A los 163 años del milagro de Quebrada Seca, por Rafael A. Sanabria M.
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En la pequeña y taciturna Quebrada Seca de Urbina, Aragua, donde todos se conocían y las alegrías se compartían, fue dura la situación cuando la sequía de 1860 arremetió fuerte contra los sembradíos de aquellos labriegos, de cuyos cultivos dependía la manutención de sus familias.
Ocurrió que ante la angustia y el temor de perderlo todo, se unieron en oración a la Virgen del Carmen para que enviara la lluvia a los secos campos. Aunado a la situación meteorológica, sufrían también las consecuencias de la llamada Guerra Larga. La población se recogía temprano después de la jornada y en tertulias bajo el claro de luna se hacía sentir uno que otro corrillo sobre la guerra. Para entonces, en su mayoría los nobles trabajadores del campo tenían ideología liberal y venían luchando en silencio desde años atrás en el movimiento agrario antilatifundista.
Pareciese que el ruego fue escuchado porque el 26 de agosto de 1860, el milagro de la lluvia le devolvió la añorada vida al campo, en cosecha esplendorosa. En todo aquel cálido poblado se escuchó: ¡La virgen del Carmen hizo el milagro! Y ante lo que consideraron un portentoso milagro los nobles agricultores llenos de alegría, fundaron el 8 de septiembre de 1860 la Sociedad de la Virgen de Nuestra Señora del Carmen.
El acontecimiento conmovió aquel poblado que en agradecimiento se reunieron bajo la sombra bonachona del palo de Quebrada Acho en la casa de uno de los agricultores, el señor Carlos Betancourt para constituir la fundación de la Sociedad de Nuestra Señora del Carmen e instalaron su junta directiva.
De esa reunión surgió celebrar la festividad, por primera vez, el 26 agosto de 1861, manteniéndose hasta la fecha el mes y día para cumplir anualmente la promesa
En el primer año de la festividad, el programa expresaba: santa misa, sesión solemne, procesión, baile ofrecido por los socios a la colectividad y una feria con exposición de la cosecha. Esta festividad aún se mantiene viva y cuando se va acercando el octavo mes del año la gente dice: ¡Ya viene la fiesta de Quebrada Seca!.
La prestigiosa Sociedad y sus festividades decayeron comenzando el siglo XX porque la epidemia de peste bubónica había entrado a Venezuela y llegado a los pueblos del interior, la población de Quebrada Seca no escapó de ella. Un sinnúmero de socios había fallecido y aunado a que en 1912 la fiebre amarilla hizo estragos. Por último en 1918 la gripe española azotó al país y diezmó la población. Por esto, la sociedad y sus festividades estuvieron inactivas por muchos años.
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Fue el 15 de diciembre de 1929, cuando Venezuela atravesaba una grave crisis económica muy compleja, que un grupo de trabajadores del campo decidieron reinstalar la sociedad para darle continuidad a la promesa hecha en 1860.
La tradición oral del pueblo señala algunos hechos que no olvida la retentiva popular. En 1942 se cambió la fecha de la promesa del 26 de agosto por otra y ese año se acabó la Hacienda La Urbina por una crecida del río. Y en 1945 la pequeña imagen promesaria fue antecedida en la procesión por una nueva talla grande recién adquirida y de repente un fuerte aguacero no permitió avanzar el recorrido hasta que intercambiaron las imágenes.
Las dos historias anteriores intentan la escritura de las narraciones orales, dicha desde siempre y afianzadas en la naturalidad del risueño pueblo.
La histórica promesa de los agricultores, levanta ahora el grueso polvo de sus nombres, para mentarlo en hermoso sueño que nunca termina, por el contrario, siempre comienza y crece día a día.
El milagro se revive cada año en la promesa que se cumple perennemente.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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