¿Ética? ¿Con qué se come eso?, por Simón Boccanegra
El desprecio del Presidente por las normas legales y el descaro de sus procederes alcanzan una cota elevadísima con la transmisión que hizo ayer de la grabación de una conversación entre Ramón Escovar Salom y su hijo. Rebajándose al nivel de Juan Barreto, de Tascón o de cualquiera de sus acólitos, en los cuales ese tipo de conducta no sorprende, Chávez ha transmitido una grabación que en sí misma ni siquiera podría ser presentada bajo la coartada de que en ella se revelan secretos de una conspiración, de un golpe o un magnicidio, lo cual, al menos, la explicaría. Es una conversación banal, con apreciaciones políticas generales, sin ningún valor «policial», por así decir. Eso hace aún más repugnante el acto de Chávez. Es la admisión pura y simple de que las leyes le importan un carajo. Pinchar teléfonos está prohibido. Divulgar las grabaciones también. Sin embargo, el gobierno lo hace.
Y lo hace sin disimulo. Se jacta de eso. Pero hasta ahora la divulgación de lo grabado quedaba en manos de los atorrantes de costumbre. Ahora es el propio Chávez, con un descaro inaudito, quien cumple con la sucia labor. Porque no sólo las leyes le importan un carajo.Tampoco la ética.