Yann Basset: Las elecciones podrían servir para debilitar al Gobierno
La dificultad de Falcón es que tiene razón en la estrategia pero el problema es que no lo puede hacer solo. Si la oposición fuese unida eso tendría una credibilidad muchísimo más fuerte y ahí sí podría eventualmente debilitar al gobierno, dice Yann Basset
Autor: Txomin Las Heras Leizaola/Bogotá
La deriva autoritaria del gobierno venezolano de Nicolás Maduro es objeto de análisis en las instituciones académicas de todo el mundo. Colombia, el país más cercano a Venezuela, con múltiples nexos históricos, económicos, sociales y geográficos, no podía escapar de ello y su acontecer es discutido cotidianamente tanto en las calles de sus ciudades como en sus más prestigiosos centros de pensamiento. Yann Basset, profesor titular de la Facultad de ciencia política, gobierno y relaciones internacionales de la Universidad del Rosario, de Bogotá, y doctor en ciencia política por la Universidad de Paris III–Sorbona Nueva, dictó recientemente en esta casa de estudios colombiana una conferencia sobre Elecciones en contextos autoritarios. Apuntes para el caso venezolano. Tal Cual conversó con el investigador francés radicado en Bogotá.
Basset sostiene que en el marco de regímenes autoritarios resulta difícil para la oposición ganar unas elecciones no equitativas y convocadas de manera antidemocrática, pero apunta que las puede utilizar para “mostrar las debilidades del gobierno, para dividirlo, para visibilizar la fortaleza opositora, para demostrar unidad y para tratar de convencer, tanto interna como externamente, que es un actor fuerte y que cuenta para entrar en negociaciones con el gobierno en otros escenarios”. Advierte, sin embargo, que aunque el candidato presidencial opositor Henry Falcón tiene razón en la estrategia, el problema es que no lo puede hacer solo. “Si la oposición fuese unida eso tendría una credibilidad muchísimo más fuerte y ahí sí podría eventualmente debilitar al gobierno”, argumenta el profesor universitario.
— Usted se ha manifestado partidario de que las oposiciones participen en las elecciones que convocan regímenes de carácter autoritario como los que actualmente imperan en países como Venezuela, Turquía, Rusia o Irán.
— Mi planteamiento no descansa tanto en que las oposiciones deban participar, porque eso depende mucho del contexto, pero creo en todo caso que no debería plantearse el no participar como una cuestión de principios. El tema de principios es válido sólo si nos ubicamos en un contexto democrático y si la elección ofrece más o menos garantías. Yo creo que estas elecciones (venezolanas) no las ofrecen y se dan en un escenario claramente autoritario desde su convocatoria por parte de la Asamblea Nacional Constituyente. Por lo tanto, estos comicios hay que verlos como un momento para tratar de hacer política en una situación de autoritarismo en el cual las elecciones no están realmente para ser ganadas sino para otras lógicas. Es una especie de juego de poder con respecto al régimen en el marco de un autoritarismo electoral que se analiza cada vez más en la ciencia política. Elecciones como éstas la oposición no las puede ganar pero las puede utilizar, hasta cierto punto, para mostrar las debilidades del gobierno, para dividirlo, para visibilizar la fortaleza opositora, para demostrar unidad y para tratar de convencer, tanto interna como externamente, que es un actor fuerte y que cuenta para entrar en negociaciones con el gobierno en otros escenarios.
— ¿Qué evidencia internacional ha encontrado en sus investigaciones que puedan demostrar que resulta favorable para sectores opositores participar, aun en condiciones de desigualdad, en elecciones que convocan gobiernos de dudosa vocación democrática?
