Ablandamiento, por Simón Boccanegra
Es verdad que Hugo Chávez, con su imprudente accionar de carrito chocón en el campo internacional, se ha metido algunos autogoles, pero también es cierto que ya se ve cómo está tomando forma en medios de afuera una de esas típicas campañas que van «ablandando» a la opinión pública mundial frente a gobiernos que no placen a los gendarmes universales. Ya es un lugar común el modo de calificar a Chávez en alguna prensa norteamericana. Cada vez que se le menciona se añade que es amigo de Saddam Hussein y de Fidel Castro y que es crítico del Plan Colombia. Eso lo define y lo marca ante el lector gringo. Si pasa «algo», ya se sabe, él se lo buscó: «era amigo de Fidel y de Hussein». Recuerdo a Jacobo Arbenz. Nunca se dejaba de mencionar, al lado de su nombre, que tenía un ministro comunista en su gabinete. Lo mismo se hacía con el Fidel de los primeros años; siempre había una muletilla antiyanqui que lo calificaba. Después venían Castillo Armas o los brigadistas de Bahía de Cochinos. En el largo plazo, los tiros salieron por la culata para los propiciadores de esa política y para los pueblos que la sufrieron. Guillo, pues.