Alarma en la OEA: Chávez se sale, por Simón Boccanegra
¡Deje ya, Chacumbele, la habladera de pistoladas y termine de salirse de la OEA, a ver qué pasa! Ya van dos veces que alude al tema, siempre, como es propio de su personalidad, en tono de perdonavidas. ¿Qué cree? ¿Qué se acaba la OEA si su gobierno pica los cabos? No porque el organismo interamericano sea el último refresco en el desierto, que no lo es, pero, Chacumbele debería sacar sus cuentas bien, para ver cuántos otros gobiernos estarían dispuestos a seguirle la corriente. Se salió de la Comunidad Andina de Naciones y ni Evo lo acompañó. Lo de Mercosur, a pesar del ultimátum que le dio –y al cual nadie le paró bola, ni en Brasil ni en Paraguay–, se le ha puesto cuesta arriba. Si pasara del dicho al hecho, en la OEA, tal vez sólo el infeliz de Daniel Ortega podría pagar los favores recibidos. Evo, es para dudarlo; Correa, que mira al Alba como gallina que mira sal, ni pensarlo. Al hondureño y al de Dominica quisiera verlos. Esto para hablar sólo del Club Tiramealgo, que, por lo demás, puede salirse completo y casi nadie se daría cuenta. Chacumbele estaría fuera de sus cabales (bueno, más de lo que está), si piensa que Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Perú, Colombia, Dominicana, Guyana y los caribeños angloparlantes, así como los demás centroamericanos, podrían sumarse a este nuevo delirio.
En México y Canadá se desternillarían de la risa. Chacumbele no percibe que la OEA de hoy no es la misma de hace algunas pocas décadas. Hoy la inmensa mayoría de los gobiernos del continente y el Caribe se siente cómoda en la OEA, entre otras cosas porque sabe que se trata de un escenario donde hoy es posible discutir de tú a tú con los gringos. Los cubanos dicen que no volverían a la OEA. Las uvas están verdes, según la fábula de la zorra que no podía alcanzarlas. Habría que verlos si la OEA, como es posible y hasta probable, aprobara su reincorporación.