— Eso depende mucho de los contextos. Obviamente la balanza está inclinada de entrada a favor del gobierno. Pero hay que pensar que para la oposición, en esas situaciones autoritarias, bien puede ser el único escenario válido para participar y existir. Eso es lo que está en juego. La diferencia no es entre esto y las elecciones en una democracia. La cuestión es entre esto y no participar y, por lo tanto, no tener ningún canal para hacer política ni ninguna visibilidad, aparte de movimientos de protesta que no son excluyentes y que se pueden hacer a la par. En el mundo podemos mencionar varios ejemplos, con salidas distintas según los casos. En las antiguas repúblicas soviéticas, en los momentos post soviéticos, prevalecieron regímenes electorales con bastante autoritarismo en Ucrania, en los países bálticos y en Serbia, país este último donde las elecciones jugaron un papel en una especie de pulso entre un gobierno con prácticas bastante autoritarias y una oposición con un programa de democratización que también tenía sus propias tendencias autoritarias. Las salidas en cada uno de esos casos han sido muy distintas, no muy favorables en el caso de Ucrania, pero sí en el de Serbia donde a través de las elecciones se ha podido empujar a favor de la democratización progresiva del régimen. A través de una presión, que consistió precisamente en mostrar fuerza a través de la participación electoral, la oposición obtuvo reglas electorales cada vez más favorables que finalmente permitieron la alternancia. En estos escenarios el pulso no es tanto para ganar sino muchas veces para obtener reglas más equitativas y favorables para la oposición. Así deberían de verlo los sectores que se oponen al gobierno y no como un asunto de principios.
— En el caso de Venezuela, fue muy poco lo que la oposición pudo conseguir respecto a garantías electorales en las negociaciones de República Dominicana. No habían terminado los diálogos cuando el gobierno ya estaba convocando con carácter inminente los comicios presidenciales. Para un sector mayoritario de las agrupaciones opositoras esto demuestra la nula disposición de Maduro de medirse en buena lid y su clara intención de efectuar un fraude para perpetuarse en el poder. ¿No resulta cuesta arriba para los adversarios del gobierno bolivariano aceptar condiciones tan leoninas? ¿Qué mensaje envía la dirigencia opositora a sus seguidores y al electorado en general si aceptase participar en unos comicios con grandes sospechas de que resultará fraudulento?
— Todo depende de cómo participa. Otra vez, hay que tener clara la idea de que participar no es participar para ganar, porque evidentemente no les van a dejar ganar. Pero, efectivamente, la oposición dice que va a haber fraude y debe demostrar que efectivamente lo hay. Y para demostrarlo tiene que participar. Si no lo hace le deja el campo libre al gobierno para que diga que todo está bien, que no hubo fraude y que la oposición no quiso participar. Eso le sirve al gobierno. Puede parecer paradójico y difícil de explicar por parte de la oposición a sus bases que participen en una elección que consideran no democrática y no equitativa, pero se puede hacer participando como una forma de protestar y denunciar los abusos del régimen, particularmente por la inhabilitación de los candidatos de la oposición que es la cosa más antidemocrática en este caso. Por ejemplo, uno podría imaginar formas de participación como designar a una persona en nombre de los candidatos vetados por el gobierno o acciones simbólicas que permitan a la oposición mostrar que están participando en nombre de los ausentes, haciendo política en nombre de ellos y dándole voz a los que no pueden hablar. Hay muchas formas simbólicas que se pueden utilizar para hacer de las elecciones un escenario de protesta. Al gobierno no le hace ni cosquillas una denuncia por principios porque realmente no le importa.
— En 2005, la oposición se abstuvo en las elecciones parlamentarias con funestas consecuencias, pues el Gobierno obtuvo un control absoluto de la Asamblea Nacional que le permitió avanzar sin mayores obstáculos en su proyecto político y en el control de las instituciones. Sin embargo, en esta oportunidad, diversas instancias internacionales como la OEA y las Naciones Unidas han advertido de la falta de condiciones mínimas en las elecciones y una parte importante de la comunidad internacional, como el Grupo de Lima y la Comunidad Europea, han advertido que no reconocerán los resultados que de esos comicios emanen. Esto le pone las cosas muy difíciles al gobierno de Maduro y abona los argumentos de los abstencionistas.
