La procesión va por dentro, por Teodoro Petkoff
Para Hugo Chávez debe haber sido una sorpresa que los tres partidos más importantes de la alianza que lo respalda, aparte del MVR, es decir, Podemos, PPT y PCV, hayan rechazado la “invitación” a formar parte del PSUV.
Acostumbrado como está a la adulancia y al temor que ha logrado inspirar en todo su entorno, así como a la aceptación acrítica del más mínimo de sus caprichos, el revire de los tres partidos ha debido dejarlo perplejo. Desde luego que las contradicciones, los desacuerdos y hasta las rupturas son normales en cualquier colectividad democrática, pero su estallido público lo es mucho menos en una comunidad regida por el rampante autoritarismo del líder y por la configuración autocrática de su ejercicio de dirección. Cuando Chávez lanzó la idea del partido único, advirtiendo que no pensaba discutirlo con nadie, y que quienes no quisieran formar parte de aquél tendrían que salir del gobierno, daba por sentado que en el supuesto, para él negado, de que su voluntad no fuera suficiente para arrebiatar a los demás partidos, la nada sutil amenaza de dejar a sus gentes sin chamba se encargaría de hacerles ver la realidad.
Sin embargo, no fue así. Independientemente del inevitable drenaje de que han sido objeto por debajo, los tres partidos, en tanto que instituciones, han rechazado la proposición de disolverse para dar paso a una formación socialista única. Las razones van desde la pertinente —aunque retardada— reivindicación de la democracia y el pluralismo por parte de Podemos y el PPT, hasta el doctrinarismo dogmático del PCV, con su trasnochado reclamo de una definición marxista-leninista para el nuevo partido. Pero lo cierto es que no habrá partido unido ni único. Además del PSUV, sobrevivirán, debilitados, ciertamente, pero no sólo como siglas, los otros tres. El desenvolvimiento futuro no es fácil de predecir. Los tres partidos harán todo lo posible por mantenerse en el “proceso”, pero ¿los reconocerá y admitirá el implacable jefe o también los empujará hacia esa cuneta sembrada de cruces que identifican a los caídos en las luchas fratricidas que jalonan la historia del chavismo?
Por otro lado, existe otra manifestación no menos interesante de las contradicciones que plagan el universo chavista. De 77 revocatorios aprobados hasta ahora por el CNE, 59 fueron activados por sectores populares del chavismo contra sus propios gobernadores, alcaldes y diputados a los consejos legislativos. No es el chavismo organizado quien así procede —de hecho, sus partidos desautorizaron esa consulta— sino el chavismo popular, el chavismo silvestre. Probablemente, en unos casos, sectores populares del chavismo son manipulados por facciones de los partidos, sobre todo del MVR, contra sus propios compañeros y/o contra los de partidos “hermanos”. Algunas veces con más razón que en otras, son, sin embargo, episodios de luchas por el poder local.También es posible que sea la pura y simple expresión de inconformidad popular con malos gobiernos municipales y regionales. Mas, como quiera que sea, tanto en el episodio del “partido unido” como en el de los revocatorios, es el elemental derecho a no calársela lo que sale a la superficie. En definitiva, un derecho democrático cuya piedra de tranca es, precisamente, aquél en cuyo nombre hablan los “alzados”. Porque Chávez no acepta otras razones que las suyas.