El caraqueño nunca se interesó por la bicicleta como alternativa de transporte (II)
La inseguridad, el caos vehicular, el incumplimiento de las normas de tránsito y la falta de conectividad entre los diferentes medios de transporte han confabulado en contra las intenciones de hacer de la bicicleta un medio confiable
Hoy, al igual que cada 3 de junio, se celebra el día mundial de la bicicleta. Fue declarado así por la Organización de las Naciones Unidas en el año 2018 porque era, y sigue siendo, uno de los medios de transporte más ecológicos que existe.
Cada vez más en las ciudades del mundo se ha optado por incluirla como transporte alterno, pero la historia nuestra ha sido diferente. A diferencia de los habitantes de esas capitales, que pueden verse en la disyuntiva de tener que seleccionar entre cuál medio de transporte utilizar cada mañana, para la gran mayoría de los caraqueños el Metro es y ha sido la única alternativa posible para trasladarse.
Pero una década con tres años de antigüedad comenzó a cambiar en 2016, fecha en la que se comenzó a evidenciar cómo la falta de mantenimiento e inversión han hecho mella con el sistema subterráneo que fue modelo en América Latina, situación que unida al progresivo deterioro del servicio superficial y la escasez de gasolina ha provocado un verdadero colapso del transporte capitalino.
En medio de este caótico panorama, la bicicleta pudo despuntar como medio alternativo para el caraqueño, más en un país tropical donde el buen clima permite circular en este tipo de vehículos durante casi todo el año. Sin embargo, esta posibilidad no llegó a concretarse por diversas razones, entre ellas la continuidad al proyecto que intentó hacer posible una Caracas amable con los ciclistas.
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El Sistema Público de Bicicletas (SPB) creado en 2013 con el fin de incentivar una cultura ecológica, sustentable y de alivio al tránsito terminó siendo otro de los tantos proyectos gubernamentales que nunca llegaron a consolidarse, lo que impidió que calzara en la mente de los caraqueños, pues a pesar de que se construyeron 19 kilómetros de ciclorrutas, andar en bicicleta aún sigue siendo visto como una actividad recreativa y no como modalidad de transporte.
Al abandono
Cecilia Herrera, directiva de la Sociedad Venezolana de Ingeniería de Transporte y Vialidad, asegura que con la alcaldía Libertador y posteriormente con la alcaldía Metropolitana se iniciaron unos proyectos de estructuración de ciclovías que fueron un buen comienzo y que aún son viables, a pesar del mal estado en el que encuentran.
“Lamentablemente algunos usos inapropiados y la falta de ciclistas no vislumbra que haya un proyecto que tenga la vigencia y utilización de lo que se había planteado, pero es importante que esté allí porque sin duda alguna, aunque sea para fines recreativos y fines de semana, tiene un uso para una comunidad, un sector de la población que demanda estos espacios para circular en bicicleta”, expresa Herrera.
Y evidentemente las vía han sido destinada a usos muy distintos a los iniciales. «En Bellas Artes, por ejemplo, hay que salirse de la ruta ya que los buhoneros se apoderaron de la vía. En el centro de Caracas los motorizados circulan por las vías de los ciclistas», señala el usuario Rafael Toro. En ocasiones los ciclistas han tenido que frenar de golpe para no atropellar a los peatones e incluso han tenido que hacerse a un lado para no ser atropellados por motorizados.
Desde el Centro de Estudios de Movilidad en Venezuela de la Universidad Simón Bolívar se intentó sin éxito promover las ciclorrutas entre los usuarios del sistema público tanto subterráneo como superficial, ello con el fin de hacer que una porción representativa de personas entre 15 y 63 años migrara a las bicicletas como alternativa a los sobresaturados servicios de transporte en Caracas
Al respecto, se consultó a un ciclista caraqueño de 37 años que si de haber un sistema de rutas que cubriera las mismas estaciones del Metro, estaría dispuesto a utilizar la bicicleta como medio complementario. Su respuesta fue contundente: “no”. ¿La razón? La ciclovía es un elemento necesario pero no suficiente para decidir usar la bicicleta como medio de transporte.