— No estoy seguro de que eso le ponga las cosas difíciles al gobierno de Maduro. El presidente venezolano tiene cazada una pelea con gran parte de la comunidad internacional, con el Grupo de Lima y con Estados Unidos, pero también tiene apoyos internacionales que no hay que subestimar como los de Rusia y eventualmente de China. La comunidad internacional son también ellos. Entonces no habría que pensar que esta situación la resuelve la comunidad internacional. Yo soy bastante escéptico sobre ello. Lo que sí es cierto en todo caso es que a veces los partidarios de participar en las elecciones resaltan el antecedente de 2005 y ahora las cosas son distintas. Efectivamente lo que sucedió en aquel entonces fue un error, pues aunque ya estábamos en un momento con fuertes tendencias hacia el autoritarismo éstas se manifestaban en un contexto razonablemente democrático. Ahora ese ya no es el caso.
— La oposición venezolana se encuentra en estos momentos en el peor de los mundos: dividida entre quienes propugnan la abstención y quienes piensan participar y ya tienen en Henri Falcón un candidato. Esta falta de unidad afecta tanto a los primeros como a los segundos y debilita a las dos posiciones opositoras.
— Lo que muestra finalmente que en este juego de las elecciones en contextos autoritarios el gobierno juega mucho mejor que la oposición, pues tiene claras las reglas del juego que no son ganar y sacar más votos sino tratar de reforzarse internamente y dividir al adversario. El gobierno lo ha entendido perfectamente y ha jugado muy bien sobre este escenario. La oposición, en cambio, sigue atrapada en los debates pre arremetida autoritaria del gobierno y no tiene claro aparentemente en qué escenario estamos jugando. De allí las divisiones que padece. Evidentemente no estoy argumentando que hay que participar por participar. Y, en este sentido, no me parece que la candidatura de Henry Falcón sea una buena cosa para la oposición porque no se hace con un norte claro ni con una estrategia clara de protesta ni con una vocación de unidad que es lo más importante ahora. Estamos, efectivamente, en el peor escenario pues la oposición no ha sido capaz de ponerse de acuerdo en qué estamos y a qué estamos jugando. Si se pusiese de acuerdo sí podría hablar de participar o no. Pero participar sin ponerse previamente de acuerdo no es para nada una buena idea sino todo lo contrario.
— La crítica que los sectores abstencionistas dirigen a Henri Falcón se centra en que su candidatura ayuda al gobierno de Maduro a legitimar su convocatoria a elecciones. ¿Realmente es así?
–No creo que lo legitime. Sólo la gente que está convencida de que estas elecciones tienen un carácter democrático va a pensar así. Con o sin la presencia de Falcón o de otros candidatos de la oposición está claro que estas elecciones no ofrecen garantías democráticas y así lo han dicho el Grupo de Lima y otros. Por eso no creo que lo ayude a legitimar al régimen. Pero sí le ayuda a cohesionarse, a aceitar maquinaria, a mostrar la capacidad de movilización de sus bases en las elecciones.
— Por su parte, Henri Falcón argumenta que una votación ampliamente mayoritaria a un candidato opositor haría muy difícil sostener un fraude. En este sentido, muestra como todas las encuestas indican que tanto él como otros eventuales candidatos opositores vencerían a Maduro. ¿Es factible este escenario en un país donde todo el entramado institucional y los poderes fácticos están en manos del gobierno?
— Las autoridades electorales están cooptadas y el escrutinio de votos es opaco. Entonces no hay confianza sobre los resultados. Se trata de un pulso para tratar de convencer a la opinión pública, tanto interna como internacional, de cuáles son los resultados realmente. La dificultad de Falcón es que tiene razón en la estrategia pero el problema es que no lo puede hacer solo. Si la oposición fuese unida eso tendría una credibilidad muchísimo más fuerte y ahí sí podría eventualmente debilitar al gobierno. A eso habría que apostarle. Pero que lo haga Falcón solo no, aunque efectivamente logre más votos que Maduro. El gobierno se inventará algo para decir que no. Sería muy difícil darle credibilidad a un resultado positivo para la oposición si se va solo y sin la mayoría de la oposición a su lado.
Deja un comentario