“Al elefante hay que comérselo en rodajas”, por Omar Ávila
Twitter e Instagram: @OmarAvilaVzla
En días recientes el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, y la Alta Comisionada, Michelle Bachelet, se convirtieron en los nuevos ídolos de la oposición sin rumbo. No pasará mucho tiempo para que vuelvan a llamarles comunistas, colaboracionistas, y todos esos descalificativos a los que nos tiene acostumbrado esta dirigencia demagógica, cuando por ejemplo vuelvan a decir, que las sanciones empeoran la situación.
Un informe es solo eso, un informe, por muy devastador que este sea, en el que por cierto he visto a muchos haciendo análisis sobre el mismo, sin haber leído más allá de un título, o peor aún otros opinando sin estar enterados que forman parte del informe y de ese grupo de señalados de vulnerar derechos elementales.
La verdad por muy dura que sea la vamos a seguir diciendo, y es que no va a pasar nada distinto a lo que ha venido ocurriendo hasta ahora, como tener justificación para incrementar las sanciones; sí por ser un régimen violador de DDHH se invadieran países, habría que invadir más de 70; empezando por China, que es el mayor violador de DDHH del planeta, con más de un millón de presos políticos.
Como me comentaba el sociólogo y amigo Edison Arciniega: “O aprendemos la lección chilena, argentina, peruana y hasta la mexicana, de seguir buscando una salida electoral –aprovechando incluso procesos viciados– o terminaremos como Cuba”.
Basta ya de seguir creyéndose esa fantasía de que se es gobierno, en vez de dedicarse a hacer oposición de verdad dentro del país. Ser Presidente es un título asociado al mando, y Juan Guaidó ni autoridad ni oficina tiene.
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Aunque no nos guste, el gobierno y el Presidente es Nicolás Maduro, porque es el que preside y tiene el poder, sin importar el fulano cuento de la ilegitimidad, en fin, hay que poner los pies en la tierra, la política se hace con base a la realidad, no con las fantasías.
Que el régimen es un violador de derechos humanos, es una realidad, pero hay que aceptar que es quien tiene el poder interno, el que manda; al punto que 62% de los hogares venezolanos recibe el CLAP, que da de comer a 4 de cada 10 venezolanos; que no es suficiente, esa es otra verdad del tamaño del cielo, así como que no debería nuestro pueblo depender del Estado para poder medio comer.
Urge entender tomando una frase de Jesús Seguías, que “al elefante hay que comérselo en rodajas”.
Las parlamentarias es una opción para comenzar a organizarnos, es una oportunidad para no terminar de desaparecer institucionalmente. Desde Unidad Visión Venezuela estamos claros que la vía electoral no es milagrosa, pero es la única que abre una ventana real para acumular fuerza en aras de futuras negociaciones que permitan lograr el cambio que la mayoría de nuestro pueblo desea.
No se trata de descartar ninguna vía, pero ninguna se hará viable si a lo interno no definimos un instrumento mayoritario que nos una en una acción común. Por eso la lucha por condiciones es un trabajo que depende de nosotros, para poder ir recuperando espacios con nuestra única arma: el voto, y hacernos de gobernaciones, consejos legislativos, alcaldías y concejos municipales, para acumular esa fuerza necesaria, para poder en un referéndum revocatorio o en unas presidenciales lograr derrotar al régimen con una avalancha de votos.
Así que nuestra invitación a todos los venezolanos que queremos democracia, es a que juntos apliquemos el principio de responsabilidad de defenderla por nuestros propios medios. Basta de manipulación y de querer seguir generando falsas expectativas, fomentando rutas irreales que lo único que logran es seguir incrementando las calamidades que sufrimos los venezolanos día a día, lo que sin lugar a dudas es una mayúscula irresponsabilidad.
Los que dicen que la Asamblea Nacional no va a ser «reconocida» por el mundo, son los mismos que nos decían hace más de 2 años que Maduro no iba a ser reconocido, y en días pasados vimos a Nicolás hablar ante la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Finalizo diciendo que la misión de la ONU solo corrobora en la forma, algo que todo el mundo sabía de hecho. El problema es cómo enfrentar eso, y a modo de reflexión dejo la siguiente interrogante: ¿Con un golpe sin militares, con una intervención externa sin marines, o de modo político: negociando y votando?
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