Agárrenme que lo mato, por Simón Boccanegra
La primera vez fue cuando dijo que enviaría tropas a Bolivia si le pasaba algo a Evo. La segunda fue la estrambótica (y fallida) orden de movilizar diez batallones a la frontera con Colombia. La tercera es ahora, con unos ridículos aguajes verbales contra Honduras «si le hacen algo a mi embajador». Todo con el lenguaje tabernario de quien grita «agárrenme que lo mato». Después Chacumbele se pregunta por qué en los círculos políticos del continente incluyendo los de los países del ALBA, que es donde hay más mamadera de gallo, cada vez cuesta más tomarlo en serio. Más o menos a las diez de la mañana (7 am hora de Honduras) oímos por el canal 8 de aquí una entrevista con el embajador venezolano en Honduras, un tal Laguna Laguna, quien informaba que tanto él como el embajador de Cuba habían sido «retenidos» por los militares, junto a la canciller hondureña.
Preguntado si estaba preso, dijo que no, que no lo habían maltratado y que pocos minutos después tanto él como su colega cubano habían sido dejados en libertad. Sin embargo, Chacumbele montó una coba inverosímil (vistas las declaraciones del supuesto «agraviado») sobre los supuestos «maltratos» a su embajador e inmediatamente se puso en pie de guerra. Verbal, claro. Este minicronista ha llegado a la conclusión de que Chacumbele lo que tiene es celos. Después de la tremenda chapucería que caracterizó sus dos golpes, debe estar celoso de estos militares hondureños que dieron su golpe sin echar un tiro, sin matar a nadie; cortaron la luz, sacaron del aire a la televisora oficial (el canal 8 de allá), tomaron todos los puntos estratégicos, hicieron preso al Presidente y en dos patadas lo sacaron del país (pero no para Cuba o Venezuela, como seguramente habría deseado Zelaya). No sé cómo pensara Mambrú hacer la guerra en Honduras, pero debería tener el cuidado de no comenzar las hostilidades hasta no asegurarse de que nuestras tropas no van a poner la cómica.