A-commerce: el comercio electrónico también se escribe con a, por David Somoza Mosquera
Twitter: @DavidParedes861
Los negocios en línea, a partir de la década de los 90, han mantenido un crecimiento sostenido. Al principio, era una apuesta de las compañías por estar al día con las innovaciones y ofrecer a sus clientes, desde la comodidad de su hogar u oficina, lo que estaban demandando.
Ahora el comercio electrónico responde a una nueva necesidad: las empresas están considerando cada vez más esta modalidad, pues es muy probable que la “nueva normalidad” se quede por un buen tiempo.
Habitantes de más de 180 países han tenido que experimentar, desde que estalló la pandemia, lo que es el confinamiento, y esto ha llevado, por ejemplo, a rupturas de rutinas y cambios en los patrones de consumo. Si a lo largo de los últimos años las personas habían adoptado las compras en línea, es prácticamente un hecho que ahora lo harán todavía más. Es la respuesta previsible a las restricciones físicas que pesan sobre todos.
En la coyuntura actual, el comercio electrónico o e-commerce está viviendo su mejor momento, un boom a todas luces. Aunque al comienzo de la crisis sanitaria hubo cautela, casi inmediatamente empezaron a repuntar las compras electrónicas, sobre todo en los rubros de alimentos, medicinas, higiene personal, limpieza del hogar, conectividad y entretenimiento.
Evidencia de ello son los consumidores en Estados Unidos, Brasil, India, Japón, Corea y China que, según la consultora McKinsey & Company, muestran una intención de incrementar la frecuencia de compras en línea en varias categorías. En América Latina el crecimiento ha sido notorio. BNAmericas reportó que en Argentina aumentó el número de personas que debutaron en la compra en línea.
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Las ventas online en Chile se dispararon 119% en la última semana de marzo, de acuerdo con la Cámara de Comercio de Santiago, y en Bogotá creció 28% en comparación con las semanas previas al covid-19, dijo la Cámara de Comercio Electrónico de Colombia.
El crecimiento del e-commerce es innegable y el desarrollo del mundo digital lo impulsa aún más, pero le salió competencia: el a-commerce o comercio automatizado. En la búsqueda de hacer cada vez más sencilla y rápida la experiencia de compra del consumidor surgió este modelo de comercio electrónico.
Si bien el a-commerce no es nuevo, desde 2018 ya estaba siendo explorado, durante esta época también ha dado un gran salto. Y todo indica que continuará su expansión y consolidación, debido –entre otras cosas– a las posibilidades que tiene para el análisis masivo de los datos y la aplicación de la inteligencia artificial a la venta en línea.
Mientras con el e-commerce los consumidores efectúan la compra de manera tradicional: eligen los productos que necesitan, los envían al carrito, pagan y esperan unos días a que llegue su pedido; la dinámica cambia con el comercio automatizado.
Los clientes programan la compra de los productos que consumen habitualmente, esto les permite ahorrar tiempo, y los reciben periódicamente sin tener que volver a encargarlos. Se automatiza el proceso.
Aunque hay muchas cosas que todavía no se pueden anticipar, no quedan dudas de que el comercio electrónico, en sus dos vertientes, saldrá fortalecido de esta crisis. Las personas, como mencioné antes, están cambiando sus hábitos de consumo y las empresas no deberían perder esto de vista. Así que no está de más que los negocios adopten estrategias innovadoras que les permitan entregar valor al consumidor de forma digital.
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