Zona industrial de Maracaibo: un pueblo fantasma
Las fallas eléctricas dejaron en penumbras la capacidad operativa de la industria en Maracaibo. La ausencia de servicios públicos, escasez de materia prima y el aumento de los impuestos paralizó la actividad comercial, convirtiendo a la zona en un cementerio
Reyna Carreño/Ahiana Figueroa
Fotos: José Nava
Cuando en octubre pasado se hizo público el cierre de la Planta Modelo de Cervecería Polar en Maracaibo, Juan José García, un “cauchero” que trabaja en una calle aledaña a la empresa, se puso “las manos en la cabeza”.
“No lo podía creer. La gente salió triste ese día, muchos lloraron, porque parecía increíble que ‘la planta’ ya no funcionara más”, recuerda y, señala con su mano llena de grasa a las torres que sobresalen por encima de los árboles y que han estado allí desde hace 58 años. “Hasta a mí me sintió”, admite.
Polar detuvo la producción de su planta cervecera por la baja demanda del producto y por las constantes fallas de la electricidad. Antes del cierre, la empresa estaba en menos de un quinto de su capacidad y de nueve líneas solo una se mantenía productiva. Quedaron cesantes unos 3.000 puestos de trabajo directos. Además, la suspensión de las actividades afectó a franquiciados, microempresarios y distribuidores, que suman unas 30.000 o 40.000 familias.
A esta planta se le llamó Modelo porque Juan Lorenzo Mendoza Fleury (director de la empresa para ese entonces), concibió una fábrica que sirviera de ejemplo para la industria nacional e internacional. A poco tiempo de construida Polar pasó a ocupar el primer lugar en ventas con el 75% del mercado cervecero.
Hoy en 2020, este cierre es solo una muestra de la recesión económica del país y de la crisis del servicio eléctrico que sufre el estado Zulia desde hace año y medio, afectada por frecuentes apagones y racionamientos. Esta paralización de operaciones es considerada importante y visible dada la magnitud y envergadura de la empresa. Sin embargo, no fue allí cuando el engranaje productivo regional se detuvo, sino que se fue oxidando poco a poco.
La zona industrial “da miedo”
El año 2019 y todo lo que trajo fue decisivo para que hoy, Orsinis Hernández, presidente de la Cámara de Industriales del Zulia afirme que el sector está “prácticamente paralizado”.
Las fallas del servicio eléctrico dejaron en penumbras la capacidad operativa de la zona industrial de Maracaibo. Eso, más la ausencia de servicios públicos, escasez de materia prima y el aumento de los aranceles tributarios marcó definitivamente el antes y después.
Los casi 5.000 metros que comprenden las dos etapas de la zona industrial del área metropolitana se convirtieron en un cementerio de vehículos dañados, escombros, maleza, basura y estructuras abandonadas que hoy sirven de hogar a indigentes y perros callejeros.
Solo las vías principales están despejadas de desechos y aptas para el escaso tránsito vehicular. Es común ver a las personas caminar por las avenidas ante la poca circulación de carros por la zona. Pero las transversales son otra cosa. “Eso pa’ allá da miedo”, comenta Pedro Montilla, quien vigila el edificio abandonado de lo que fue una fábrica de cabillas.
Montilla relata que el personal de vigilancia ya no quiere trabajar de noche, porque “son pocas las calles que están alumbradas y si toca racionamiento esto se pone que para los pelos”.
Una gran cantidad de explosiones en la infraestructura eléctrica -por cierto- ocurre en Zulia, las cuales se han generado luego del mega apagón de marzo de 2019, que dejó sin servicio de electricidad a todo el país por varias semanas. Esto ha afectado no solo a las industrias sino también a todo el comercio.
El presidente de Fedecámaras Zulia, Ricardo Acosta, señaló que los propios comerciantes y empresarios de la región han tenido que «blindarse» para proveerse ellos mismos de los servicios públicos que debe brindar el gobierno nacional y regional.
Prácticamente estamos produciendo nuestra propia electricidad, el agua la compramos a camiones cisternas, el gas lo adquirimos en bombonas, nuestros sistemas de comunicaciones son extranjeros, la empresa privada está haciendo sus propios potes de desechos, en fin, la situación en Zulia está muy fuerte», dijo.
Considera Acosta que el empresario zuliano es, de todos los estados, el que está llevando la peor parte. Refiere que se han elevado sustancialmente los costos de las empresas para proveerse de los servicios públicos, por lo que muchos han tenido que cerrar sus puertas.
