Afganistán: ¿Qué retrocesos implica para las mujeres el resurgimiento del talibán?
En la década de los 90, cuando el grupo talibán se instauró en territorio afgano, se prohibió que plazas, calles o avenidas llevaran la palabra «mujer» en su nombre». Por ello, por ejemplo, el «Jardín de las Mujeres», ubicado en la ciudad de Kabul, pasó a llamarse «Jardín de la Primavera». También se prohibió que imágenes de mujeres estuviesen en espacios públicos
En 1996, los talibanes tomaron el poder en Afganistán tras 14 años de ocupación soviética y cuatro años de guerra civil. ¿Su propósito? Instaurar un sistema islámico fundamentalista caracterizado, entre otras cosas, por invisibilizar a la mujer y coartar sus derechos. Desde ese año y hasta octubre de 2001, cuando la invasión militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) marcó su caída, las afganas fueron silenciadas.
Ser mujer era sinónimo de no tener derechos ni libertades civiles: tenían prohibido estudiar, trabajar, reír o hacer ruido al andar, usar tacones, salir sin un hombre acompañante, etc. Ahora, en pleno 2021, y luego de 20 años de acecho, el regreso del grupo talibán podría significar un retroceso para ellas, pues aunque Suhail Shaheen, portavoz de la oficina política de los talibanes, asegura que podrán seguir yendo a escuelas y universidades, activistas y estudiantes afganas denuncian todo lo contrario.
Mujeres han salido a protestar puesto que, en ciudades como Herat, donde el 60% del alumnado está conformado por femeninas, se les ha negado la entrada a institutos educativos y puestos de trabajo. Testimonios difundidos en redes sociales señalan que talibanes les han dicho que deben esperar en casa hasta que la shura de Quetta, la asamblea de dirigentes talibanes dirigida por la milicia pakistaní, fije posición respecto al tema.
Pashtana Durrani, profesora afgana y también activista de derechos de la mujeres, aseguró que si los talibanes prohíben el acceso de las niñas a colegios, dará clases por Facebook. Tanto como limiten los estudios, dijo que hallará la manera para poder educar a sus hermanas afganas. «No me rindo. Tengo que iniciar esta pelea hoy para que la próxima generación no tenga que enfrentar este conflicto», dijo en un entrevista concedida a BBC Mundo.
No obstante, la también directora de la ONG Learn Afganistán, en Kandahar, señaló que en caso de que dejaran a la población femenina ir a planteles educativos, «¿Cuál es su garantía de que estas niñas que van a la escuela puedan permanecer a salvo allí, que los talibanes no entrarán y las abofetearán a diestra y siniestra? Fueron al Banco Azizi y sacaron a todas las mujeres que estaban trabajando. Entonces, ¿De qué tipo de derechos de las mujeres estamos hablando?
Activistas y funcionarias públicas en riesgo
Según la Asociación Revolucionaria de las Mujeres de Afganistán (RAWA), algunas de las prohibiciones dictadas por el régimen talibán en la década de los 90 fueron las siguientes:
- Queda prohibido el trabajo femenino fuera de los hogares, sólo doctoras y enfermeras tienen permitido trabajar en ciertos hospitales.
- Las mujeres no pueden tener presencia en la radio, televisión ni reuniones públicas de ningún tipo.
- Nadie puede fotografiar o filmar a mujeres.
- No se permite publicar imágenes de mujeres en revistas ni libros. Tampoco pueden colgarse imágenes de mujeres en casas y tiendas.
- No pueden montar bicicleta o motocicletas, tampoco pueden usar el mismo transporte que usan los hombres, es decir, los autobuses que usan las mujeres no los usan los varones.
- Ni siquiera pueden asomarse a los balcones o ventanas de sus casas, y para evitar que cualquier extraño ajeno a la familia pueda ver a una mujer, es obligatorio que las ventanas sean opacas.
- No se les permite lavar ropa en ríos o plazas públicas, ni tampoco ninguna de estas plazas, calles o avenidas puede llevar la palabra «mujer» en su nombre». Por ejemplo, en los años 90 el «Jardín de las Mujeres», ubicado en la ciudad de Kabul, pasó a llamarse «Jardín de la Primavera».
Recientes fotos difundidas en redes sociales muestran cómo han empezado a borrar con pintura blanca cartelones guindados en las calles de Kabul, capital de Afganistán, en los que aparecen mujeres con vestidos de boda.
Kabul. pic.twitter.com/RyZcA7pktj
— Lotfullah Najafizada (@LNajafizada) August 15, 2021
Si bien los talibanes alegan que su objetivo es «crear ambientes seguros, donde la castidad y dignidad de las mujeres sean por fin sacrosantas, tal y como recogen las creencias pashtun sobre la vida en ‘purdah'», ocultan la vida femenina en lo público.
Humira Saqib, una periodista afgana y defensora de los derechos de la mujer, denunció que los talibanes están empezando a ir a buscar a las activistas de casa en casa y que por eso optaron por esconderse en los hogares de amigos y familiares. La misma Zarifa Ghafari, única alcaldesa de Afganistán, dijo en una entrevista al medio británico Inew «estoy sentada en casa esperando que vengan (los talibanes). No hay nadie que me ayude a mí ni a mi familia; vendrán por personas como yo y me matarán. No puedo dejar a mi familia. Y de todas formas, ¿a dónde podría ir?».
En julio de 2021, la representante de la provincia de Khost de la Red de Mujeres en Gobernanza Urbana, Zahra Jalal, fue secuestrada por islamistas. Días más tarde la activista Maryam Durrani, que promovía el derecho de las niñas a tener educación, tuvo que huir de Kandahar porque iba a caer bajo el control del grupo.