Al igual que Celia Herrera, piensa que no es atractivo salir en bicicleta porque no se le garantiza seguridad ni al usuario ni a los vehículos. “Ordenar el tránsito automotor de acuerdo a las leyes haría razonablemente seguro circular en bicicleta, pero en una ciudad en estado de anarquía, los ciclistas están muy expuestos a sufrir un accidente”, indica el ciclista que prefiere no ser identificado.
Costos y oportunidades
En Caracas, aún se concibe erróneamente al uso de vehículos como sinónimo de modernidad y el de la bicicleta como análogo a retraso, cuando en realidad en varios países del mundo como China, Francia y México se está apostando cada vez más a la inclusión del biciclo en la movilidad urbana y símbolo de actualidad.
Alfonso Fernández, un economista que se decanta por la bicicleta, señala que la liberación de los precios del combustible y del pasaje probablemente estimularía el uso de la bicicleta. Esto significa que los caraqueños podrían estar dispuestos a utilizar las bicicletas como medio de transporte alternativo, no por incorporarse a un modo de transporte más sustentable sino por el costo que podría significar la utilización del auto.
No obstante, lograr que los caraqueños utilicen la bicicleta como medio de transporte va más allá de diseñar rutas, aumentar el precio del combustible y prestar unidades para el uso colectivo. Aparte de hacer cumplir la Ley de Tránsito y garantizar la seguridad del ciclista, los expertos aseguran que es preciso repensar la funcionalidad del sistema público de bicicletas y su interconexión con todos los medios masivos de transporte.
Respecto al sistema ciclístico público, desde Bicicultura Venezuela, organización que puja por expandir el uso de la bicicleta, se señala que dentro de la renovación del SPB se puede incorporar a los estudiantes universitarios o de Inces para que estos cumplan la misma función que tenían los de Imdere, es decir monitoreo de préstamo y entrega de las bicicletas en cada una de las biciestaciones.
“Con una baja inversión, este sistema puede generar un alto impacto en la movilidad. Debe ser un sistema tecnológico que facilite el préstamo, seguimiento y entrega de la bicicleta de forma eficiente. Asimismo, es importante que dicho sistema labore en horarios de hora pico, para verdaderamente hacer un aporte a la movilidad en la ciudad”, expresa la coordinadora de Bicicultura Venezuela, Yesenia Sumoza.
Actualmente la organización está desarrollando estudios en los que se contempla la ampliación de la red de ciclovías para interconectar los municipios Sucre y Chacao con Libertador y Baruta, al tiempo que se plantean soluciones peatonales tomando en cuenta que se trata de un factor indispensable si se quiere alcanzar la movilidad sostenible.
Las condiciones físicas, técnicas y ambientales para implementar este nuevo sistema de transporte en la región metropolitana existen. No obstante, es necesario que el resto de los modos de transporte funcionen en condiciones de equidad, de manera cómoda, segura y sobre todo eficiente.
Los expertos en ciclovías aseguran que es necesario crear un sistema de transporte combinado mediante el cual los usuarios puedan utilizar sus bicicletas hasta un determinado punto, estacionarlas de forma segura, hacer trasbordo con el metro para realizar sus labores y luego regresar por sus bicicletas tranquilamente.
“Se debería pasar sin tanto trauma con un mismo boleto, hacer una interconexión y caminar. Es necesario un proyecto a pie para estar en una parada bien resguardado, que te den anuncio sobre las rutas y sobre las llegadas de las unidades de transporte público superficial”, indica Celia Herrera.
Al igual que en otros países, en Venezuela los ciclistas deberían tener la facilidad de poder transportar sus bicicletas en los buses o incluso en el metro. En Chile se permiten hasta cuatro bicicletas por vagón (a sus extremos) y por el espacio que ocupan los usuarios deben pagar un boleto especial que no es nada caro. En Londres el paso de bicicletas al subterráneo está habilitado todo el día, pero en determinadas horas sólo se permiten las que son plegables, precisamente para evitar sobresaturar la capacidad del servicio.
