La frase, por Laureano Márquez
Quedará para la historia como prueba cierta de la barbarie que vivimos: “si esta patria no es nuestra, no será de nadie”. Sin duda es la confesión más clara que se ha hecho de los propósitos verdaderos de quienes se han dado a la tarea de la sistemática destrucción de Venezuela. Detrás de esta frase se aglutinan XX siglos de las peores pulsiones del ser humano. Es, pues, como una síntesis hegeliana en la que el chavismo se reconcilia con su verdad más contundente:
Están aquí para ser los amos, los dueños, para esclavizarnos o para destruirnos si nos resistimos. Pareciera que lo primero no lo han conseguido del todo y están apostando a lo segundo.
La frase da para un seminario en la Escuela de Estudios Políticos. Nos remite, por una parte, a una idea muy antigua: la privatización de lo público, no ya privatizaciones particulares y específicas, sino que todo lo público es propiedad privada de una persona o grupo. En sus orígenes el poder era unipersonal y absoluto. Quien lo detentaba era el amo y señor de los súbditos, dueño de sus vidas y destino. Estamos hablando de lo que Weber llamaría forma tradicional del poder. No hay detrás de la frase una reflexión racional, ni legal. No detentan el poder porque se fundamentan en el derecho, ni mucho menos en la democracia. Son como el señor feudal, dueños de sus siervos. Ejercen el poder porque el país les pertenece. Todo el que no acepte este punto debe ser eliminado, sometido o expulsado. Como en la doctrina del Derecho Divino de los Reyes, en la cual tal como proclamaba Robert Filmer en su obra póstuma publicada en 1680:
- El poder es sagrado porque viene de Dios y no es creado por el hombre.
- El poder es absoluto, no puede ser limitado por nada ni por nadie.
En definitiva pues, eso que suele denominarse “patria”, entendida como sinónimo del lugar, el territorio o el país al que uno pertenece, es en el caso de Venezuela, propiedad privada de quienes la manejan en este momento. Esto nos lleva a otra reflexión: desde antiguo, el derecho a la propiedad, como bien lo establece el Derecho Civil, abarca una serie de facultades sobre aquello que se posee.
Tal como señala el profesor Oscar Ochoa en su libro «Bienes y derechos reales. Derecho Civil II (Ediciones de la UCAB, 2008): “La libre disposición de los bienes en manos de su propietario es un atributo esencial del derecho de propiedad. El derecho de disponer, el derecho de libre disposición de disposición plena y total se considera como el «derecho de abusar», material o jurídicamente. El abusus o Ius abutendi es el derecho del propietario de una cosa de conservarla tal como ella es o modificarla, así como el derecho de destruirla materialmente, consumiéndola haciendo de ella un uso o no repetible, abandonarla o enajenarla. Se trata del atributo más completo del propietario, puesto que en ejercicio del mismo puede llegar hasta la destrucción material de la cosa objeto del derecho de propiedad.”
Es de agradecer en todo caso la “honestidad” de la frase, desnuda de todo pudor muestra al régimen tal cual realmente es, sin el maquillaje de la ideología. Cierto es que la frase está hecha también para humillar y acobardar, pero eso no le quita certidumbre. Desde el principio, desde aquella constituyente primera en la que gracias a las peripecias matemáticas con un 52% de los votos obtuvieron el 98% de la representación popular, este propósito de aniquilar la disidencia estaba en los planes.
Pero, por lo que parece, estamos llegando al llegadero: el aviso de la frase nos concierne, si no detenemos el abusus, debemos prepararnos para aceptar con resignación la aniquilación total