Cruz-Diez, el eterno investigador del color
En agosto de 2016, para celebrar el 93 aniversario del maestro Carlos Cruz Diez TalCual realizó este especial, en el que muestra las obras que dejó el artista cinético en Venezuela y distintos espacios públicos del mundo
Carlos Cruz-Diez (1923) no es un artista plástico convencional. Desde sus inicios se define como un «investigador», condición que lo llevó a realizar más de ocho trabajos sustentados sobre el color, su interacción con la luz, el espacio y otros colores; además de situarlo entre los padres funcionales del arte cinético mundial.
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Sus inicios se remontan al movimiento cinético de los años 50 y 60, en el cual varios venezolanos, como el maestro Jesús Soto, realizaron aportes fundamentales para conocer las nociones del color.
Cruz-Diez, al igual que Soto dijeron en su momento que no buscaron crear un «ismo» dentro del movimiento solo investigar sobre el color y estructurar sus obras de acuerdo a las percepciones profundas sobre el color y su interacción con el espacio urbano o intervenido.
Luego de varios años de reflexión sobre su trabajo, Cruz-Diez ahora lo define como «Arte del Movimiento y Espacio Reales», donde se conjugan elementos generalmente de forma tridimensional que permiten visualizar el color de acuerdo a la percepción de la persona.
ESPECIAL: Cromointerferencia Ambientación Color Aditivo
En el desarrollo de su reflexión plástica ha ampliado las nociones del color, demostrando que la percepción del fenómeno cromático no está asociada a la forma. Para ello, Cruz-Diez realizó 8 investigaciones en torno al color: Couleur Additive, Physichromie, Induction Chromatique, Chromointerférence, Transchromie, Chromosaturation, Chromoscope y Couleur dans l’espace.
Cruz-Diez se describe a sí mismo como un artista que practica la disciplina del investigador: «En mis obras nada está hecho al azar, todo está previsto, programado y codificado. La libertad y lo afectivo sólo cuentan a la hora de elegir y combinar los colores, tarea a la que impongo una restricción única: ser eficaz en lo que quiero decir. Es una integración de lo racional y lo afectivo. Yo no me inspiro: reflexiono.» En cada una de sus investigaciones pone de manifiesto distintos comportamientos del color. En Couleur Additive (Color Aditivo) que se inició en 1950, Cruz-Diez fundamenta su obra en la irradiación del color, es decir, en la evidencia de que cuando dos planos de color se tocan, aparece una línea virtual más oscura en la zona de toque.
Mediante el aislamiento de este fenómeno óptico, Cruz-Diez obtiene los llamados «módulos de acontecimiento cromático» responsables, en parte, de la continua transformación del color.
Le siguen las famosas Psysichromie (Fisiocromías) que iniciaron a partir de Cruz-Diez llama «trampas de luz» 1959. En esta investigación, las estructuras son las que revelan los diferentes comportamientos y otras condiciones inherentes del color, que se modifican según el desplazamiento e intensidad de la luz ambiente y del espectador proyectando el color en el espacio y creando una situación evolutiva de color aditivo, reflejo y sustractivo.
que se van relacionando con las tramas de color que componen la obra. Una de las fisiocromías más famosas de Cruz Diez es la que adorna el Aeropuerto Internacional de Maiquetía, la cual fue pensada para grandes tráficos.
Otra de las famosas investigaciones de Cruz-Diez se refiere a la Chromosaturation (Cromosaturación).
El artista explicó que es un ambiente artificial compuesto por tres cámaras de color, una roja, una verde y otra azul, que sumergen al visitante en una situación monocroma absoluta, lo que origina perturbaciones en la retina, habituada a percibir simultáneamente amplias gamas de colores.
La Cromosaturación puede actuar como detonante activando en el espectador la noción del color en tanto que situación material, física, que sucede en el espacio sin la ayuda de la forma e incluso sin soporte alguno, independientemente de las convenciones culturales, detalló Cruz-Diez.
En todas sus obras, el maestro Cruz-Diez demuestra que el color, al interactuar con el observador, se convierte en una realidad autónoma y evolutiva, capaz de invadir el espacio sin anécdotas, desprovisto de símbolos, sin tiempo ni ayuda de la forma y aún, sin ayuda del soporte.
Con más de 90 años, todavía sigue investigando en el color y divide su tiempo entre sus talleres de París y Panamá, donde realizó su última Fisiocromía, en la cual fue «desaparecido» por el artista chino Lui Bolin.
Actualmente, sus obras son manejadas por cinco fundaciones que maneja su familia y cuenta con siete exposiciones permanentes en Nueva York, Montreal o París.