Adiós, agosto, por Marisa Iturriza
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Como todos los meses, agosto va despidiéndose con la carga cotidiana de eventos locales sumada a una próxima reconversión oficial del repetidamente devaluado bolívar, cuyos billetitos menores (y los otros también) son rechazados en favor del capitalista dólar hasta por los pedigüeños, y sumados a la nutrida colección de billetes descontinuados, lo que induce a un «ama de casa» promedio, «pichirre» o cuidadosa con el gasto, a cavilar cuánto cuestan esos cambios. Tú sabes, papel, diseño, impresión, distribución, aparte de por qué el robusto rostro del nuevo Bolívar (pobrecito) es de medio lado y con un rictus como desdeñoso.
Y si de gastos onerosos por cambios innecesarios se trata, ahí están los de los nombres de instituciones y vías de comunicación ejecutadas en administraciones anteriores —verbigracia, Francisco Fajardo, mestizo como casi todos nosotros—, reemplazados inconsultamente por nombres indígenas a pesar de que a los actuales compatriotas indígenas se les irrespeta en muchas regiones. En Guayana se desconocen derechos al pemón que afirma Nuestras Tierras son de Nosotros o sea Pataamunaanü´nin
Y como siempre, las lluvias de este mes «sorprendieron» con sus consecuentes inundaciones afectando a Apure, Zulia y otras regiones, sobre todo Mérida con pérdidas materiales cuantiosas y humanas irreparables pero –entre los diversos ofrecimientos de rigor en estos casos– el primer mandatario expresó que apartamentos hay, prometiendo casas nuevas para todos los damnificados, según información recibida por alguna prensa que persiste a pesar de que, según el Che, hay que acabar con todos los periódicos porque una revolución no se puede lograr con libertad de prensa.
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Finalizando agosto, lo próximo sería el retorno a las aulas que –aparte de la pandemia– se agrava con la diáspora de docentes debido a bajos salarios y deficientes condiciones laborales. Bolívar escribió que «El empleo de maestros será el más considerado. Respetados y amados como primeros y más preciosos ciudadanos». Hoy ni ese ni otros empleos reciben tal consideración. Para prosperar se necesita pertenecer a la nomenklatura, la neoligarquía o ser enchufado. Eso, como diría un demócrata fallecido, es «retrotraernos a etapas ya superadas».
Hace poco leí que en algunas regiones han encontrado ejemplares que retrocedieron a formas primitivas. Por la mañana suelo limpiar las deposicioncitas que los pajaritos dejan en la terraza. Con tanto retroceso al pasado, ¿cómo será lo que dejen los pterodáctilos?
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