Afrodescendientes, por Simón Boccanegra
El sábado pasado estuve oyendo a unos «compatriotas» por una de las emisoras del gobierno. Hablaban de la celebración de la fiesta de San Juan Bautista, que es mañana, como sabemos todos. Primero inventaron un «enemigo». Nos pidieron que no habláramos de «fiesta patronal», porque ese santo según y que no es patrono de nadie. Claro que no es. Todo el mundo sabe que la del 24 de junio no es una fiesta patronal sino la celebración del día de San Juan. Pero a los únicos que les he oído mentarla así es precisamente a quienes, peleando contra un molino de viento, se esforzaban en demostrarnos que esa fiesta de tambores que tiene lugar el día de San Juan no es sino imposición del colonizador español. El santo es de la cultura española pero el fenómeno de interpenetración cultural y de resistencia al amo, adoptando los nombre de sus santos para disfrazar festividades propias, es de los negros esclavos de entonces. Pero lo más divertido era oír a los «compatriotas» hablar de «afrodescendientes» sin percibir que utilizaban una expresión y un concepto de la cultura del imperio, donde no es políticamente correcto hablar de «negros». Allá la palabra está cargada de connotaciones negativas y despectivas, como fruto del feroz racismo que fue propio de aquella sociedad. Por ello se acuñó el termino «afroamericano». ¿Pero aquí, en este país mestizo, donde no hay quien no se alborote cuando oye un tambor? ¿Aquí, en este país donde la palabra «negro» es usada no sólo como sobrenombre sino como apelación cariñosa entre novios o esposos? ¿Se imaginan a un americano llamando «negra» a su novia, o, al revés? No es que no exista un cierto racismo en nuestro país, pero es una ridiculez creer que se le combate con la expresión «afrodescendiente». En USA es parte de la lucha contra el racismo, aquí luce como una sifrinería política.