Zona de contrastes, por Félix Arellano
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El Indo-Pacífico se ha posicionado como el epicentro de la geopolítica mundial, desplazando al Atlántico y, en gran medida, a los valores liberales occidentales, particularmente las libertades, la democracia y los derechos humanos. Su crecimiento económico e innovación tecnológica, en los últimos años, han sido impresionantes, logrando una influencia decisiva en las cadenas globales de valor.
Adicionalmente, el desarrollo económico se ha acompañado de la conformación de una red de instituciones orientada a fortalecer los vínculos económicos y la cooperación; empero, en los últimos años, crecen los focos de tensión en el área, creando la sensación que la zona podría dar origen a una gran conflagración de consecuencias impredecibles.
En la consolidación de la globalización económica, el protagonismo del área del Indo-Pacífico ha sido determinante, unos 38 países que representan aproximadamente el 44% de la superficie mundial, el 65% de la población del planeta y se calcula que un 62% del PIB mundial. Albergando cinco de las potencias mundiales: Estados Unidos, China, Japón, India y Rusia. Geográficamente comprende puntos estratégicos para la economía y el comercio internacional, tales como los estrechos de Malaca, de Ormuz y el de Bab el-Mandeb.
En principio, el ritmo de crecimiento económico y tecnológico se concentró en el área del Pacífico, destacando el acelerado progreso de Japón y de los llamados «tigres del Asia» de la primera generación, conformado por Corea de Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur; y los de la segunda generación: Malasia, Indonesia y Tailandia.
Posteriormente, la India fue descollando en el plano económico, convirtiéndose en una potencia emergente, miembro del grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Cabe recordar que Deng Xiaoping, el constructor de la China comunista moderna, resaltó a Rajiv Gandhi como primer ministro (hijo de la célebre exprimera ministra Indira Gandhi) la importancia de la India para la zona.
Para tratar de superar las desconfianzas mutuas —producto, entre otros, de la visión suma cero que caracteriza a una rígida visión de la soberanía—, algunos países de la zona promovieron la construcción de instituciones orientadas a fortalecer la cooperación y la integración. Es el caso de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (Asean, por sus siglas en ingles), conformada en 1967 por cinco países fundadores: Filipinas, Indonesia, Malasia, Singapur y Tailandia; a la que luego se sumaron otros cinco países: Birmania, Brunei, Camboya, Laos y Vietnam.
Otro esquema de carácter informal —importante para la coordinación de posiciones en un escenario tan heterogéneo—, fue la creación del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacifico (APEC, por sus siglas en inglés), conformado por 21 países miembros en 1989.
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Pero, además de la suspicacia que genera las visiones rígidas de la soberanía, en la zona fueron creciendo diferencias y resistencias producto de enfrentamientos ideológicos. Primero, producto de la Guerra fría entre los Estados Unidos y la vieja URSS; luego, estimulados por la creciente competencia por la hegemonía y el liderazgo regional, entre los Estados Unidos y el meteórico ascenso de China como potencia. Tal competencia está incrementando la desconfianza en la zona, que tiene sus consecuencias en el plano institucional en diversas áreas.
Al respecto cabe destacar que, desde finalizada la Segunda Guerra Mundial, en el incipiente ambiente de la Guerra Fría se suscribe en 1951 el Tratado Anzus, entre Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda, para promover la seguridad e inteligencia en el Pacífico. Otro acuerdo relevante en el marco del enfrentamiento este/oeste ha sido el llamado Five Eyes Alliance, una alianza en temas de seguridad e inteligencia, integrada por Australia, Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda y el Reino Unido, creada desde los inicios de la Guerra Fría que se conoció públicamente en 1990.
Pero el ambiente de tensión se ha exacerbado en los últimos años, en particular producto del giro más agresivo en la política exterior china impulsado por el presidente Xi Jinping, Una política de expansión más directa, dura y global, que tiene su máxima expresión en el ambicioso proyecto de la Nueva Ruta de la Seda que abarca los cinco continentes con más de cien países incorporados.
Una nueva política expansionista que, en los últimos años, está privilegiando el fortalecimiento de su fuerza militar. Se agotó el tiempo de la prudencia y el soft power, ya la amenaza militar china se presenta en varios focos, entre otros, en el mar del Sur, la frontera con la India y, en particular, frente a Taiwán.
El enfrentamiento geopolítico también ha permeado el plano económico e institucional; en tal sentido, el gobierno de los Estados Unidos, durante la presidencia de Barack Obama, trabajó arduamente para la conformación del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica que finalmente fue suscrito por 12 países en febrero del 2016. Una zona de libre comercio con el objetivo político de servir de muro de contención ante el impresionante ascenso de la hegemonía china en la zona; empero, el presidente Donald Trump, al llegar a la presidencia, decidió el retiro de los Estados Unidos del acuerdo el 23 de enero del 2017.
El error estratégico del presidente Trump fue aprovechado de inmediato por el gobierno chino, que se concentró en la conformación un acuerdo económico profundizado, que algunos definen como ASEAN+5; es decir, los 10 miembros de la ASEAN más Australia, China, Corea del Sur, Japón y Nueva Zelanda. Formalmente denominado Asociación Económica Integral Regional (Recep, por sus siglas en inglés), firmado en la Cumbre de la Asean el 15 de noviembre del 2020, aún en proceso de ratificación por varios países signatarios.
En oposición y para tratar de fortalecer el liderazgo de los Estados Unidos en la zona, el presidente Joe Biden ha propuesto la creación de un esquema flexible de cooperación en diversas áreas, definido como Marco Económico del Indo-Pacífico para la Prosperidad (IPEF, por sus siglas en ingles), inicialmente integrado por 13 países de la zona, iniciativa que ha presentado en el marco de la Cumbre de la QUAD, efectuada en Japón en mayo del presente año.
En el plano político, militar y de seguridad, Estados Unidos ha actuado más activamente. Al presente, ha promovido el foro estratégico informal de seguridad, definido como Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (conocido como QUAD) integrado por Australia, Estados Unidos, India y Japón conformado en el 2007. Fue reactivado en el 2021, en el marco de la pandemia del covid-19, como una alianza estratégica militar con el Reino Unidos y Australia, definida como Aukus, anunciada públicamente el 15 de septiembre del 2021.
Frente a tales mecanismos, el gobierno chino ha reaccionado presentando la etérea figura de una Iniciativa de Seguridad Global Diálogo de Seguridad Cuadrilateral —pareciera que restringida a los gobiernos iliberales— que fue presentada por el presidente Xi Jinping en el marco del Foro de Boao (el Davos de Asia) en abril del presente año.
Como se puede apreciar, la zona del Asia-Pacífico se debate entre los avances en crecimiento económico e innovación tecnológica en un marco de crecientes tensiones políticas y militares que están generando una creciente incertidumbre. Tal panorama podría servir de oportunidad para una acción más efectiva de la sociedad civil, a los fines de promover un ambiente de diálogo y convivencia; empero, en una zona con una mayoría de regímenes autoritarios que reprimen la acción social como una potencial amenaza para su hegemonía, las oportunidades se desvanecen.
Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.