2013 será un paquete, por Teodoro Petkoff
El ministro Jorge Giordani anunció hace unos días que el gobierno se dispone a suprimir los subsidios que reciben una gran cantidad de bienes y servicio de consumo masivo, haciendo especial referencia al precio de la gasolina, el cual evidentemente también será revisado hacía arriba.
«Se acabó la regaladera», aseveró el ministro; «ahora hay que pagar». En otras palabras, Giordani nos dice que se pondría fin al populismo. Lástima que la autocrítica implícita llegue con catorce años de retraso, cuando la política Chávez-Giordani ya ha provocado serios estropicios en la economía nacional, vale decir, en la vida toda de la nación.
Ahora habría que recoger los vidrios rotos, es decir, rectificar, si es que lo dicho por Giordani es algo más que hablar por hablar. Si fuere así, el ajuste de precios -que, por lo demás, ya ha comenzado- caerá brutalmente sobre los hombros de todo el mundo pero, lógicamente, con mayor fuerza, sobre los sectores más humildes y de menores ingresos.
Cabe esperar, si las decisiones al respecto se aplicaran realmente, que su efecto sea el de hacer rebotar la inflación, que a lo largo de este año ha venido descendiendo hasta la todavía muy alta de 18%, pero que volvería a coger impulso. Si a los ajustes de precios, añadimos la casi cantada devaluación del bolívar, cuyo efecto inmediato sería el de encarecer los productos importados, las consecuencias serían tremendas sobre el costo de la vida.
El 60% de la demanda y el consumo son atendidos por importaciones, que este año llegarán a los 52 mil millones de dólares, y que pagadas con un dólar más caro, inevitablemente subirían sus precios, para castigar, obviamente, a los consumidores, la mayoría de los cuales son pobres.
El crecimiento de la economía, que en los dos últimos años ha estado entre 4 y 5% del PIB, ya en el cuarto trimestre de este año ha comenzado a desacelerarse y para 2013 se calcula que no será superior al 2%.
El crecimiento habido ha sido un crecimiento sin desarrollo. Ha crecido el PIB con base en el dineral que el gobierno ha lanzado a la calle, pero ni la producción ni la productividad del país se han incrementado.
No hay más fábricas ni más empleo productivo. Todo lo contrario, la manufactura ha perdido la mitad de sus empresas y han sido lanzados a la calle más de cien mil trabajadores. El próximo será, pues, un año duro. Veremos si ese 54% que votó por la reelección de Chávez continúa pensando que sarna con gusto no pica.
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