A pesar de que no han dicho qué medidas desaplicarán y qué otras seguirán vigentes, la mayoría de las féminas han optado por no salir a la calle sin la burka ni tampoco usar prendas de colores llamativos, sino vestimenta más conservadora, pues temen represalias en su contra. Han dicho que les generar temor que se convierta en carácter obligatorio el cumplimiento de las antiguas y ortodoxas «normas» del régimen talibán, comentó Saqib.
La presidenta de la Comisión Independiente de Derechos Humanos, Shahzad Akbar, dijo que funcionarios, empleados del gobierno, exmilitares, periodistas, mujeres activistas, defensoras de derechos humanos, jueces y fiscales, personas que han trabajado con fuerzas extranjeras tienen miedo porque, a pesar de ser civiles, son objeto de ataques de parte de los talibanes. Por ello pidieron a la milicia afgana que proteja la vida de los ciudadanos.
این روزها تلخ ترین و سخت ترین روزهای ۲۰ سال گذشته برای ساکنان کابل است. زمین سخت و آسمان دور، مردم احساس از یاد رفته گی، وحشت اسارت دارند. در هر وضعیتی حفظ جان و حریم خصوصی شهروندان مهم است. حالا که نیروهای طالبان وارد شهر شده اند، باید مسئولیت حفظ جان شهروندان را به عهده گیرند
— Shaharzad Akbar (@ShaharzadAkbar) August 16, 2021
El deporte y la cultura se apagan
Pero no son sólo las parlamentarias o reporteras las víctimas de los talibanes. La mayoría de las jugadoras de fútbol abandonó su casa para irse con familiares y esconderse porque sus vecinos saben que son deportistas, dijo la pionera de la selección de fútbol femenino afgano Khalida Popal.
«El gobierno afgano se rindió. Las activistas de derechos de las mujeres y nuestras jugadoras de fútbol han estado peleando en contra de este grupo ahora. Nosotras instamos a las mujeres a que se levantes y se mantengan firmes. Les digo que quiten sus fotos, que borren sus redes sociales (…) Sus identidades han sido expuestas, son un target del grupo de terroristas», señaló en su cuenta de Twitter.
Por suerte, Popal huyó con su familia en 1996 luego de que los talibanes tomaran Kabul. Regresó en 2001 después de vivir en un campo de refugiados en Pakistán, pero no está en Afganistán ahora.
Dijo que comenzó a usar el fútbol como una herramienta para empoderar a mujeres y niñas, y que ahora teme que los esfuerzos de tantos años hayan sido en vano, sobre todo después de luchar por las futbolistas afganas que fueron objeto de abusos sexuales por funcionarios de la Federación de Fútbol nacional.
Ha ido esta mañana a trabajar, como todos los días, y les han mandado a todos a casa. Esta tratando de buscar un visado en las embajadas de Irán e India para salir del país. Pero, como siempre, necesita un dinero que no tiene.
— Antonio Pampliega (@APampliega) August 15, 2021
Contratos, como los de 25 jugadoras que serían otorgados por la Junta de Críquet de Afganistán, están a la deriva. Se iba a formar el equipo nacional femenino, pero tras la llegada del grupo islamita, que les prohíbe practicar deportes, ahora no se sabe qué pasará.
Ver televisión, películas o escuchar radio es una actividad recreativa no permitida para las mujeres. Ahora, tras años de inclusión femenina en la pantalla grande y en la industria cinematográfica afgana, cineastas temen que esa puerta se les vuelva a cerrar.
Sahraa Karimi, una de las directoras de cine más importantes de Afganistán y directora de la Organización Cinematográfica Nacional, logró escapar del país justo cuando los talibanes invadían el territorio. Gracias a la ayuda de la embajada de Eslovenia en Irán y los gobiernos de Ucrania y Turquía pudo escapar de Kabul, en compañía de otras 11 personas a las que pudo ayudar.
Desde el exilio, advirtió que las clases de arte serían prohibidas y que los festivales de cine del pasado sólo quedarán en la historia. Además, recalcó que ella, al igual que muchos de sus colegas, tarde o temprano terminarán apareciendo en las listas de personas a las que castigarán.
«Desde que se fueron, nueve millones de niñas empezaron a estudiar, pero en las últimas semanas los talibanes destruyeron numerosas escuelas y dos millones de niñas se vieron forzadas de nuevo a abandonarlas”, escribió en una carta abierta en la que pide a la comunidad internacional ayudar al pueblo afgano.
¿Qué ha dicho la comunidad internacional?
En un comunicado, 47 países de los cinco continentes – entre ellos Canadá, Colombia, Chile, Argentina, los 27 que integran la Unión Europea, etc- expresaron su preocupación por la vida de las niñas y mujeres de Afganistán. Pidieron a quienes ocupan posiciones de poder y autoridad en esa nación que garanticen su protección, así como una vida en condiciones de seguridad y dignidad.
Manifestaron estar dispuestos a donar apoyos humanitarios para asegurar que la voz de la población femenina pueda ser escuchada y que no sufra ningún tipo de discriminación ni abuso.
“Estamos profundamente preocupados por las mujeres y niñas afganas, sus derechos a la educación, el trabajo y la libertad de movimiento», vigilan “de cerca cómo cualquier gobierno futuro garantiza los derechos y libertades que se han convertido en una parte integral de la vida de las mujeres y niñas en Afganistán durante los últimos veinte años”, era parte de lo reseñado en el escrito.