Zapatos los domingos, alpargatas los otros días, por Rafael A. Sanabria M.
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Hasta las primeras décadas del siglo XX, Venezuela dependía económicamente de la agricultura y de la cría de ganado vacuno, especialmente del café y del cacao, el tabaco de Barinas era renombrado y se exportaban cosas como plumas de garza y cueros. Era un país netamente rural. De ahí que crecí escuchando a los lugareños de mi lar nativo y en la intimidad de la familia sobre “la vega”, “el conuco” y la roza de tierra, para el cultivo de subsistencia del hogar, aunado a 27 años de una férrea dictadura que les dejó a lo largo y ancho de aquella Venezuela analfabetismo, pobreza y la opresión, especialmente al más desvalido.
Ningún pueblo de Venezuela se escapó de esta realidad, de allí que en su tradición oral dicen con orgullo “el calzado de nosotros eran las alpargatas y chinelas”, que eran de uso corriente y no solo para bailar joropo, sino como calzado diario. La gente de aquel entonces, por razones económicas no podía darse el lujo de usar zapatos todos los días. El que tenía sus zapatos, que muchas veces eran comprados en para Navidad o Semana Santa (únicas veces fechas para estrenar), los guardaban para ponérselos los domingos y días feriados.
Eso tal vez lo desconoce la juventud actual que tienen que gastar una fortuna por un par de zapatos, de acuerdo al valor que en los actuales momentos reflejan las vidrieras de las zapaterías. Así era la vida de aquella población, tenía que luchar para adquirir un par de zapatos. Parece que la historia se repite, los de hoy van por los mismos pero a diferencia, la Venezuela de hoy depende del petróleo y las alpargatas y chinelas, ya dolarizadas, alcanzaron el mismo costo. ¿Cuál será el calzado corriente en el futuro del venezolano? Seguro un calzado plástico, quizás cómodo y que no sube el estatus, pero barato nunca. En otros tiempos las limitaciones económicas no lo permitían, y resulta que hoy tampoco lo permiten, ni para adquirir zapatos, alpargatas, chinelas ni “crocs”.
A nuestros abuelos y padres, hijos de gente humilde en una Venezuela agrícola, les costaba adquirir los zapatos, pero tenían las alpargatas y chinelas para uso diario e incluso para ir al colegio, nadie se sentía humillado por el uso de ese económico y practico calzado.
Dicen los mayores que unas alpargatas no costaban nada y que a veces era pedida fiada a los hacedores de alpargatas de la localidad. Para fiestas, domingos y feriados se usaban los zapatos, si los tenía, con las medias hasta las rodillas. El color del calcetín siempre era negro o marrón. Debo aclarar que en aquel tiempo un par de zapatos costaba entre diez y veinte bolívares, en cambio las alpargatas si eran de suela costaban tres reales (Bs. 1,50) y si eran de goma, que eran hechas con neumáticos viejos, dos reales y medio (Bs. 1,25).
Los mozos de aquella plácida vida pueblerina, para no ensuciar las alpargatas cuando llovía o cuando estaban jugando metras (todas las calles de los pueblos de la Venezuela rural eran de tierra) preferían quitarse las alpargatas y se las amaraban al cinturón del pantalón. En cuanto a las muchachas de pocos recursos económicos usaban otro tipo de calzado que se llamaba chinela. Todavía las hay por ahí. La chinela era económica, tenían plantilla de suela y tela gruesa de color negro o azul marino. Un par de chinelas costaba Bs.2 y de la más cara Bs. 4. Duraban bastante, para acabarse había que rodar mucho. Si la crónica de esta semana le genera dudas de lo económico que era el calzado pregúntele a toda personalidad que tenga más de 50 años: “¿Usted se avergonzaba de usar alpargatas?” Nadie se apenaba por usarlas.
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Recientemente en una visita realizada al sur de Aragua con amigos aficionados a las artes y a la historia de los pueblos, hicimos estación en una tienda artesanal y un par de alpargatas de las que llaman suela volteada, que se parece a una alpargata Caribe cuesta 20$ y una alpargata con sello: Hecho en Venezuela cuesta 25$. ¿Saque usted sus propias conclusiones?
Zapatos, alpargatas y chinelas no tienen ahora diferencias de clase social, color, ni raza, ahora tienen el mismo estatus. Son todos calzados de lujo.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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