A pesar de todo nos civilizamos, por Simón Boccanegra
La decisión del Tribunal Supremo anulando el juicio militar al teniente Siccat y ordenando nuevo proceso en un tribunal ordinario, es decir civil, sienta una importante jurisprudencia. Se ha establecido la vigencia de la norma constitucional que lleva a la justicia ordinaria los delitos comunes cometidos por gente de uniforme. Este minicronista quiere reconocer la perseverancia de la abogada Liliana Ortega, tenaz luchadora por los derechos humanos, quien llevó el caso a la Fiscalía, así como la del abogado Humberto Mendoza D’Paola, quien asistió en el juicio militar a la familia del soldado asesinado, pero advirtiendo siempre la inconstitucionalidad de aquél. Del mismo modo, sería imposible no destacar el rol de la Fiscalía y de Isaías Rodríguez, en particular, quien promovió el caso ante el máximo tribunal. Todo esto hay que decirlo porque el paso que se ha dado no ha sido suficientemente valorado por la opinión pública. Se acabó el fuero que protegiendo a los militares aseguró tantas veces la impunidad de delitos comunes cometidos por ellos, sobre todo mediante la imposición de castigos físicos bestiales, que no pocas veces causaron muertes de reclutas. Poco a poco, el país se civiliza.