En Alemania se lucha por el modelo de propiedad de los equipos, por Gustavo Franco
Si bien la cara visible de todo lo que los fanáticos del fútbol en Alemania no quieren ver en su competición es el RB Leipzig (conocido como “el equipo más odiado de Alemania” por su modelo de propiedad), el último fin de semana que ha transcurrido el que ha estado recibiendo insultos de los aficionados es el TSG Hoffenheim. El Hoffenheim se benefició de una excepción para que fuese adquirido en un 96% por el multimillonario fundador de la compañía de software SAP. Esta excepción establecía que Dietmar Hopp, el nuevo dueño del Hoffenheim, puede desempeñarse como dueño del equipo porque fue jugador de las categorías inferiores del club y lleva tiempo apoyando con recursos económicos al equipo, lo cual significa que hay un vínculo entre la persona y el club, por lo que los intereses de los aficionados están supuestamente a salvo.
El sábado 29 de febrero, durante el partido en el estadio del Hoffenheim que enfrentaba a este equipo ante el Bayern de Múnich, los aficionados visitantes sacaron pancartas insultando a Dietmar Hopp, por lo que se detuvo el juego durante unos 20 minutos. Los 15 minutos que restaban al partido, que ya iba 0-6 para el Bayern, se jugó con el acuerdo de que ningún equipo iba a buscar anotar un gol. Una especie de represalia en contra de los aficionados. Los jugadores de ambos equipos protagonizaron la surreal escena de pasarse el balón, aunque el jugador fuese contrario.
Pocos días después del incidente en el campo del TSG Hoffenheim —concretamente el martes 3 de marzo—, el Schalke 04 y el Bayern de Munich jugaron con una amenaza particular que venía de la cúpula del Schalke. Si se producían insultos contra Hopp, los jugadores abandonarían el campo y se expulsaría a cualquier aficionado que hiciese cánticos o mostrase pancartas con insultos hacia Dietamar Hopp. Al final, el partido se jugó en relativa normalidad y acabó ganando el Bayern.
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Lo cierto es que, cuando el caso del RB Leipzig es total y absolutamente claro —una multinacional que adquiere un equipo sin historia, le cambia el nombre y lo vuelve competitivo—, en el caso del Hoffenheim se han interpretado a favor del dueño del equipo ciertas ambigüedades, situación que muchos ven como una traición al espíritu de la normativa del 50+1, que supuestamente era para que no hubiese forma ni manera de que un equipo no fuese propiedad de sus aficionados. Un ejemplo de esta excepción es el Bayer Leverkusen, el cual fue fundado por empleados de la farmacéutica alemana Bayer.
Hoy, debido a esa vinculación histórica, se permite que la propiedad del Bayer Leverkusen esté en manos de la multinacional de Alemania. Lo mismo aplica para el Wolfsburgo y la compañía de vehículos Volkswagen. La excepción que permite que un equipo no sea propiedad de sus fanáticos es que tenga una vinculación histórica con una empresa. En el caso del Wolfsburg y del Bayer Leverkusen, son equipos que fueron fundados por empleados de Volkswagen y Bayer. Son casos muy ilustrativos de cómo se fundaron los primeros equipos de fútbol. Empleados de fábricas y de empresas que buscan pasar el tiempo y competir.
El caso de Dietmar Hopp es el de un antiguo miembro de las categorías inferiores del TSG Hoffenheim que alcanza un gran éxito profesional y económico al fundar una de las mayores empresas de software del mundo (SAP). Como el TSG Hoffenheim se encontraba en la quinta división del fútbol alemán en el año 2000, se permitió la inyección de capital del magnate, quien ya apoyaba al club desde 1990. En 2015 —con el equipo ya instalado firmemente en la Bundesliga—, a Hopp se le permitió tener la mayoría de la propiedad del club. Esto porque recientemente se había aprobado una regla que permitía que un inversor se hiciera con la mayoría de la propiedad de un club de fútbol si tenía al menos 20 apoyando financieramente el equipo en cuestión.
Los directivos de los diferentes equipos parecen haber cerrado filas al respecto. En el partido entre el Hoffenheim y el Bayern de Munich, el exjugador y actual presidente del conjunto bávaro, Karl-Heinz Rumenigge, mostró su apoyo al dueño del Hoffenheim y dijo que se sentía “avergonzado por el comportamiento” de los aficionados porque representaba “la cara horrible del Bayern, y no hay excusas”. Dijo, además, que, aunque su equipo logró un 0-6 ante un rival muy competitivo fue en realidad un “día oscuro para el fútbol”.
Los aficionados, sin embargo, critican que se responda con mayor dureza y rapidez ante este tipo de situaciones que ante cánticos e insultos racistas. Se tolera menos la crítica al dueño de un equipo de fútbol en una liga donde los dueños supuestamente deben ser los aficionados que incidentes racistas. Pareciera que los fanáticos no darán su brazo a torcer y que el enfrentamiento entre éstos y las autoridades del fútbol de Alemania seguirá un buen tiempo.