales han expresado su desconcierto y condena porque en verdad eso no se ha visto ni siquiera en los otros lugares del planeta donde se han presentado irrupciones masivas de inmigrantes ilegales tanto por mar o por tierra. Los disparos a mansalva contra esa embarcación, donde murió un niño que fue alcanzado por la balacera desatada por los guardacostas trinitarios, no tiene precedente en la historia fronteriza de nuestra nación
Esta indignación nacional coge más vuelo por las susodichas “explicaciones” del gobierno trinitario que con sarcasmo expresa excusas escandalosas, sorprendentes e irresponsables; como por ejemplo que los guardacostas se sintieron amenazados, que la embarcación de los migrantes los envistió, que ellos “siguieron el protocolo correcto”, que no se salieron de la normativa y procedimiento.
Lo cierto es que de Trinidad lo que viene son desgracias en lo que concierne a incidentes con esos connacionales que en su desespero y hambre corren hacia a esa isla. En tal sentido, en los últimos 4 años el saldo ha sido de más de 20 muertos, desparecidos, hundimiento de embarcaciones, deportaciones a mansalva y una gran cantidad de compatriotas tras las rejas.
Desde esa perspectiva, los antecedentes del asesinato del niño perfilan un patrón de criminalidad contra el venezolano con el firme propósito de un terrorismo de Estado. He ahí lo que pasó en el 2020 con la deportación por parte del gobierno de esa isla que se realizó contra un grupo de inmigrantes venezolanos que comprendía también a 16 niños y menores de edad, siendo esto un acto realizado a manera de vil expulsión al mar, colocándolos en embarcaciones.
Otro dato de esa inquina está en la bochornosa situación de que los niños venezolanos radicados en Trinidad todavía están esperando la autorización para poder ingresar al sistema educativo, no les permiten entrar a los planteles.
Ese país no sólo es tétrico para los venezolanos. Al respecto, Trinidad está en la mira de los organismos de inteligencia por esa rara condición que tiene de principal isla caribeña exportadora de militante de grupos extremista islámicos. Ese gobierno, que tanto odia a los venezolanos, sin embargo, está acusado de cruzarse de brazo ante el hecho de ser Trinidad un lugar idóneo para el reclutamiento de futuros militantes musulmanes del al-QAEDA y Estado Islámico.
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Y entre el gobierno trinitario y el régimen madurista hay una relación de encompinchamiento, tal como se ha evidenciado en reiteradas oportunidades donde dicho gobierno jamás ha acompañado las gestiones que algunos países han realizado para presionar al régimen de Maduro ante los organismos multilaterales, ya que siempre se abstiene o vota en contra de cualquier medida o determinación que se tome en esos espacios para frenar a Maduro y a su combo en sus deleznable atropellos contra los derechos humanos y los derechos políticos de la población venezolana.
Lo anterior tiene su explicación, y se trata de los estrechos vínculos económicos entre ambos regímenes. He ahí lo acordado, por ejemplo, en el no tan lejano 14 de diciembre del año pasado cuando la Asamblea Nacional de la tiranía aprobó en primera discusión un Proyecto de Ley Aprobatoria del Acuerdo Marco de Cooperación en el Sector Energético entre Venezuela y Trinidad, donde se brinda legalmente la promoción y desarrollo de proyectos conjuntos en toda la denominada cadena de valor de los hidrocarburos.
Como diría mi abuela: “Mapurite sabe a quién pea”.
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