Ahí viene China, por Simón Boccanegra
La verdad es que las relaciones con China, a despecho de lo que en verdad haya podido decir Jiang Zemin, no comenzaron con el viaje de Chávez. Dos presidentes antes que él fueron a China: Luis Herrera y Caldera, y fue con este que se abrió el negocio de la orimulsión. De manera que Chávez, como en algunas otras cosas, mantiene la continuidad de una política de Estado. China constituye hoy, objetivamente, por su tamaño, por su impresionante crecimiento económico, por su peso militar y político, una referencia insoslayable en el panorama mundial. El reciente incidente del avión espía, en el cual la firmeza del gobierno chino obligó al norteamericano a dar la disculpa que no quería, revela bien a las claras la importancia de que en el planeta exista más de un polo de poder. Para los países pequeños como el nuestro, la diversificación real de sus relaciones internacionales constituye una opción enteramente válida -siempre que ni nos alineemos ni nos alienemos. China anda buscando socios comerciales y mercados y, a la vez, abre el suyo, infinito, al espíritu de empresa de quien tenga la visión de aprovecharlo. En tal sentido, bienvenida sea la visita de su presidente.