Los porta bicicletas que están instalados en la mayoría de los microbuses de Berlín también podrían ser aplicados a algunas unidades de autobuses en Caracas, a fin de que el usuario pudiera disponer de todos los medio de transporte a su alcance
«Con la incorporación de la tecnología se puede saber a través de un celular cuál es la ruta que te conviene o no seguir, que puedas de allí con el mismo boleto o con un medio de pago electrónico, llegar hasta el sistema de una estación de metro, bajar al subterráneo, tomarlo, ir a otra estación y bajarte, caminar a la superficie y conseguir un sistema de bicicletas público, tomar esa bicicleta, hacer el recorrido y dejarla en algún estacionamiento un poco más allá», asegura Celia Herrera con plena convicción de que es posible lograr la intermodalidad.
De la misma manera, bicicultura espera que llegado el momento de interconectar los medios de transporte se tome en cuenta las necesidades de las personas que viven en las diferentes zonas de la ciudad, pues «no es lo mismo moverse en el centro que moverse en el barrio. El barrio es gran parte de la ciudad y es la gran excluida, eso debe cambiar. Hay muchísima experiencia internacional que puede ayudarnos a mejorar la forma de planificación y la integración de modos que es el gran ausente de la movilidad en Venezuela», indicó Yesenia Sumoza, la coordinadora general de la organización.
Sin protección
En lo que todos los ciclistas concuerdan es en que no pueden sentirse seguros cuando no tienen estacionamientos. Muchas veces deben dejar amarradas sus bicicletas a las afueras de los lugares que visitan o simplemente le dan al vigilante «para el refresco» y este les echa un ojo.
Nelson Romero, instructor de la BiciEscuela Urbana de Caracas, asegura que en algún momento las alcaldías de Caracas y Chacao colocaron algunos biciestacionamientos en algunas partes de la ciudad, que eran unos tubos metálicos a los que podían sujetarse las bicicletas. No obstante, fueron retirados por los mismos entes.
«Hay muchos ciclistas que dicen esto está muy bonito todo, pero no tengo donde dejar la bicicleta con cierta seguridad. La alcaldía de Caracas construyó algunos biciestacionamientos, unos tubos metálicos donde podemos encadenar nuestra bicicleta. La alcaldía de Chacao también hizo eso en algún momento, incluso trazaron unos ciclos canales, que algunos ya se han perdido, pero con los biciestacionamientos, por ejemplo el de la Plaza Francia lo retiraron y sólo queda el de los Palos Grandes», informó el instructor.
Actualmente las condiciones de seguridad que ofrecen a los ciclistas son muy escasas, pues a diferencia de los peatones, quienes tiene una acera exclusivamente para ellos, los ciclistas no poseen ciclovías físicamente separadas, lo que es un problema estructural.
Para un experto en la materia como Romero, la seguridad debe abarcar tanto el ámbito legal como el de infraestructura. Asegura que organizaciones de colectivos de ciclista se sentaron a dialogar al respecto con las autoridades competentes, pero lo planteado nunca se ejecutó.
«Tuvimos reuniones con algunas autoridades. Las únicas que nos dijeron sí para reunirnos fueron las del Municipio Libertador, pero después no nos prestaron mucha atención. Con la alcaldía del libertador teníamos un plan de hacer una ordenanza para movilidad urbana de bicicletas, se adelantó, se habló, pero ahí quedó», asegura Nelson Romero.
El veterano ciclista espera sensibilizar a las autoridades con respecto al tema de la movilidad urbana y está trabajando para que comiencen a verlo con la seriedad que amerita, pues para él el enfoque que la alcaldía le dio a las ciclovías fue erróneo.
«Desde un inicio fue muy mal concebido por parte de quienes ejecutaron el proyecto de la ciclovia, que fue en este caso la alcaldía del municipio Libertador. Nosotros lo aplaudimos porque es un paso adelante, pero creo que hubo un problema conceptual desde el momento en que le dio eso al Instituto Municipal de Deporte y Recreación (Imdere) porque eso quiere decir que lo estaban viendo como algo deportivo y no como un transporte que contribuye a la movilidad del ciudadano».