Resalta además que la escasez de combustible ha sido otro factor que ha debilitado la operatividad de las empresas. «Movilizar la mercancía cuesta un dineral, para encender las plantas eléctricas con el gasoil también cuesta mucho dinero. El combustible no se consigue en las estaciones de servicio y la única posibilidad que se tiene es comprarla en el mercado negro a precios exhorbitantes», apuntó el presidente de Fedecámaras Zulia.
Poca e intermitente
De a poco, la luz que ilumina el coraje de los empresarios languidece. Tal como lo afirma Orsinis Hernández, la permanencia del sector se sustenta en la intermitencia productiva.
Los industriales consiguen un poco de materia prima, producen y luego paran mientras obtienen un poco más. Eso, para no cerrar definitivamente”, admite.
La reducción del mercado, la escasez de insumos y de personal capacitado, las fallas en los servicios públicos y los altos tributos son los cinco puntos neurálgicos del sector industria zuliano.
A eso se suma la proliferación de productos y alimentos que entran por las “trochas” de la frontera con Colombia sin regulación ni pago de impuestos. “Por eso salen más baratos que los que producimos acá”, sostiene Hernández.
Comprar mercancía afuera se hizo más rentable para el sector comercial local. Y cuando dice “afuera”, no solo alude a lo que entra por Maicao, sino a lo que se adquiere en otros estados, “donde tienen mejor servicio eléctrico, combustible y se paga menos impuestos”.
Hasta el momento se desconoce la cifra real de industrias pequeñas y medianas que cerraron durante el año. Lo que si se sabe, aún como número extraoficial, es que al menos un millón y medio de empleados catalogados como “mano de obra calificada” migró del país.
Pero la posible paralización de la zona industrial de Maracaibo y de San Francisco ya venía preocupando a la ciudad desde hace varios años. En 2016 se acordó entre empresarios y la gobernación del Zulia a cargo en ese momento del oficialista Francisco Arias Cárdenas, llevar a cabo planes para su reactivación. Durante los encuentros, se planteó aumentar la oferta de bienes y servicios de este sector donde hacían vida 280 empresas, lo cual convertiría a este centro en un polo de desarrollo si se tomaba el impulso necesario.
¿Los resultados de este acuerdo? Una zona industrial parecida mas a un pueblo fantasma.
Algo más que una planta
Una industria entraña estar sujeto a una regulación ambiental, generar alianzas, conseguir créditos y crear estrategias que estimulen el florecimiento de bajos costos operativos.
De cada 100 empresas solo tres son industrias, porque producir significa más que acondicionar una planta física, contratar personal calificado y tener acceso a la materia prima”, sostiene Hernández.
Tanto en Maracaibo como en toda la región zuliana se mantiene tímidamente la producción de alimentos de consumo animal y humano, lácteos, pastas, salsas y condimentos. Además de la industria metalmecánica en un muy bajo porcentaje.
“El sector confección y calzado está detenido, al igual que el área de construcción que opera en solo 5% de su capacidad total”, afirma el presidente de los industriales del estado.
Los apagones
Por otro lado, la energía eléctrica le jugó una mala pasada al sector industria. No solo por los constantes apagones y fluctuaciones, sino porque la actual legislación establece que toda empresa con un consumo superior a los 100 KVA debe tener planta de autogeneración.
“Esos equipos no solo son costosos, sino que implican la compra periódica de combustible, tan escaso en el estado”, refiere Hernández.
Durante el apagón de marzo, el sector industrial contabilizó perdidas millonarias como consecuencia de los saqueos. Para la fecha, Hernández vaticinó que “muchas compañías tardarían años para recuperarse” y estimó pérdidas de más de 1.000 millones de dólares.
Polar reportó que cuatro de sus instalaciones ubicadas en Maracaibo fueron atacadas y que las pérdidas en materia prima y productos superaron los 18.600 millones de bolívares, debido al robo de 150.000 cajas de producto terminado en su planta de bebidas, de 160 paletas de producto terminado y de casi 77.000 unidades de pasta en distintas presentaciones de su planta de alimentos.
En la zona industrial saquearon algunos galpones de comida, entre ellos los de Génica, una empresa con 26 años de trayectoria que produce lácteos en Venezuela.
Sin embargo, con todas estas cargas a cuestas, el presidente de la Cámara de Industriales asegura que están “esperanzados, porque los sectores comercio y servicios reportan un fortalecimiento, como resultado del libre uso de divisas en la compra venta local”.
Acepta -no obstante- que el deterioro de la infraestructura eléctrica en el estado es un problema grave, que el músculo financiero está destruido y que la industria zuliana registra un atraso de 50 años, “porque en medio de la crisis se perdió la capacidad de crecimiento”.