¿Ajuste sin rostro humano en Argentina?, por Marino J. González R.
El «ajuste con rostro humano» fue una expresión utilizada con mucha frecuencia a finales de los años ochenta del siglo pasado. La implementación de programas de «ajuste estructural» con apoyo del FMI y otras instituciones multilaterales en muchos países del mundo había ocasionado severos efectos sociales, con especial detrimento de las poblaciones materno-infantiles. De allí que Unicef patrocinara un estudio para revisar las consecuencias de los ajustes. Este estudio incluía el análisis general de estos programas, y los impactos en casos de países seleccionados.
Los resultados del estudio fueron publicados por Unicef en 1987 en dos volúmenes con la autoría de Giovanni Andrea Cornia, Richard Jolly, y Frances Stewart. El título de la publicación era «Ajuste con rostro humano». El principal mensaje de este aporte era que los ajustes estructurales se podían diseñar y poner en práctica teniendo especial consideración por las personas vulnerables, esto es, aquellas más afectadas por los shocks de ingresos y de precios que representaban las correcciones de las economías. No se cuestionaba la fundamentación de los ajustes, sino que se enfatizaba que era posible realizarlos protegiendo a los grupos más vulnerables. Los casos incluidos en el segundo volumen de la publicación evidenciaban que era factible ajustar y proteger. Tal aspiración, obviamente, requería visión y compromiso de parte de los gobiernos.
Todo lo anterior viene a cuento después de conocer las propuestas del presidente Milei en la toma de posesión del pasado domingo en Argentina. En la primera parte del discurso presidencial se detalla la complicada situación que experimenta el país. Se alerta sobre el riesgo de que aumente la tasa mensual de inflación hasta superar el 50%, con lo cual se iniciaría la hiperinflación (estimada en 15.000% anual). También destaca el presidente Milei que en este escenario la pobreza total alcanzaría al 90% de la población, y la pobreza extrema a más de 50%. Más adelante, el presidente resalta las dimensiones de la deuda pública y la falta de crecimiento de la economía argentina.
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El presidente Milei concluye que en este contexto la alternativa es implementar un programa de ajuste. Lo cual tiene la mayor fundamentación. Acto seguido el presidente indica que «no hay lugar a la discusión entre shock y gradualismo». La consecuencia que se deriva es que el ajuste vendrá en forma de shock. La justificación del presidente es directa: no hay plata para financiar el gradualismo, los recursos de los empresarios vendrán cuando se ejecute el ajuste.
Un párrafo más adelante, el presidente Milei reconoce que «ello (el ajuste) impactará de modo negativo sobre el nivel de actividad, el empleo, los salarios reales, la cantidad de pobres e indigentes». También destaca que habrá estanflación y que «no es algo muy distinto a lo que ha pasado en los últimos 12 años». Reconoce que la situación empeorará en el corto plazo, pero que «luego veremos los frutos de nuestro esfuerzo».
En las palabras del presidente Milei se aprecia una especie de «inevitabilidad». El ajuste es fundamental y tendrá sus efectos negativos. Asume que no existen alternativas sino «la contención desde el ministerio de capital humano». No se menciona en el discurso las opciones de políticas que podrían identificar a las familias y las personas con mayores riesgos, y que van a requerir apoyo monetario para superar el desequilibrio en sus ingresos cuando se avance en el ajuste macroeconómico.
Al reconocer el presidente que seguirá la estanflación de los «últimos 12 años», como si fuera inevitable, obvia que desde el primer semestre de 2018 se ha duplicado la pobreza extrema y que un ajuste sin protección muy probablemente la seguirá aumentando. Esta «inevitabilidad» agravará la vida actual de las poblaciones vulnerables, y puede llevar a la pobreza a familias y personas que ya están en situación de riesgo.
El discurso del presidente Milei hubiera podido incluir las buenas prácticas aprendidas desde que se propuso el «ajuste con rostro humano» (hace casi 40 años). Estas ausencias de políticas son significativas. Al momento de escribir no se conocen en detalle las características de las medidas específicas. Esperemos que el Gabinete del presidente Milei incorpore opciones que hagan menos «inevitables» las consecuencias del ajuste. En caso de que sea así, será mucho mejor para las condiciones de vida de los argentinos. Esperemos por el rostro humano del ajuste.
Marino J. González es PhD en Políticas Públicas, profesor en la USB. Miembro Correspondiente Nacional de la Academia Nacional de Medicina. Miembro de la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL).
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