17% de los venezolanos se encuentran expuestos a subalimentación o hambre, según Cáritas
A pesar de una leve mejoría desde 2019, el costo elevado de la canasta básica y la dependencia de alimentos de baja calidad como los provistos en las cajas CLAP agravan la crisis alimentaria y exponen a la población al hambre, de acuerdo a Cáritas Venezuela
Susana Raffalli, asesora en nutrición de Cáritas Venezuela, indicó que, a pesar de una leve mejora en la oferta alimentaria y la situación de muchas familias, 17% de la población venezolana sigue padeciendo subalimentación o hambre. Esta cifra representa aproximadamente a cinco millones de personas, de acuerdo a datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En una entrevista con Radio Fe y Alegría Noticias, Raffalli explicó que la subalimentación se mide no solo por el acceso de las familias a los alimentos, sino también por la capacidad del país para abastecerse de productos nacionales. Señaló que la situación sigue siendo grave, especialmente para los sectores más vulnerables, como los niños y las mujeres.
Informó que entre ocho y 10 de cada 100 niños beneficiarios del programa humanitario de Cáritas presentan desnutrición grave, mientras que 25% de las mujeres están en riesgo nutricional. Además, casi 10 de cada 13 mujeres embarazadas que acuden a los programas de Cáritas sufren de anemia, hambre u otros riesgos nutricionales.
El nivel actual triplica el promedio de subalimentación en América del Sur, que es del 6%, puntualizó Raffalli.
Factores que afectan la seguridad alimentaria
Susana Raffalli destacó tres factores que continúan erosionando la capacidad de las familias para alimentarse adecuadamente:
Los ingresos promedio de los hogares venezolanos no cubren ni 30% del costo de la canasta alimentaria para una familia de cinco personas, a pesar de los bonos estatales y las cajas CLAP.
«Los hogares que están en mejores condiciones son aquellos que reciben divisas, ya que el valor del bolívar, a pesar de que el país salió de la hiperinflación, es insuficiente para cubrir el costo de una canasta alimentaria básica», apuntó a Fe y Alegría.
También la ausencia de servicios esenciales como electricidad, agua y gas dificulta la posibilidad de cocinar en muchos hogares.
La dependencia de las cajas CLAP, que contienen productos de bajo valor nutricional al estar compuestas principalmente de carbohidratos y alimentos ultraprocesados como la mortadela enlatada, no mejora la situación alimentaria, ya que 90% de los hogares solo las recibe trimestralmente. La composición de estos alimentos aumentan el riesgo de enfermedades metabólicas en la población, alertó la nutricionista.
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Ante la crisis, muchas familias recurren a estrategias de supervivencia que incluyen el endeudamiento, la búsqueda de alimentos en la calle o participación en actividades ilícitas como el contrabando, la prostitución o el trabajo en minas para conseguir más dinero.
Raffalli explicó que la crisis alimentaria no solo tiene efectos físicos, como el retardo en el crecimiento y los problemas cognitivos en los niños, sino a consecuencias sociales graves, como la exposición a redes de trata.
Exhortó al Estado a implementar políticas que «garanticen la buena alimentación, revaloricen el trabajo de los venezolanos y mejoren la oferta alimentaria nacional». Sugirió que se reactiven estrategias del pasado, como Mercal y Pedeval, o la asignación de cestatickets, que estuvieron activas hasta el 2012.
Con información de Fe y Alegría