Ni muy muy pacífico, ni tan tan violento, por Hernán Castillo
Autor: Hernán Castillo | @CastilloHernan
Si hay un tema que la política en Estados Unidos toma en serio es el tema militar. Los políticos estadounidenses no hacen demagogia con la guerra. Resulta que el presidente Obama declaró a Venezuela amenaza hemisférica y Donald Trump declaró que Estados Unidos no va a permitir desestabilizaciones regionales. Pero una amenaza de intervención militar directa a Venezuela no ha sido planteada por Estados Unidos, pero tampoco ha sido descartada. Sólo el Rodríguez Zapatero “gringo”, el Tomás Shannon, después que se jubiló, declaró que la posibilidad de una invasión militar a Venezuela, no existe. No obstante en Colombia el Comando Sur estuvo hace pocas semanas en la zona fronteriza con Venezuela y Brasil ha reforzado sus puestos militares fronterizos.
Es así como las medidas y sanciones, de Estados Unidos, la Comunidad Europea y el Grupo de Lima, ante la amenaza que pueda significar el Estado venezolano, han ido gradualmente escalando la presión internacional. Las medidas están orientadas, principalmente hacia lo que llamo “asfixia o ahogamiento” de la administración Maduro, con el objetivo de llevarlo hacia la renuncia, la cual sería una alternativa civilizada, pacífica y constitucional, a la crisis humanitaria y política que sin precedentes atraviesa Venezuela. Y por el otro lado, lograr en una cierta medida su aislamiento. La respuesta en lo doméstico, una vez fracasadas las conversaciones en la República Dominicana, el régimen ha reaccionado con mayor represión, violaciones a los Derechos Humanos, anulación de la Asamblea Nacional, y clausura de la opción electoral.
Pero el punto es que, ante un problema internacional de tales magnitudes el debate sobre una intervención militar a Venezuela, ha sido banalizado. Una vez que Ricardo Hausmann planteó la posibilidad concreta de solicitar asistencia militar humanitaria para Venezuela, tanto el régimen como un sectorcito de la oposición han incluso ridiculizado y, muy propio del carácter del venezolano, hasta caricaturizado el tema. Pero en cierta forma, quienes no creen sinceramente en la posibilidad de una intervención internacional militar contra Venezuela, tienen razón; ya que desde la época de la guerra de la independencia, el bloqueo naval en 1902 cuando Cipriano Castro, la invasión militar cubana por Machurucuto en el estado Miranda el 10 de mayo de 1967 y el apoyo de todo el bloque de países comunistas a la subversión para derrocar a Rómulo Betancourt, la incursión de la colombiana Corbeta Caldas el 10 de agosto de 1987, no hemos tenido amenazas militares internacionales. Cuando la Guerra de Las Malvinas el apoyo de Venezuela a Argentina fue retórico; y la compra de las fragatas misilísticas para la defensa de la soberanía en el Golfo de Venezuela y los aviones F16 para amenazar a la Guayana Esequiba, han quedado en chatarra.
Es decir, los militares pretorianos venezolanos para lo que han venido quedando es para la represión y persecución de los opositores; y también para intervenir y competir abusivamente con los civiles, en la lucha política. Pero los problemas de seguridad y defensa y las nuevas amenazas a la soberanía nacional, que llevaron a Obama a clasificar al Estado venezolano como amenaza, no han tenido respuestas. Sin embargo 11 puntos del PTB se dedican al sector defensa y todos los problemas, entre ellos los problemas de defensa de la soberanía nacional, se han visto agravados.
Por ejemplo, en estos años de socialismo del siglo XXI y revolución bolivariana chavista, unos 300 mil venezolanos han sido asesinados por el hampa común, con más del 90 por ciento de impunidad. O sea que, ni la seguridad pública han podido garantizar los militares venezolanos.
Pero en este cuadro, la respuesta oficialista ha sido un apresurado e inconstitucional adelanto de elecciones presidenciales. Y en el sector opositor las posiciones se han polarizado entre participación y abstención. Lo cual constituye un simplismo extremo, ya que ante la complejidad de la situación venezolana de lo que se trata, entre otras cosas importantes, es de buscar un escenario de encuentro unitario para, con un alto sentido de responsabilidad y compromiso, pensar la política y los medios para de una vez por todas, comenzar a resolver profundamente en sus raíces el problema, ya que en vista de la experiencia política y militar, vivida a todo lo largo de estos casi 20 años, pareciera que los caminos para salir con éxito y victoriosos, no son ni muy muy pacíficos, ni tan tan violentos.
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